Capítulo7 "Un camino difícil"

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¡Profesor! ¡Profesor! -exclamó Gordon cuando entró al cuartel-, ¡Ya tengo la información que necesitamos! ¡Ya sé cómo llegar a la pirámide!

-¡Excelente! -respondió el profesor Malus, quien no se había separado de la esmeralda y la contemplaba con mirada de loco- ¿Qué tienes para mí?

-La pirámide está en la Selva de los Ríos Secretos. Hay que llegar a Roca Marina e ir por mar, pero según dicen, es tan peligroso que ningún marinero está dispuesto a hacer el viaje.

-Les pagaremos con piedras preciosas, Gordon -con testó Malunfus-. Tenemos muuuchas piedras preciosas que no valen nada, comparadas con la esmeralda. ¡No! Mejor aún: iremos en una lancha de propulsión y llegaremos en un momento. ¿Tienes las fotos del mapa tal y como te pedi?

-Sí, profesor. Soy el rey del camuflaje. Vestido de científico pude entrar rápidamente a tomarlas antes de que la doctora les diera la copia del mapa. Después me quedé fuera escuchando dónde se encontraba ese lugar y qué puerto era el mejor para salir hacia la selva.

-No eres tan tonto como pensaba, cabeza de chorlito. Parece que tienes algo más que pelo repeinado y engominado en esa cabeza. ¡Al muelle! -exclamó el profesor-. No hay tiempo que perder.Esos feos criajos no se quedarán con mi otra mitad de la esmeralda.

Malus Malunfus y Gordon parecian personajes de caricaturas: Malunfus era muy bajito, calvo y con gafas de culo de botella; Gordon, todo lo contrario: era grande, apuesto y muy presumido, probablemente trabajaba con el profesor para conseguir dinero para comprarse un mejor peine o una mejor gomina que aguantase ese pelo. Su motivación era tan intensa que siempre se las ingeniaba para conseguir lo que hiciera fata. Debido a su gran altura y corpulencia, siempre estaba hambriento, por lo que debían cargar con comida extra o de lo contrario, se quejaría de la falta de energía y al menor esfuerzo se quedaría dormido.

Hicieron el viaje al muelle en tiempo récord. Una vez que tuvieron la lancha de propulsión, Malus Malunfus puso las coordenadas en un GPS y salieron disparados, con Gordon al volante, rompiendo la tranquilidad de ese día soleado en la playa. Gordon se sentía como todo un galán, lo único malo era que no llevaba de paseo a una atractiva chica, sino a su jefe poco agraciado.

-Parece que tendremos el mejor de los viajes, mi querido secuaz -dijo el profesor, poniéndose sus gafas de sol.

No había pasado ni una hora cuando un nubarrón muy negro se posó encima de su lancha y empezó a llover. La lluvia caía cada vez con más fuerza, lo que obligó a Gordon a ponerse la gorra con sombrillita que normalmente usaba para el sol.

-¡Más cuidado, pedazo de inútil! -regañó el profesor a Gordon al dar un peligroso brinco en su asiento. Tuvo que poner se doble cinturón de seguridad para no salir volando-. Podemos volcar y no me conocen por ser el mejor nadador del mundo.

-¡No soy yo, profesor! Algo ha golpeado la lancha. Tendré que aumentar la velocidad para que lleguemos a la costa cuanto antes.

-¡Ouuuch! -exclamaron los dos en la siguiente sacudida. Inmediatamente se quedaron mudos: ¡delante de ellos estaba el kraken! El monstruo marino extendió sus tentáculos y la lancha se movió de un lado a otro, haciendo que el profesor

 Inmediatamente se quedaron mudos: ¡delante de ellos estaba el kraken! El monstruo marino extendió sus tentáculos y la lancha se movió de un lado a otro, haciendo que el profesor

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Invictor y Mayo en busca de la Esmeralda perdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora