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A la mañana siguiente luego de haber caminado toda la noche llegaron a un pueblo donde las recibieron con los brazos abiertos.

En una de las casas se encontraron con cinco niños que al verlas pálidas por el sueño, y llenas
de raspones por las plantas, les prestaron camas y les dieron comida.

Al día siguiente las niñas escucharon que los chicos estaban hablando de ellas, entonces se pusieron a escucharlas desde detrás de la pared.

-Para mí que Wanda es la más linda- dijo uno.

-Yo creo que Saly lo es más- dijo otro.

-Ambas son buenas chicas, cada una es divertida por su parte- salto uno en defensa de las chicas.

Siguieron comentando los encantos de las chicas, las que cada vez se iban poniendo más rojas. La madre de los chicos al ver lo que estaba ocurriendo salió al rescate de las niñas.

Luego de haber logrado escapar de allí, las chicas fueron al mercado y allí obtuvieron comida, una soga, un cuchillo y un caballo.

Las chicas muy felices por su avance, partieron en el caballo.

Pasaron los días y las niñas iban viajando de pueblo en pueblo.

Hasta que un día en la noche cuando iban viajando, Saly enfermo.

-¡¡Aguanta Saly!!- le decía Wanda mientras tiraba con más fuerza las riendas del caballo.

A la madrugada llegaron a un paramo en el que se veía una casa rodeada de flores. Wanda pudo divisar a lo lejos un pequeño cerco que tenia animales.

Tocaron la puerta y un humilde señor les abrió. Al verlas el señor sintió compasión y las dejo pasar.

Dentro de la casa había una pequeña cocina, una cómoda sala de estar, un baño muy pequeño y una habitación en la que se podía ver una cama.

Cuando Wanda entro puso rápidamente a su hermana en un sillón y la tapo con una manta que encontró por allí.

La pobre niña temblaba, y estaba
constantemente levantando temperatura.

Una niña, dos misonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora