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-¡Eres la niña más inteligente que eh visto! Tienes razón, ¡Gastón no podrá decir nada porque será contado como traición!- decía con emoción Balsimir.

-Sí

-Me imagino que ya que es tu idea tu misma me acompañaras y me ayudaras a ejecutar este plan con perfección.

-Sí, si luego tengo el permiso de ir al castillo y entrar y salir cuando quiera.

-Te doy mi palabra.

Luego de esa charla ambos supieron en lo que estaban metidos, así que se esquiparon con alimentos, dos caballos y múltiples armas.

Los primeros tres días de viaje fueron simples, pero a medida de que se iban acercando al castillo la seguridad aumentaba. Hasta que en un momento se encontraron con un guardia, que al verlos decidió interrogarlos.

-Buenos días señor, ¿desean ver al rey Gastón?

-Sí, si es posible.

-¿Es para comentar una mala cosecha?

-Si.

-¿Y que traen de ofrenda a cambio de la mala cosecha?

-Una colección de cuchillos.

-Bueno, pueden pasar

Luego de esa charla con el guardia nadie más se interpuso en su camino.

Llegaron rápidamente al castillo, y se ocultaron en una habitación secreta de la cual nadie sabía, salvo Balsimir.

En la noche entraron en la habitación de Gastón, y tomaron la corona fácilmente ya que estaba apoyada sobre una mesita que había al lado de la cama. Cuando salieron de la habitación, decidieron preparar todo para el día siguiente.

Cuando se hizo de día ataron por sus pies y muñecas, también le pusieron un bozal para que no pueda decir palabra.

Al llegar a la sala del trono nadie
intento detenerlos ya que creían que era Gastón. Cuando salieron al balcón, la gente se acerco a ver que ocurría.

Una niña, dos misonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora