2. Padre

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Lo primero que vieron los ojos de George Stacy al entrar en la sala de espera del hospital, fue la figura derrumbada de su hija en una de las frías sillas, con la cabeza entre sus manos y el cabello rubio desordenado, esparciéndose sobre su rostro y hombros como una telaraña de hilos dorados que estaban ensuciados debido al polvo y telarañas adheridas al mismo cabello.

George vio a su hija en aquel estado por segunda vez en su vida. La primera vez fue cuando su madre falleció hacía cinco años atrás y aunque intentó ser la fuerte por su madurez, él siempre supo que Gwen sufría por la muerte de su madre y ahora por el accidente de su mejor amigo, aquel chico problemático que conoció hacía un año y medio un día que fue a recogerla del gimnasio donde su hija estaba entrenando últimamente.

El hombre miró hacia ambos lados de la sala. Con sus ojos escrutó el lugar por unos segundos antes de suspirar y caminar hacia la adolescente deprimida. Como padre soltero, había tenido que apoyar a Gwen mientras ella crecía, experimentando con su evolución corporal y sexual durante la adolescencia. Ahora con diecisiete años y, a pesar de todo ese intelecto que tenía, su hija seguía siendo una simple chiquilla que lo necesitaba nuevamente como cuando las pesadillas la golpeaban en las frías noches de invierno. Solo con mirar a su hija podía ver como estaba, lo que necesitaba de él.

Detuvo sus pasos justo frente a su hija. Como todo padre, flexionó sus piernas y se acuclilló frente a ella con gesto paternal, colocando las manos sobre sus rodillas. No la obligó a levantar la cabeza o a moverse. Se mantuvo con todo el peso del cuerpo sobre sus rodillas y respiró hondo. Bajó la cabeza ligeramente y volvió a tomar una bocanada de aire. ¿Cómo podía hablar ahora? ¿Qué podía preguntar? ¿Estás bien? Aquella pregunta era simple y demasiado superficial como para que funcionara en aquel momento. Sabía completamente la respuesta sin siquiera hablar y preguntar algo así lo haría ver como alguien insensible.

George sintió entonces como unas formas delgadas rodeaban su cuello y como un peso extra caía sobre su hombro y la dejó hacer. No se movió y mantuvo sus pies completamente firmes, aceptando el peso extra sin quejarse o apartarse.

Podía pensar en los cientos de jóvenes que había visto a lo largo de los años mientras trabajaba para la policía. Como capitán de policía, había visto miles de casos similares, todos con las mismas marcas: jóvenes destrozados físicamente como actualmente estaba Naruto Uzumaki, el mejor amigo de su hija. El examen del doctor solo le daría lo que necesitaba saber y sería algo que temía.

Huesos rotos. Órganos destrozados. Hemorragias internas. Cuanto más pensaba en las posibilidades, más frunció el ceño mientras abrazaba a su hija con la ternura de un padre, sintiendo como el hombro de su chaqueta comenzaba a empaparse por las lágrimas de su pequeña, la única persona del mundo que lo mantenía cuerdo actualmente.

Cuando aclaró su garganta, unos pasos lo hicieron mover levemente la cabeza encontrándose con la figura de un hombre mayor, cercano a los cincuenta años. Con cabello oscuro, el doctor se detuvo justo frente a ellos con una libreta en la mano. George debía reconocer que usar libretas actualmente era algo extraño, mucho más de lo que podía pensar hacía unos años atrás.

El capitán detuvo sus pensamientos y besó delicadamente la mejilla de Gwen mientras la hacía recostarse en la silla. Con cuidado colocó el cuerpo de su hija a lo largo del conjunto de sillas y levantó las piernas para colocarlas sobre una silla de aquella agrupación.

Movió la cabeza, captando enseguida la atención del doctor. Vio como el hombre asentía brevemente y se giraba dándole la espalda. El capitán miró a su hija brevemente y con un rostro mucho mayor de la edad que tenía siguió al doctor para alejarse de su hija varios metros. Gwen no estaba completamente bien como para recibir las palabras que él iba a recibir actualmente y como padre no podría ver a su hija destrozada...de nuevo.

Naruto: V.E.N.O.MDonde viven las historias. Descúbrelo ahora