C A P I T U L O 5

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Viernes.

El transcurso de la semana fue bien, mucho trabajo y pocas horas durmiendo ya que Yeni y yo decidimos echarle una mano a Gud con un trabajo de clase.

El Viernes por la tarde yo seguía pensando en la excusa que iba a poner, se supone que a las ocho tendría que estar en la estación de tren.

-Chicas. – Dije apareciendo por el salón con un zumo de melocotón en la boca

-¿Qué pasa? – Dijo Yeni mientras tecleaba a toda velocidad

-Me voy a las ocho, mañana volveré.

-¿Y eso?

No había pensado la excusa pero las había llamado, soy tonta y quien diga lo contrario miente.

-¿Y eso? – Repitió Yeni

-Una amiga viene hoy y estaré con ella esta noche en su casa.

-Ah, bien. ¿Cómo se llama? – Preguntó Gud. ¿Para que quieren saber tanto, coño?

-Daniela.

-Nunca nos hablaste de ella.

-No sé, no ha surgido el día. Supongo. – Me miraron pero ninguna dijo nada – Bueno, voy a preparar las cosas.

-Vale. – Dijeron a la vez

Corrí hasta mi habitación y metí todo lo necesario en una mochila, no sabía exactamente si se lo habían tragado pero mientras no supieran que con el que me iba era con Cristian, todo iba perfecto.

Me despedí de ellas y cogí un autobús, en la estación esperé impaciente a Cristian. Se supone que iba a recogerme ahí, a pesar de decirle mil veces que no era buena idea.

Su voz diciendo un 'Sube' me sacó de mis pensamientos, subí al coche sin ni si quiera quitarme la mochila de la espalda.

Cuando estuvimos lejos me la quité de la espalda y la puse en el asiento de atrás, Cristian paró de golpe y puso el intermitente.

-¿Qué haces? – Dije mirándolo y frunciendo el ceño

Cristian agarró mi camisa, me atrajo hacia él y me besó.

-Joder. – Respondí

-Si te pones camisas voy a hacerlo todo el tiempo.

Después de eso siguió conduciendo, minutos después de despertar de mi estado de asombro miré por la ventana. Cansada de ver árboles pasar, me dejé caer contra la ventana y miré a Cristian.

Conducía serio y mirando al frente, sus manos agarraban con fuerza el volante.

Iba muy sexy con esa camiseta negra y esos pantalones vaqueros. Creo que me ponía fuese como fuese.

Me miró y sonrió, le devolví la sonrisa.

-Me vas a gastar.

-Me da igual.

-Si me gastas dejaré de existir.

-Volveré a crearte. – Ante esto sonrió y sentí como me quemaba por dentro – ¿Qué haremos en la casa?

-Paciencia.

Media hora después llegamos a la casa, puso el coche en el aparcamiento y nada mas bajar del coche vi la casa.

Era pequeña y acogedora, se veía muy bien cuidada.

-Vamos dentro. Cojo tu mochila. – Me dijo – Toma – Dijo dándome unas llaves

Fui hasta la puerta principal y metí la llave en la cerradura, abrí la puerta y comencé a ver la casa por dentro.

Tenía dos habitaciones pequeñas al igual que la cocina y el baño, el salón era bastante grande.

Besos prohibidos. {xriz}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora