Capítulo 12

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"bebé, enloquécete por mí"

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Este capítulo contiene escenas con contenido para adultos.
Leer bajo propia responsabilidad.

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-Estoy hasta los cojones de ti, niña- dijo Pablo mientras tiraba el mando de la play a otro sillón.

Eran las siete de la tarde de un domingo. Mis padres se habían ido con mi hermana y con unos amigos a pasar la tarde, y no volverían hasta las diez o así.
Y como yo  no tenía nada que hacer porque en dos días nos dan las vacaciones de Navidad y me aburría demasiado sola en casa, decidí llamar al sevillano.

Y ahora estaba perdiendo contra mí en el FIFA. En fin, así es la vida.

-No te piques.- dije mientras me ponía encima de él y le abrazaba.

-Tarde, ya estoy enfadado. A ver cómo haces para que me desenfade.- dijo mirándome con expresión seria.

Cogí su carita rodeándola con las dos manos y comencé a darle besos por todas partes. Al principio se hizo el duro, pero luego no pudo evitar reírse y devolverme los besitos.

Comenzó a hacerme cosquillas. Odio que me hagan cosquillas.

-¡Pablo para!- grité mientras intentaba escapar de él. Pero obviamente no me hizo caso.

Me cogió de la cintura y cambió las posiciones.  Ahora yo estaba tumbada en el sofá, y él posicionado encima mío, apoyando un brazo en el sofá para no aplastarme.

Paró con las cosquillas por fin y comenzó a darme besos. Al principio eran lentos y tiernos, pero la intensidad fue subiendo en poco tiempo.

Ahora nos estábamos besando con mucha pasión. Nos estábamos prácticamente devorando.

Pasó de mis labios y comenzó a devorarme el cuello. Luego fue bajando. Repartió besos por mi clavícula, me quitó la camiseta y también se la quitó él. Claramente yo no tenía sujetador, por mi casa nunca lo llevo. Pablo se sorprendió un poco, pero la cara de asombro se transformó rápidamente en una sonrisa pícara.

Siguió bajando y pasó a besar mis pechos a la vez que los masajeaba con ambas manos. Eso sí que me ponía a mil, y él lo noto. Así que siguió un rato. Luego pasó a besar mi abdomen, hasta llegar a mi zona íntima. Se deshizo también de mis pantalones y me quedé en tanga. Comenzó a masajearme por encima de mi ropa interior. Me estaba torturando.

-Pablo- dije en una especie de gemido suave- Haz algo, por favor- le supliqué.

El volvió a sonreír de esa forma. Me estaba volviendo loca.

Me bajó el tanga rápidamente e introdujo un par de dedos en mí. Arqueé la espalda un poco, lo había hecho muy rápido. Comenzó a mover los dedos rápidamente dentro de mí en vaivén. Así estuvo un rato hasta que noté lo grande que estaba su erección.

-Pablo, ya por favor- le volví a suplicar. Él me miró y volvió a sonreír. Saco de su bolsillo un condón, el cabrón ya venía preparado.

Se quitó rápidamente los pantalones y el bóxer, y se colocó el condón. Madre mía lo que tiene ahí a bajo este chaval.
Colocó su miembro en mi entrada y me miró buscando mi aprobación. Yo asentí y el entró dentro de mí lentamente provocando un gemido de mi parte.
Primero hizo embestidas lentas, y eso me estaba matando. Así que empezó a moverse más rápido y más bruscamente. Me estaba follando duro.

-Eres mía- dijo en una especie de gruñido.

Yo asentí con efusividad.

-Toda tuya.

Huracán || Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora