C A P I T U L O 22

726 41 27
                                    


Julio.

Viernes.

Era Viernes y me sentía totalmente hiperactiva, no porque comenzase el fin de semana si no porque Cristian llevaba una semana poniéndome de los nervios.

Este era el último fin de semana que pasábamos juntos, el miércoles se marcharía a Ámerica y luego a Francia por dos años. Iba a echarle de menos pero me ilusionaba el hecho de que él cumpliese su sueño y fuese feliz.

-¿Lista? ¡Queda poco! – Escribió con el icono de la lengua

-Cállate ya, ¿Dónde iremos?

-Ya lo sabrás, seguro que te encanta.

Salí del trabajo y esperé a Cristian en un descampado cercano, me había dicho que era necesario que me llevase ropa para un fin de semana y así lo hice.

-Vamos, ¡sube!

Subí al coche y le miré feliz, estaba demasiado nerviosa.

-¿Qué te pasa?

-¡Que me tienes nerviosa y no puedo parar de sonreír y reírme por todo!

Él soltó una carcajada y yo le pellizqué el hombro.

-Au, que voy conduciendo. – Dijo mirándome mal – Vamos a tardar un poco, vamos a un pueblo un poco abandonado.

-¿Por qué me llevarás ahí?

-Porque quiero hacer cosas contigo, como salir por ejemplo. Allí no hay peligro, ¿sabes?

-Oh, genial.

Me quedé dormida a la media hora de camino, cuando desperté estábamos entrando en un subterráneo.

-Buenas noches. – Susurró Crisitan

-¿Llegamos?

-Sí, aparcamos y vamos a la habitación a dejar todo.

Me quedé en un rincón esperando a Cristian y luego subimos al ascensor para ir a nuestra habitación, la 227.

-¡Me encanta! – Dije asombrada

Dejamos las mochilas en un rincón y salí al balcón a observar las vistas, podía verse casi todo el pueblo desde allí y ¡me encantaba!

-¡Me encanta!

-A mí también. – Dijo agarrando mi cintura

Besó mi cuello y luego dijo que debíamos ducharnos y cambiarnos de ropa para así ir a cenar a alguna parte.

-Pues sí que está solitario este pueblo.

-Casi todo está cerrado, está completamente abandonado ya.

-Es una pena.

-Lo es.

Entramos en un bar pequeño y pedimos algo de comer, no gran cosa.

Comimos entre risas y recordando meses atrás, escuchar a Cristian reír cada vez que recordaba algo hacía que me temblase el cuerpo.

Después de cenar fuimos a una pequeña plazoleta y nos sentamos en un banco, frente a un pequeño río.

Miré a Cristian, él estaba mirando como el agua iba en una misma dirección mientras jugaba con mis dedos.

Verle ahí, a mi lado, me hizo sentirme afortunada. No siempre se conseguía a alguien como él, podría decir que nunca encontré a alguien como él. No sé exactamente que es, pero él me ha hecho sentir lo que ninguna persona ha sido capaz.

Besos prohibidos. {xriz}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora