29. El primer Klein cayó

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Capítulo 29. El primer Klein cayó

Ella sabía que debía quemar los puentes que iba pasando.

Era la única manera de seguir adelante.


Abro la puerta del departamento escuchando el sonido que hacen las chicas arreglando el lugar para el juego de esta noche.

—¿Por qué Tai Klein te está esperando en tu habitación? —Es lo primero que me dice Violet cuando entro a la sala.

Frunzo la frente confundida por el arrebato de sus palabras.

Esto es inesperado.

Subo sin darle explicaciones a mi amiga, las escaleras se sienten como subir una montaña en este momento. Todo se siente cuesta arriba y llegar a la cima es de lo que tengo miedo porque la caída me va a doler.

Está parado cerca de la ventana extensa, mirando hacia el horizonte y nota mi presencia porque voltea la cabeza pero sin verme en realidad.

—Esta sección de la casa no está permitida para los jugadores, señor Klein.

—Ya lo sé todo —responde con voz ronca.

Mi cuerpo adopta una guardia alta porque me siento expuesta de mil maneras.

¿Él sabe que los he estado espiando? ¿Él sabe sobre mamá? ¿Sabe sobre...?

—Yo no...

—¿Creíste que no me enteraría? ¿Que no nos enteraríamos? ¿Crees que puedes jugar con los tres y que nunca lo sabríamos?

No es lo que dice lo que me alarma, es cómo lo dice.

Da un paso más, y otro más. No me muevo de donde estoy, no correré de la catástrofe que sabía que algún día vendría.

Su rostro autoritario me hace volver a pensar en lo que he hecho. Pero no, no me arrepiento de lo que hice. El arrepentimiento es para los cobardes.

—Sabía que se iban a enterar, no creí que sería tan pronto —digo con simpleza.

—Tú, solo tú podrías hacer que nos destruyamos entre nosotros. ¿Lo más gracioso? Es que ellos no lo saben. Suelen llegar a ser —mueve la mano en el aire—, muy despistados. Teinner dice que ha salido contigo varias veces, por consecuencia, Thomas se enfurece y cierra la puerta con fuerza. Teinner no tiene idea de lo que ha sucedido y Thomas cree que solo han salido. A pesar de que ellos pasan más tiempo juntos, no se dan cuenta de sus propias acciones. No se conocen aún, pero, yo los conozco, demasiado bien.

—¿Por qué no les has dicho? Eso es egoísta de tu parte. Siendo el hermano mayor deberías advertirles de las amenazas que pueden encontrarse en la esquina —recrimino cruzando los brazos.

Él ríe por lo bajo y da un paso más, sus brazos rozan la piel expuesta de mis brazos haciendo que ese sector se calienten con su toque.

La ceja que tiene cortada se enarca divertido de lo que he dicho.

—No eres una amenaza, eres la destrucción. Eso es lo que son las mujeres, la destrucción de los hombres y no seré yo el que me meta entre el fuego cruzado que podría haber. Seré el que esté disparando, porque en ningún momento dije que yo no estaba metido en la misma bolsa que mis hermanos.

Abro los ojos sorprendida por el atrevimiento de su respuesta.

Agacha la cabeza rozando sus labios contra los míos haciendo que se abran por la cercanía. Su aroma provoca que mis ojos se entrecierran, advirtiendo lo que podría suceder.

Barracuda ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora