Capítulo 3 Familia

13 2 0
                                    

Frederick

Toda mi vida solo fui un muñequito de mis padres, ellos me paseaban por las calles, presumiéndome. Ante todos, éramos la familia perfecta, pero en casa, la situación era otra. Desde niño sufrí de violencia; tanto mi padre como mi madre me golpeaban. Uno era porque no era lo suficientemente inteligente, mi madre por su parte me golpeaba porque para ella yo era un símbolo de su cautiverio. Aguanté hasta los diez, cuando mi tío vio cómo mi padre apagaba sus cigarros en mí. Me tomó bajo su protección, amenazando a mis padres con lo que más apreciaban, su dinero, si se revelaba la verdad sobre la cabeza de la empresa Larsson, los maltratos, todo se iría a la mierda. Así que fingieron su muerte. Para todo el mundo, mis padres habían fallecido en un horrendo choque de autos; para mí, ellos fueron ratas que huyeron.

Como era de esperarse, heredé la empresa, la cual estaba en números rojos. No pude hacer nada porque todavía no era mayor, así que se decidió que mi tío sería el director ejecutivo hasta que yo cumpliera la mayoría de edad. Él me cuidó como si yo fuera su hijo. Desde aquel día tomé una decisión: yo sería un digno heredero de la dinastía que tanto cuidaron mis ancestros. Me colaba a las reuniones de los socios y observaba cada movimiento que ellos daban, cada decisión que tomaban. La dinastía Larsson volvía de las cenizas. Pero como no todo es perfecto, años después, cuando tenía 15 años, los monstruos que me atormentaban volvieron. Querían más dinero o, si no, iban a decirles a todos que mi tío me manipulaba y los obligó a esconderse. Pero, a diferencia de antes, ya no era un niño. Ya no iba a esconderme, así que los asesiné.

La culpa y el remordimiento no tardaron en llegar. Sabía que el hecho de haberlos asesinado me hacía peor que ellos, pero no tenía otra opción. Ya no quería vivir eso otra vez, no quería los golpes, no quería esconderme en un armario a esperar que no me encontraran esos monstruos que decían ser mis progenitores. Y sabía que, si mi padre acusaba a mi tío, todo se iba a ir por la borda. Los inversionistas se irían y las acciones bajarían su valor en el mercado. Todo por lo que él había trabajado y mi legado se iría.

Los únicos que sabían de esto eran mis amigos. No me juzgaron. Klaus y Elliot me alejaron de toda la escena, me llevaron a París y me quedé en una pequeña casita que tenía Elliot. Por lo que escuché de las llamadas que tenían Elenor y Klaus, ella se encargó de limpiar la escena y deshacerse de los cuerpos de mis padres, mientras que Alexandre compró el silencio de las personas que podían llegar a hablar. Y sí, había jodido a mis amigos. Ellos jamás volvieron a hablar de esto, pero el ambiente se volvió algo raro, ya que desde ese entonces, todos sabíamos que estábamos tan jodidos como nuestros progenitores, incluso más. Klaus desapareció a las personas que nos amenazaban con hablar. Elliot se ensució las manos, mandó a matar a las familias leales a mis padres y cubrió todo indicio que me relacionaba con la muerte de mis padres.

Nuestro juramento de estar siempre juntos nos estaba jodiendo, pero eso hacen las familias: se protegen. Ellos estaban dispuestos a matar por mí y yo igual. ¿Éramos asesinos? No, pero todo depende de con quién hables. Nuestras familias dirigían al mundo. Crecer con esta clase de poder te hace sentir un dios, pero cuando llegan las verdaderas amenazas, recuerdas tu mortalidad.

—¿Y qué va a pasar ahora, Klaus? —dije con un tono de voz apagado.

—Esperar a que las cosas se calmen y fingir que nada de esto pasó —mencionó con un tono de voz gélido.

Seguido de eso, nos fuimos. Pese a que no me llevaba muy bien con Elenor, la consideraba como mi hermana mayor, ya que siempre me había cuidado, y eso que éramos de la misma edad. No lo pensé dos veces y recorrí todo Constance en busca de su habitación, ya que no sabía en cuál se estaba quedando. Después de un rato, la encontré e ingresé. Me esperaba verla llorando o algo así, pero la encontré con un chico encima de ella, claramente se estaban besando.

—Largo —mi tono de voz era bastante determinante, así que el chico no lo dudó ni dos segundos y se marchó.

—¿Qué necesitas, Frederick? —respondió Elenor.

—Quiero que me expliques por qué llorabas por Alexandre y ahora te estás besando con un don nadie.

Elenor se levantó de la cama y comenzó a desabrocharse la blusa. No sé si quería provocarme algo, pero nada, no sentí nada al verla en sujetador y con la falda apenas cubriéndole las piernas. Ella me dio una mirada fría y comenzó a hablar.

—Somos tan diferentes, Frederick, pero existe algo que tú y yo tenemos en común. Ambos deseamos una cosa, pero nuestros métodos para obtenerla son diferentes. Ambos queremos que nuestras dinastías perduren. Tú asesinaste a tus padres para mantener a salvo tu legado; yo me encargaré de quitarle todo al bastardo de Hitoshi y hacerlo desear no haberse metido conmigo.

Habían pasado tres años desde que ocurrió lo de mis padres y en todo ese tiempo Elenor jamás había hablado del tema, hasta ahora. Pero tenía un punto. Yo era un asesino, y ella no era mejor que eso. Tal vez ella no asesinaba, no con sus manos, pero tenía gente que lo hacía por ella.

En ese momento me acerqué a ella y la miré firmemente a los ojos.

—¿Y todo el espectáculo que hiciste? ¿Todo el amor que decías sentir por Alexandre solo fue para lograr algo o de verdad querías jugar a la casita feliz con él?

—Sigues sin entender, Frederick. Mi amor por Alexandre debe morir, al igual que su amor por mí.

—¿Por qué?

—Porque así no va a convencerme de no hacer lo que haré —mencionó viéndome de manera obvia, como si yo debiera saber eso.

—Alexandre apoyaría tu reclamo y sabes mejor que yo que él iría al infierno por ti si se lo pides.

En ese momento no reconocía a la persona que tenía al frente mío. Ella sabía perfectamente lo jodidos que estábamos todos y cómo bailaríamos con el mismo diablo por defendernos entre nosotros.

—Eso es cierto, Larsson, pero debo hacer esto sola. Por lo mismo, me apena pedirte algo.

—Habla de una vez.

—Quiero que difundas rumores sobre que los hijos de Hitoshi no son suyos y también que digas que te acostaste con su esposa en repetidas ocasiones. Todos conocen tu fama de promiscuo, no lo van a dudar.

Eso iba a joder el nombre de mi familia. Puede que las acciones caigan y, si esto pasa, perderíamos inversionistas.

—Estás loca si crees que haré eso. —Me dispuse a salir de su habitación, pero ella sujetó mi muñeca y me obligó a escucharla.

—Sé que la junta te está presionando para comprometerte. Si no me equivoco, te están buscando esposa. Les dirás que estás comprometido conmigo. Yo te cubriré la espalda. Cuando salgan los rumores de que supuestamente te acostaste con la esposa de Hitoshi, declararé que ella te manipuló. Después de todo, eres un pobre e inocente muchacho que sufrió la muerte de sus padres. Ella usó eso y se acostó contigo.

No me quedaba otra opción. Era eso o soportar que me siguieran vendiendo como un animal al mejor postor. Con el poder del apellido Lee, sería intocable ante los inversionistas. Además, no es como si fuéramos a casarnos; ella solo quería asegurar su posición, al igual que yo.

—Esto saldrá el domingo. Anunciaremos el compromiso en una gala, pero solo con una condición: esto acaba cuando ambos hayamos asegurado nuestras posiciones.

—Acepto. Será un gusto ser tu prometida falsa. —Elenor mostró una sonrisa victoriosa, se colocó una camiseta y salió de la habitación.

High SocietyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora