1: España.

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25 de Noviembre
Barcelona - España
 

La música retumba en mis oídos y hace vibrar mi cuerpo, estoy aproximadamente a 2 metros de distancia de mi objetivo, y decido hacerme notar.

Si algo he aprendido de los hombres en mi corta vida es que ningún hombre puede resistirse a palabras dulces, un escote pronunciado y un buen trasero. Y afortunadamente esta noche cuento con todo lo anterior. El moreno de ojos cafés fija sus ojos en mi y me acerco tontamente como quien no quiere la cosa. Pongo mi cabello ahora rojizo hacia un lado mientras me siento a su lado en la barra.

—Un Whisky, en las rocas—le sonrió al bartender y el asiente.

—Una bebida un poco fuerte para una señorita ¿no?—el moreno habla fuerte por encima de la música y se que tengo toda su atención, le doy una media sonrisa mientras levanto los hombros.
El barman pone el whisky frente a mi y yo le doy un trago.

—¿Eres de por aquí?—me encanta su curiosidad.

Porque llamar su atención es mi unica intención y la razón de que este esta noche aquí.

—No—lo miro, con una mirada nada sutil, solo estoy creando un poco de tensión, quiero que se sienta intrigado por mi—¿Tu si?

—Si... Soy Fabien por cierto—me extiende su mano y yo la acepto.

—Soy Daisy—el sujeta mi mano y se la lleva a los labios para besarla, me muerdo el labio inferior y el me mira victorioso como si hubiera tenido el gesto más romántico de todos, me da nauseas.

—Un placer Daisy... Lindo nombre—Si tan solo supiera que no es mi verdadero nombre.

En mi mente ya he rodeado los ojos más de mil veces en los 5 minutos que tengo frente a este hombre.

Se podría decir que es bastante guapo, pero eso no significa nada para mi, la verdad es que nunca he sentido nada por ningún hombre, lo cual me pone en ventaja para lograr mis objetivos.

—No tienes que hacer tantos cumplidos—le doy una media sonrisa—Solo vamos a arriba.

Su rostro es absolutamente una sorpresa.

—Vaya que eres inesperada, vamos arriba... tengo una habitación reservada en este hotel.

Ambos caminamos a las afueras del bar atravesando el casino con dirección al elevador, respiro profundo, viene la peor parte.

Al cerrarse las puertas del ascensor Fabien me arrincona en una esquina y pone su mano sobre uno de mis pechos y comienza a acariciarlo y estrujarlo por encima de la tela del vestido, intenta besarme los labios pero yo lo evito así que sus labios terminan en mi cuello, y me besa allí hasta que el ascensor llega a el piso indicado.

Que asco》

El sale del ascensor y yo lo sigo, hasta su habitación. Ni bien hemos cerrado la puerta, se gira buscándome, esta ansioso, o desesperado, pero yo no lo dejo continuar, lo empujó hasta dejarlo sobre la cama y me subo a horcajadas encima de el.

—A mi me gusta tener el control—le sonrío —¿Esta bien?—el asiente feliz, tiene una sonrisa enorme.

Ni se imagina que va al matadero》.

No podria imaginarse lo que le viene.

Puedo sentir su cuerpo bajo el mio e intento mantener la calma para no salir corriendo de allí, le doy una sonrisa mientras saco mi querida daga de su escondite en mi muslo y sin darle tiempo de decir algo más termino mi trabajo, clavando la daga en su pecho, al principio lucha, intenta quitarme de encima pero ya no hay nada más que hacer su camisa blanca esta cubierta de sangre.

—Lo siento mucho querido—en pocos segundos ya está muerto.

Retiro el arma de su pecho sin dejar rastro.

Me siento asqueada, por lo general no me gusta que los hombres me toquen y este tuvo oportunidad de hacerlo, aunque para ser honesta no parecía mala persona.

Los hombres se dejan llevar de sus impulsos y terminan en estas situaciones.

Es que nunca podría en mi sano juicio tener sexo con una persona que conocí hace 10 minutos.

O tener sexo en general》.

Buen punto.

Eso les pasa por dejarse llevar por sus hormonas, claro que eso tambien facilita mi trabajo.

Veo el cuerpo del hombre tendido en la cama y siento algo de pena, pero ya no hay nada que hacer.

Busco en su portafolios el documento que me ha traído a esta misión.

A veces me parece increíble que alguien tenga que morir solo por tener información de la cual no debe saber. No parece haber nada interesante en los documentos, así que me los llevo todos, guardo todos los papeles dejando todo tal como estaba y después de limpiar cualquier rastro que pudiera dejarme en evidencia me voy por la puerta.

Subo por las escaleras de emergencia hasta el siguiente piso y abro mi habitación, entro rápidamente me quito la ropa llamativa y seductora, me quito la peluca dejando mis desordenados y rubios cabellos al aire, me quito los lentes de contacto negros, dejando mis ojos azules por naturaleza al descubierto, pongo mi peluca y la ropa que recién me quite en un pequeño saco dentro de mi mochila y me pongo mi ropa habitual, unos jeans skinny, tenis blancos y un hoodie blanco oversize, y un gorrito de lana amarillo, mis gafas, y tomo mi mochila, donde guardo los papeles que he tomado, sin dejar nada que evidencie mi estadía aquí, me retiro del hotel devolviendo la llave en recepción.

—Hasta luego señorita Mendoza, vuelva pronto—se despide el recepcionista y yo le respondo con una sonrisa.

Al salir por las puertas giratorias escucho las sirenas y un par de segundos después veo unas 3 patrullas estacionarse a la entrada.

Carajo

Si que han llegado pronto los policias, por lo general ni me cruzo con ellos.

Pero no me asusto, sigo mi camino con calma, me subo a un taxi y me marchó, mi trabajo aquí ha terminado.

Es hora de volver a casa.

Asesina de Hombres || Matt Smith & Milly AlcockDonde viven las historias. Descúbrelo ahora