34. Eᥒᥴᥙᥱᥒtr᥆.

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Apenas llegaron, Bright quedó sorprendido con la casa de su novio que parecía más una mansión. Tenía dos pisos, una piscina de treinta metros de largo y pequeñas mesas afuera acompañadas de unas sillas. Se asemejaba a una casa con la que soñaría cualquier simple mortal.

Las luces eran demasiadas. Como era de noche, eran muy notables. Su única función era alumbrar algunas paredes y habitaciones, incluso la piscina para que se pudiese destacar su característico color celeste.

Win se giró a ver al castaño porque no daba pasos rápidos para llegar a la casa. Al contrario, en cada uno, se quedaba apreciando los detalles de esa gigantesca residencia, ya que nunca antes había visto una de tantos lujos. A comparación a la suya, iba a quedar como un pobre que necesita urgentemente un trabajo.

—¿Bright? —preguntó entre risas.

—¿Ah?

—¿Entramos o qué?

Bright aceleró el paso, pero sin dejar de pegar el ojo.

—Mi casa es un poroto al lado de la tuya.

—¡Bright! No te quejes. Tu casa es una casa normal y lo suficientemente acogedora. Yo, en la mía, aún así me aburro mucho.

Bright dejó de ver la casa y puso toda su atención en Win. Lo asombró esa última frase.

—¿Por? Seguro tienes una sala de juegos.

—Agh, pero con los mismos juegos, y cuando ya los juegas demasiado, te aburres.

—Dios, tú también... te aburres rápido.

—¡Ponte en mi lugar! Tú también te aburrirías. Además, tienes el privilegio de vivir cerca de un río, bajo las estrellas... y escuchas al agua chocar con las rocas.

—Qué cursi. —Win le golpeó en el hombro con molestia. Odiaba que Bright no apreciara su casa—. ¿Auch?

—Puto bebé sol.

—¡Hey! Eso no fue un tic. —Win, para evitar cualquier peligro, se fue corriendo hasta la puerta principal a tocar el timbre, por lo que Bright aceleró aún más el paso para alcanzarlo—. Metawin... ¡Hey, Metawin! ¡Ven para acá!

—No escucho, no escucho, soy un palo, tengo orejas de pescado —dijo cubriéndose los oídos mientras esperaba a que les abrieran la puerta.

—Win, sé cuándo es un tic y cuándo no.

—No escucho, no escucho, soy un palo, tengo orejas de pescado.

—A ver, pescado... ¿podrías escucharme por un maldito segundo?

—No escucho, no escucho, soy un palo, tengo orejas de pescado.

—Me comí tus Snack Jack antes de salir.

—¡¿Qué?!

Bright sonrió picaramente.

—Caíste.

—¡Te dije que no los comas! ¡Gordo obeso, hep!

—Wow... hace unas horas dijiste que estaba bueno. Qué triste. —Bright se dio vuelta, actuando indignado.

—¿Eh? ¡Pero eso también fue un tic! ¡Hep! —El castaño estaba cruzado de brazos. Ahora era él el que aplicaba la frase "no escucho, no escucho, soy un palo, tengo orejas de pescado"—. ¿Bright? ¡Escúchame! ¡Hep! Es cierto que estás buenísimo pero eso fue un tic, un tic que se me salió. Si me pones más nervioso de lo que estoy, en algún momento te clavaré los dedos en los ojos.

ིི۪۪۫۫ꦿ֗ Just Good Friends? - BrightWinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora