AHORA.
Si pudiera mentirte te diría que los lujos y la fama han sido suficientes para olvidar tu recuerdo. Miento si te digo que he dejado de pensarte y si te soy sincero no hago más que buscarte. Nuestras realidades han cambiado, ahora tengo lo que siempre he querido y tú sigues bailando en un tubo tratando de descifrar tu destino, lo único que no a cambiado es que sigo deseándote, he incluso amándote, sigo viéndote inocente, a pesar de ser una diosa bailando para pecadores.
Mi corazón late con fuerza al momento de chocar miradas, te admiro desde el fondo tal y como lo hacía antes. Al ver tus tristes ojos me doy cuenta que tal vez muchas cosas no han cambiado; tal vez sigues buscando salir del barrio y yo te sigo anhelando. Terminaste de bailar y recogiste más apresurada de lo normal los billetes que habían aventado debido a tu espectáculo.
Yo me encaminé hacia la puerta trasera del burdel, esperando a que salieras y al fin, después de unos cuantos meses, probablemente años, hablarte.
— ¿Qué mierda haces aquí? — dijiste al salir y verme esperándote.
— Te esperaba. — dije sin más, reíste triste.
— Yo te esperé por casi dos años y ni una señal de vida recibí de tu parte. — Me veías enojada, tus ojos parecían ser fuego que me quemaba al verme. — Al parecer tu nueva vida fue suficiente para olvidarte de la gente que creía en ti.
Me quedé estático, no sabía realmente el por qué, tenía tantas cosas por decir y poco valor para hablar, me intimidabas incluso más que la ultima vez que nos vimos.
— Hazme un favor y vete.
— Vengo a ayudarte Ann...
— No. — me interrumpiste, ni siquiera me dejaste terminar de nombrarte. — No necesito tu ayuda, me las he arreglado Sola en todo este tiempo y eso no cambiará, deja de molestarme y vete a seguir jugando a ser Justin Bieber o la basura que quieras. — Soltaste y te encaminaste hacia las solitarias calles del barrio, nuevamente, cometí el error de no seguirte, pues sé que te cuidas sola aún viviendo en el infierno.
Ay mi flaca, si supieras que nunca dejé de pensarte.