Ingresar a una nueva escuela siempre es aterrador para mí, pero esta vez es diferente. Esto no es una escuela, es un centro de entrenamiento. Además, no hay ni un alma aquí; somos los primeros en entrar, los conejillos de indias, las primeras víctimas, carne fresca... Perdón, la verdad es que estoy muy nervioso.
Es un aula para 50 personas y solo somos 7. Los rumores sobre lo que nos harían en este lugar asustaron a muchos padres, quienes cancelaron el traslado de sus hijos en el último momento. Mi madre, por otro lado, está muy tranquila. Según sus palabras: "Ya estás grande para cuidarte solo, y confío en que no harás ninguna pendejada". Juro por Dios que amo a esa mujer. Nos ha cuidado a mis hermanos y a mí desde que mi padre murió cuando éramos muy jóvenes. Nos enseñó a valernos por nosotros mismos y nos dio todo lo necesario para ser hombres de bien, aunque a veces no nos gustaran sus métodos.
Una vez más, me disculpo, estoy muy nervioso. Llevamos 20 minutos sentados y nadie ha venido a darnos la bienvenida. Los demás están en sus celulares porque tampoco se conocen entre sí. Yo haría lo mismo, pero mi teléfono es un ladrillo que solo hace llamadas o envía mensajes de texto. Estoy muy desconectado de las redes sociales, así que solo me relajo y cierro los ojos en una posición cómoda.
20 minutos después...
¿Cuánto tiempo más va a tardar esto? Ya me estoy desesperando. Mi pierna no deja de moverse y no logro calmar mis pensamientos.
Entra un hombre vestido de traje, sin decir nada. Solo se sienta en el escritorio, y todos, al verlo, dejan lo que hacían para prestarle atención.
—Buenas tardes, mi nombre es Charle, seré su instructor a partir de hoy —dijo, y murmuró en voz baja—: "Solo 7".
Este hombre me hace sentir como si estuviera a punto de recibir entrenamiento de un abogado; tiene una especie de aura británica que se nota mucho.
Después de esa breve introducción, nos pidió que lo acompañáramos al patio de entrenamiento. Aproveché la oportunidad para echar un vistazo a las instalaciones mientras caminábamos. Nos llevó por un pasillo largo, parecido al de un hotel, y a través de las puertas laterales vi el comedor, que no era muy diferente al de una escuela estadounidense. También observé una especie de laboratorio con máquinas que jamás había visto en mi vida. Antes de que dijera algo más, Charle anunció:
—Esta es la enfermería. Si algún día salen heridos, aquí es donde los curarán. Está equipada con tecnología de punta, gracias a los avances hechos debido a la necesidad mundial de entender el brote de habilidades nuevas.
Entiendo a qué se refiere Charle. El mundo ha cambiado demasiado en solo un par de años. La sociedad no estaba preparada para esto, y los esfuerzos para controlar la situación fueron mayores que los de la última pandemia global, hace una década. El patio trasero de este lugar es sencillo, del tamaño de una cancha de baloncesto. No hay paredes, solo cuatro pilares que sostienen un techo metálico de color azul. Mientras yo admiraba el paisaje, Charle sacó de su saco un dispositivo que parecía un celular, pero más grueso. Al parecer, ahí lleva nuestros expedientes médicos e información sobre nosotros.
—Marisol, ve al centro del patio y muéstranos tu habilidad. Los demás, tomen asiento en las gradas —dijo.
Después de eso, presionó un botón en su dispositivo, y el suelo a la derecha se elevó para formar asientos. Ahora parecía aún más una cancha de baloncesto; solo faltaban los aros. El jardín alrededor de la cancha tenía un hermoso césped verde y algunas flores. A lo lejos, se veía un árbol de limón. De alguna manera, me alegraba que no hubiera paredes que nos aislaran del mundo exterior. Estando fuera de la ciudad, no teníamos que temer lastimar a las personas por error. Observé mejor el suelo y noté que estaba dividido en cubos, lo que permitió que los asientos surgieran del suelo. Sin embargo, el techo estaba mal diseñado, porque no cubría a las personas en los asientos, solo a quienes estaban dentro de la cancha.
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súper poderes y sexo edicion final
ActionJóvenes que consiguen poderes en situaciones peligrosas, pierden la capacidad de reproducirce. Aunque sus cuerpos éxitados piden a gritos sexo para intentarlo. Debería ponele un mejor nombre a la historia Uso una inteligencia artificial para corregi...