Capítulo 4

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Había muchísima gente y ya me estaba empezando a agobiar.

Me encontraba en los asientos del público que están al lado del banquillo, en primera fila.

Al rededor mío estaban los técnicos de la selección y algunos jugadores que habían tenido molestias los últimos días.

Faltaban solo 15 minutos para que el partido comenzara, y aunque estuviésemos en Milán, casi todas las personas que llenaban el estadio de San Siro, eran españoles. Franceses había muy pocos. Mejor la verdad, les tengo un poco de asco a los de Francia.

Los jugadores saltaron al campo para comenzar con los estiramientos y el "entrenamiento" que hacían antes del partido. La grada comenzó a gritar y a alentarlos. Y yo no iba a ser menos, asi que me levanté y empecé a aplaudir.

Enseguida visualicé a Gavi haciendo ejercicios. Me quede un rato mirándolo, hasta que este levantó la mirada y me miro directamente a los ojos. Me sonrió, guiño el ojo y siguió a lo suyo.

No voy a decir que se me escapó un sonrisita, ni voy a decir que me puse un poco roja y nerviosa. Pero que no lo diga no quiere decir que no sea verdad...

Me senté de nuevo en mi asiento, el partido estaba apunto de comenzar.

La verdad, es que tenía había estado teniendo bastante miedo por si Fede me esperaba en la puerta del hotel. Temía que me amenazara para no contarle a nadie lo que había pasado, o me hiciera algo peor. Por eso no salí de mi habitación hasta la hora de comer.

- ¿Y esa cara? ¿Te han dao un susto?- preguntó Gavi, sentándose enfrente mio en la mesa. Exactamente como ayer.

- No pasa nada, tranquilo.

- Sandra... Dime que te pasa, niña- insistió.

- Bueno...- acabe cediendo- La verdad es que tengo algo miedo por si el gilipollas ese  se presenta en el hotel con alguna intención de...

- No digas ni pienses eso- me cortó Gavi. 

Yo miraba hacía abajo todo el rato, me daba vergüenza que me viera tan vulnerable, y él lo notó.

- Escúchame- dijo Gavi agarrando mis manos. Levante la mirada y le mire a los ojos- No voy a dejar que ese cabrón te haga nada. Ni él ni nadie. Me voy a encargar de eso, no te preocupes.

Y sonreí, sonreí de verdad. Por primera vez en mucho tiempo escuchaba cómo le importaba a alguien que no fueran mis padres. A este chico que le había tocado tanto los cojones, al que había tratado como la mierda, al que juraría que no me aguantaba... le importaba, le importaba de verdad. No estaba conmigo ni me protegía por interés. Era porque él quería.

Había estado toda la noche anterior vigilándome y ahora estaba preocupado por mí, porque le importaba.

Y no pude evitar sentirme especial.

- Gracias- respondí a Gavi sonriendo. Era el "gracias" y la sonrisa más sincera que me había salido en la vida. Y creo que él se dio cuenta.

- No las des, niña.- respondió él, también sonriendo.

Al pensar toda esa situación, volví a sonreír inconscientemente, pero algo hizo que volviera a la realidad. Algo como el pitido de inicio de partido y miles de personas gritando y vitoreando. Había comenzado el partido. La final de la liga de las naciones

Llevábamos 40 minutos de partido. Nada de nada. Ni un gol ni nada. Pero las emociones y los sustos eran fuertes. No me acordaba de esto, hacía mucho tiempo que no veía un partido importante.

España estaba jugando bastante bien. O eso creo.

Si os digo lo verdad, no me reconocía a mi misma cuando cantaba, me podía de pie, daba palmas, me quejaba al arbitro o insultaba a los franceses. Pero lo estaba pasando bien.

Huracán || Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora