Capítulo 4

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Rubí

Nuevamente ese frecuente escalofrío recorrió de extremo a extremo mi espina dorsal, pero esta vez no tenía un motivo agradable, esta vez Maca no estaba en su cama y montones de ideas divagaron de forma vertiginosa en mi cabeza, si tuviera que cuantificarlas podría decir que fueron cien pensamientos y de ellos noventa y nueve eran negativos, solo tenía una posibilidad entre cien de que Maca no estuviera reposando en su cama por un motivo lo bastante bueno como para saltar de alegría y aunque quería pensar de forma optimista la angustia me sobrepasaba.

Después de varios minutos cuestionándome todo y sin saber cómo reaccionar, casi por inercia y doblegada por mis impulsos comienzo a revolver mi bolso en busca de mi celular, no puedo creer que un aparato tan grande sea tan difícil de encontrar en un espacio tan reducido, parece que sabe que lo necesito y decidió torturarme jugando a las escondidas porque no logro dar con el, la desesperación con que escudriño mi bolsa no ayuda, tardo más de lo normal en hallarlo y cuando por fin lo hago busco torpemente el contacto de don Sergio, le marco una, dos, tres, cuatro y hasta cinco veces y no responde, lo único que obtengo es el buzón de voz así que decido marcarle a Josefa quien por suerte si me responde

-Alo, Rubí

Inmediatamente noto en su tono de voz que está llorando

-Jose ¿Dónde están? Acabo de llegar y no hay nadie, la Maca no está ¿Dónde está la Maca, Jose? –le pregunto tanto o más desesperada de lo que se oye ella

-Estamos en la clínica Rubí –en medio de sus sollozos no logro entender lo que me dice

-¿Dónde? Josecita no te entiendo, intenta calmarte y háblame

La escucho a través del celular como limpia su nariz y toma una bocanada de aire intentando aquietarse y esclarecer su tono de voz

-Estamos en la clínica Rubí, algo le paso a mi hermanita ¿puedes venir? Tengo miedo, no quiero que le pase nada a la Maca Rubí, estoy asustada –nuevamente la oí romper en llanto

-Voy para allá Jose, intenta calmarte por favor mi niña –intento transmitirle una paz que ni siquiera yo tengo

No la puedo ver pero logro dimensionar el estado en el que se encuentra, sé que los mismos pensamientos negativos que están merodeando mi mente lo hacen en la de ella, el nudo en mi estómago es instantáneo al igual que la presión en mi pecho, Maca se puso mal y no sé si estoy preparada para soportar lo que sea que venga, sabía que la probabilidad de que su ausencia en esta cama fuera por una causa favorable era muy mínima pero me resistía a perderla, me resisto a perderla a ella sin haberla podido tener, sin poderle decir lo importante que es para mí, me acerco hasta su cama vacía, tomo su almohada y la estrecho contra mi rostro aspirando todo su aroma contenido ahí, es como si su esencia y sus pensamientos estuviesen depositados sobre este cojín que se humedece a causa de las lágrimas que llevo tiempo conteniendo pero que ya no logro retener, ese olor a frutas inconfundible colma mis fosas nasales y actúa como un placebo para calmar mi angustia pero a la vez actúa como el detonante de valentía, una valentía que hasta ahora desconocía en mí, necesito verla, necesito estar a su lado y decirle lo que siento, no importa que no me vea, no importa que no me sienta pero si quiero creer que me escucha, que en algún punto de su inconsciencia ella logra percibir siquiera un poco de todo lo que he intentado transmitirle día tras día a través de estos siete meses y de todo lo que tengo que decirle ahora, ya no me puedo seguir callando, no ahora que no sé cuál es su destino, quizás mis esperanzas de conocerla cara a cara se están apagando lentamente y no quiero que pase, no puedo permitir que pase.

El trayecto a la clínica se me vuelve eterno, es como si las avenidas se hubiesen vuelto aún más extensas y el uber avanzara a veinte kilómetros por hora, a través de la ventana veo el tráfico de locos que hay en esta ciudad y que nos atasca en innumerables tacos pero yo solo puedo pensar en ella, en cuanto necesito verla y tomar su mano, no puedo creer que precisamente ahora que por primera vez tengo las cosas más claras esté pasando todo esto, quizás me tardé demasiado en admitirme a mí misma lo que la Maca ha despertado en mí, es increíble como dormida, literalmente solo existiendo ella me ha hecho sentir lo que jamás había experimentado, como el solo hecho de verla y sentirla respirar me genera una explosión de mariposas en el cuerpo, es cierto que la Jose aportó mucho a que esto suceda, no sé si se lo propuso o simplemente sucedió, pero proyectar la vida de su hermana a través de sus ojos y de sus historias ha provocado en mí el despertar del sentimiento más bonito y puro que puede llegar a sentir una persona.

Amor dormido ♡RUBIRENA♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora