C A P I T U L O 1

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Sábado

Mis pies tocaron por primera vez el asfalto de Madrid, respiré profundo mirando a mi alrededor. Estaba ansiosa por llegar por fin a mi nuevo hogar y por conocer la ciudad, así que caminé todo lo deprisa que pude por aquel aeropuerto.

Minutos después estaba esperando a que mi bonita maleta turquesa llegase hasta mí, veía a todas las personas recoger sus pertenencias y yo seguía allí, como una boba, esperando a que la mía llegase.

Por fin la vi de lejos y no esperé ni a que llegara a mí si no que fui yo hacia ella. La cogí como pude y salí de aquel aeropuerto para así buscar un taxi que me llevase a mi nuevo apartamento.

Después de veinte minutos llegamos al apartamento, le di las gracias y por supuesto le pagué.

Fue tan amable que me sacó la maleta del maletero, con ella a cuestas entré.

La primera impresión fue buena, bastante buena. Mejor dicho, ¡me encantaba!

Entré en el ascensor, había un chico dentro. Era guapo y parecía majo, rápidamente sacudí mis pensamientos. No quería comenzar a pensar en chicos.

Stop, hormonas.

-Hola, ¿A qué piso vas?

-Al quinto.

-¿En serio? - Dijo mientras pulsaba el botón

-Sí.

-También voy al quinto.

-Oh, somos vecinos.

-Sí, supongo. – Dijo con una dulce sonrisa

-¿Qué número eres?

-El A.

-¿El A?

-Sí.

-¡Como mi novia!

-¿En serio? Osea, ¿tu novia es mi compañera de piso?

-Sí.

Sonreí y de repente todos aquellos pensamientos que había tenido a cerca de él, desaparecieron. No, no podía tener esa clase de pensamientos con el novio de mi compañera de piso.

Entonces mi mente recordó algo, el día en el que su novia me contó a través de Skype que su novio se iría a vivir cerca de nosotras. Hubiese podido decir que era nuestro vecino, hubiese sido todo más concreto.

Mientras yo pensaba esa clase de cosas, el ascensor había parado y el novio de mi compañera de piso me estaba hablando.

-Oh perdona, estaba en mis pensamientos. – Dije avergonzada

-No pasa nada. – Rió – Hemos llegado, ¿te ayudo?

-No, no hace falta. – Encima que me quedo en las nubes y le ignoro ¿Me quiere ayudar? Pues que majo, oye

Cogí mi maleta turquesa y salí del ascensor, le di las gracias ya que me estaba aguantando la puerta.

Estábamos en frente de mi casa, me hacía tanta ilusión decir MI CASA. Quería gritar, necesitaba gritar pero entonces aquel chico tan majo huiría de mí. No quería eso.

Llamó al timbre y yo esperé con una gran sonrisa a que Yeni, mi compañera de piso, abriese la puerta.

-Cariño, por fin llegas eres un len...– Paró en seco al abrir la puerta y ver que era yo la que estaba delante – Oh, Lisa. ¡Eres tú!

-Sí, ¡la misma!

Yeni se abalanzó sobre mí y me abrazó fuerte, creo que iba a morir asfixiada entre sus brazos y sería una pena morir sin haber conocido profundamente Madrid.

Besos prohibidos. {xriz}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora