Elenor
¿Amor? ¿Qué de bueno me trajo eso? Me enamoré de la persona equivocada. Jamás podrá haber un <nosotros> Alexandre Spencer, mi inglés de dulce mirada. Mi amor por ti solo me hizo volverme débil ante los ojos de mis hermanos. Si quiero algún día liderar la empresa familiar, debo ignorar todo lo que siento por ti. Perdóname por esto.
Desde mi nacimiento fui odiada por mi madre; ella deseaba un varón y yo no lo fui. Después de darme a luz, ya no pudo tener más hijos. Mi padre siempre tuvo incontables amantes, de las cuales tres dieron a luz a hijos varones. Ellas siempre hacían menos a mi madre por el simple hecho de tener una hija. Estúpido. Pero al parecer, en mi familia, si quería ser tomada en serio, debería ser hombre y como eso no podía ser, solo había una solución: casarme. Con el estado actual de mi padre, el puesto de heredero estaba en constante disputa. Mi mayor competencia era Hitoshi, el resultado de una aventura que tuvo mi padre con una actriz japonesa. Pero estaba loco si creía que abandonaría mi derecho de nacimiento para entregarle la empresa a un bastardo como él.
Varias cosas jugaban en mi contra. Hitoshi tenía una esposa con un legado; su empresa era una de las importantes de EE. UU. Además, tenían hijos. Yo solo contaba con el hecho de que soy la única hija legítima y con el favor de los demás miembros de la junta.
—Señorita Lee, será compañera del Señor Miller. —Las palabras del Sr. Cooper me sacaron de mis pensamientos. Solo asentí con la cabeza y me levanté de mi asiento, intenté buscar a mi compañero con la mirada.
—Señorita Lee, me presento. Soy Jack Miller, su compañero. Presidente de la sociedad de alumnos y el mejor promedio de Constance. Si desea, yo puedo hacer el trabajo y colocar su nombre. —Un castaño de ojos azules se presentó delante mío y extendió su mano, supongo que esperando que la estrechara, lo cual hice.
Cada una de esas palabras apuñaló mi orgullo. Siempre había tenido que lidiar con la prensa que creía que todo lo que lograba era por mi apellido. Pero escucharlo delante de mí fue demasiado.
—Jack Miller, te vi en la ceremonia de bienvenida. Debes saber la fama que nos precede. —Dije con la mejor de mis sonrisas. Me senté y abrí mi libro para comenzar a trabajar. —Una palabra más como las que pronunciaste y esa beca que seguro tienes se irá.
El castaño se sentó al lado mío y me miró bastante extrañado.
—No era mi intención ofenderla, señorita. Yo solo lo decía porque, como los demás alumnos de Constance, aquellos con una dinastía tienen muchas cosas que hacer —mencionó mirándome directamente a los ojos. Por un momento, me sentí algo intimidada. —Además, siendo la heredera de un imperio como el suyo y recién llegando aquí, sus responsabilidades deben ser muchas. Por eso ofrecí mi ayuda.
Mierda. Tenía razón. Tenía reuniones con la junta de la empresa, teníamos que ver quién sería el sucesor de mi padre. Además, llegar a un nuevo lugar implicaba adecuarse y seguro tendría mucho que hacer estos días.
—Lo siento, Jack Miller. Fui muy brusca al responderte. Y no me digas señorita; suenas como un señor de 30 años.
En ese momento, Jack soltó una risa, la cual hizo que varios alumnos nos voltearan a ver. Hasta el profesor pareció interesado en saber cuál fue el motivo de risa de Jack.
—No te preocupes, Elenor. Pero debo admitir que al principio sí quería hacer todo yo solo porque creí que no sabrías nada sobre química avanzada. Ya sabes, por los rumores que circulan alrededor de ustedes.
—Eso fue cruel, Miller. Me agradas. Y sobre los rumores, son solo chismes de personas que los necesitan para vivir, lo cual es patético. —Jack Miller parecía bastante interesante. Nadie había tenido la osadía de hablarme así.
Jack se recostó en la silla y me miró como lo hacen los leones antes de cazar a su presa. Pero yo no era una simple gacela.
—Pero es solo su trabajo. Todos hacemos lo necesario para sobrevivir. No creo que sea patético. Trabajan de manera honrada para tener algo que comer.
Cuando Miller terminó de hablar, la campana sonó. Teníamos otra clase. Sonrió victorioso y se levantó de su silla. Yo lo imité y, antes de que él comenzara a caminar, le di un papel con mi número. Después de todo, aún teníamos que terminar un trabajo.
—No tengo redes sociales, así que llámame para reunirnos y acabar rápido esto. —Mencioné, tomando su mano y ahí dejando el papel con mi número. Miller solo se limitó a verme y asintió con la cabeza, para luego marcharse.
Dicho eso, me encontré con Klaus, el cual estaba saliendo también de su salón. Por su maldita sonrisa, sabía que me iba a decir algo que me jodiera el día.
—Dilo ahora, principito. No quiero sorpresas para más tarde.
—Primero que nada, ¿quién es el becado que te estaba mirando? Y segundo, felicidades por el compromiso. ¿Ya estás embarazada o eso para después, Elenor Lee?
Alexandre le había contado. Habían hablado de mí. Mierda. Debía dar muchas explicaciones, porque conozco a Klaus. O se lo digo o me va a acosar hasta que suelte la verdad.
—¿Quién se comprometió? Por fin te obligaron a sentar cabeza. Eso, Klaus. Te haré la mejor despedida de soltero. —Doble mierda. Frederick lo sabía y si ese parásito rubio lo sabía, todos lo iban a saber.
Klaus me dio una mirada de burla y supe que lo que saldría de su boca no iba a ser bueno, sobre todo con Frederick ahí.
—¿No te enteraste? Nuestra pequeña Elenor se va a casar, pero aún no me confirma si está embarazada o todavía se guarda eso para después de la consumación de su unión.
Los tomé a ambos por las muñecas y caminamos hacia el pequeño cuarto que teníamos. Era algo así como nuestra guarida. Una vez dentro, cerré la puerta y los miré.
—Es mentira eso. No me voy a casar y de dónde sacaste que estoy embarazada. —Solté, ya derrotada. Iba a joderles las vidas si no guardaban ese secreto.
—Creí que nadie podía obligarte a hacer nada y que si tenías que casarte sería porque estabas embarazada. Pero tengo que preguntar: ¿por qué le dijiste a Alexandre que te casarías? —Agregó Klaus, otra vez su mirada desaprobatoria estaba ahí.
—Yo también quiero saber. —Un Frederick muy cotilla hizo su aparición.
Solté un suspiro y seguí hablando.
—Porque Alexandre me hace débil. Lo que siento por él me hace un blanco fácil. Puede que mi padre muera y debo alejar al bastardo de Hitoshi de la empresa. Por eso hice eso. Por eso le mentí a Alexandre, porque lo que siento solo me hace débil y mi legado debe importarme más que un simple amor de la infancia.
Las lágrimas llenaron mi rostro y mi corazón dolía al escuchar las crueles palabras que salían de mi boca. Frederick y Klaus se levantaron para poder abrazarme. Yo también los abracé. Mi sangre se congeló al escuchar cómo se abría la puerta y la voz de Alexandre inundó la habitación.
—Si hubieras hablado, si me hubieras dicho lo que pasaba, te hubiera ayudado. Yo estaba dispuesto a quemar todo por ti, Elenor. —Alcé mi mirada para verlo. La ira lo estaba consumiendo y se notaba. Él era mi lugar seguro, calmado, sereno y tranquilo. Pero ahora no reconocía a Alexandre. —Pero decidiste tirar todo y si eso deseas, lo cumpliré. Te dejo libre, Elenor Lee. Espero que consigas la presidencia.
Me limpié las lágrimas y caminé hacia él.
—Cuando acabe con Hitoshi, volveré a ti. Lo prometo.
Alexandre me miró como si no creyera las palabras que salían de mi boca.
—No, no seré tu juguete. No esperaré por ti y no me pidas que lo haga, porque eso es cruel hasta para ti.
Sin más que decir, Alexandre se fue y mi corazón quedó en pedazos. Pero tenía razón. Era cruel de mi parte pedirle que me espere. Klaus y Frederick solo me abrazaron otra vez. Yo todavía no sabía muy bien qué había pasado.
Frederick estaba sorprendido de verme tan débil. No estaba acostumbrado a verme llorar o mostrar vulnerabilidad. Klaus, por su parte, intentaba encontrar una manera de ayudarme. Su mirada, generalmente llena de desaprobación y dureza, mostraba un atisbo de preocupación genuina. En ese momento, me di cuenta de que, a pesar de todo, no estaba completamente sola.
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High Society
Teen FictionQuien no mataría por tener sus vidas, solo por un día, tener el poder de hacer lo que quieras y destruir a quien quieras, fiestas, alcohol, drogas. De eso están rodeados los hijos de los magnates de hoy en día, en Constance podrás encontrar a muchos...