Capítulo 18

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-¿Cómo puede hacer tanto calor si estamos en invierno?- pregunté algo agobiada mientras salíamos del avión.

Era 24 de febrero, y había un puente de 4 días por carnavales. Yo acababa de terminar los exámenes globales del segundo trimestre, y Pablo no tenía ningún partido durante todo el puente. Así que no lo pensamos dos veces y decidimos tomarnos unas mini vacaciones, pero no sabíamos a donde.

Hasta que hace unos cuatro días Pablo me llamo y dijo que se le había ocurrido ir a su pueblo para que pueda conocer a su familia, ya que por fin éramos oficialmente pareja.

Me lo había pedido el uno de febrero, de una forma muy sencilla y preciosa.
Cenita en nuestro sitio especial, luces, flores y un "Me gustaría empezar a decir oficialmente que soy tu novio" por parte de Pablo.
Y no me hizo falta ni pensarlo.

Pero si que tuve dudas sobre pasar el puente con su familia ¿Y si alguno no le caigo bien? ¿Y si digo algo y meto la pata? ¿Y si no encajo?
Todas esas preguntas rondaban por mi cabeza. Pablo me dijo que era normal que tuviese esos "miedos", pero que no me preocupase. Que ya les conocí en aquel partido hace ya unos cuantos meses,  y que les caí muy bien. Además,  su madre estaba encantada conmigo, y su opinión  era la que realmente me importaba.

Cogimos las maletas y nos dirigimos hacia la salida del aeropuerto. Eran las 20:30h  y aunque estuviésemos en febrero, en Sevilla hacía un calor de cojones.

En cuanto salimos, vi a los padres de Pablo esperarnos con una sonrisa.

-¡Cuánto tiempo cariño!- me dijo su madre mientras me daba un abrazo- ¿Qué tal todo? ¿El viaje muy largo? Pareces agobiada, ¿tienes mucho calor?

-Mamá, le estás agobiando tú- dijo su hijo, y yo le di un golpecito en el brazo.

-Todo muy bien. Y si hace algo de calor, pero es soportable- le respondí a sus preguntas con una sonrisa que ella me devolvió acompañada de un "Genial". Esta mujer es un encanto.

Después, Belén fue a dar un abrazo a Pablo mientras su marido me daba dos besos como saludo. Cogió nuestras maletas y las puso en el maletero.

-¡Ale, ale! Montaos en el coche, que están todos tus primos y tíos esperando a que lleguéis para empezar a comer.

Miré sorprendida a Pablo. Habíamos hablado de estar con sus padres y su hermana, quizá con sus abuelos. Pero no había mencionado nada de conocer a todos sus primos y tíos, que según lo que me ha contado el sevillano, no son pocos. Para nada.

El solo me miró y se rió. Y yo casi me lo cargo.

...........

- ¡Ya estamos aquí!- gritó Belén mientras entraba a lo que supuse que era la casa de los Gavira.

Era una especie de chalet muy bonito, con un jardín bastante grande que rodeaba la casa.

Dejamos las maletas en la entrada y fuimos rápido a la terraza, donde nos estaba esperando el resto de la familia de Pablo.

-¡Me he dejao las bebidas en el coche!- dijo Belén- Ir yendo, ahora voy yo.

Llegamos a la parte trasera de la casa, de donde provenía un montón de ruido. Había muchísima gente: primos, tíos, abuelos, amigos cercanos a la familia...

Me quede paralizada delante de la puerta que daba a la terraza. No me atrevía entrar.

Pablo debió notar el pánico reflejado en mi cara, porque rápidamente me cogió de la mano.

-Tranquila, estoy aquí- me susurro mientras me apretaba la mano- Vamos allá- dijo mientras atravesamos aquella puerta.

En ese momento reino un silencio en aquel espacio.

Huracán || Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora