Capítulo 10

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Emily temblaba demasiado y parecía que fuera a desmayarse en cualquier momento. Sin embargo, comenzó a buscar en su cabello que estaba atado. Pronto pude ver la aguja saliendo de su pelo.

'Oh, estaba bien escondida, ¿no?'

Por supuesto, Penélope siempre era la víctima. Eran así de intensos. Hubiera quedo gritarle a la criada que siempre la maltrataba pero no podía porque no tenía pruebas.

—A-Aquí...

Emily me entregó la aguja con sus manos temblando. Observé el objeto que había lastimado continuamente a Penélope hasta ahora. Era una siempre pieza de metal que ni siquiera era tan grande. Sin embargo ayer me di cuenta del dolor que esta pequeña y delgada aguja podría proporcionar a una persona.

'¡Qué doloroso habría sido para ella!'

Nadie lo habría notado a pesas de que sus brazos, llenos de marcas de heridas sangrantes, estaban débiles debido al dolor que sentiría todas las mañanas al despertarse.

—Levanta tu cabeza —le ordené, apretando los dientes.

Emily, dudando, levantó la cabeza. La desesperación se podía ver en sus ojos vacilantes ya que probablemente estaba pensando en que cosas experimentaría ahora por la violenta hija del duque.

—Mira esto de cerca, Emily.

Extendí mi mano sin la aguja frente a ella, la piel era de un blanco lechoso de aspecto frágil sin cicatrices. La voltee de modo que el dorso quedó hacia el techo, y luego, sin dudarlo, clavé la aguja que ella me entregó.

—¡Ahh! ¡Mi Lady!

Fui yo quien fue herida profundamente con la aguja, pero fue Emily quien gritó como si fuera ella quien fue lastimada. Luego saqué la aguja que estaba clavada en medio de mi mano.

'Ugh...'

Las gotas de sangre comenzaron a aparecer en la perforación. Aunque me había preparado para esto, me dolió mucho. Hasta el punto en que tenía ganas de llorar. Pero no lo demostré en mi rostro cuando volví a clavar la aguja en mi mano, cerca de donde lo hice hace un momento.

—¡Ah!

Esta vez, no pude soportar el dolor cuando dejé escapar un sonido.

—¡M-Mi Lady!

Emily respiraba con dificultad como si estuviera teniendo un ataque de pánico. Sin saber qué hacer, dejó escapar sus lágrimas por mis acciones imprudentes. Era una escena bastante divertida de ver.

—¿Por qué tan asustada cuando hacías cosas mucho peores que esto antes?

—¡Mi Lady! Mi Lady, ¿por qué hace esto?

—No hay necesidad de llorar así, Emily. Ya que estas son las cicatrices que tú me hiciste —respondí en un tono gentil. Entonces la expresión de su rostro se transformó en una de desconcierto.

—... ¿Eh?

—Puede que sean dos en este momento, pero siempre podrían convertirse en tres, cuatro y cinco. Quizás incluso más.

—...

Ella dejó de respirar ante mis palabras. Sus temblores también se detuvieron.

—Voy a aceptar lo que sea que me hagas sin hacer nada para detenerte de ahora en adelante. El agua de baño que prepares, ropa, comida. Todo.

—M-Mi Lady...

—Cuanto más lo hagas, más cicatrices aparecerán en esta mano. Serán totalmente visibles algún día. Si es así, ¿no llegaría el día en que alguien lo note?

La muerte es el único final para la villanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora