pt.3

2 0 0
                                    

-Oh, bueno perdón si la pregunta estuvo fuera de lugar, pero quisiéramos saber si ah visto a un hombre de largos cabellos, facciones marcadas y ojos
celestes.

-No niñas, lo lamento no eh visto ni conozco a nadie con tales características.

-Bueno muchas gracias por la información. Pero quisiera hacerle otra pregunta.

-Adelante, pregunte lo que quiera, tratare de responder con toda la
sinceridad que me sea posible.

-¿Es usted Benjamín el noble?

-No… pero si lo fuera ¿Cómo lo hubieran descubierto?

-A decir verdad fue solo una pregunta señor, pero si quiere saber cómo llegue a sacar tales conclusiones, fue por su forma de vestir y también por su diente
de oro. Un mendigo no se quedaría con su diente de oro lo usaría para conseguir comida, salvo que el mendigo sea muy orgulloso y…

-¿Y?

En ese momento Saly se puso roja como un tomate al darse cuenta de todo lo que le estaba diciendo al mendigo. Luego de calmarse, siguió hablando pero cada vez se ponía más roja.

-En conclusión señor usted no es orgulloso. Así que eso me hace creer que usted es Benjamín el noble.

-Eres una niñita muy inteligente, ¿cómo te llamas?

Para esa pregunta no se escucho respuesta. El mendigo les sonrió y les dijo:

-Si niñas, soy Benjamín el noble

Al oír eso las niñas quedaron fascinadas con el hombre.

-Señor es usted muy amable por habernos contado, no se lo diremos a nadie

-Así me gusta, bueno chicas, que les vaya bien en su viaje.

-¡¡Gracias!!- dijeron ambas al unísono.

Luego de ese sorpresivo encuentro, las niñas partieron tras la pista del
hombre.

Una niña, dos misonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora