Sommes-Nouns Les Filles De Cette Couronne?

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Narra Liabni:

Para nosotras era un día cualquiera en las que nuestras familias se reunían para conversar y convivir, llevaban años de conocerse, los sábados era muy común reunirnos en la casa de alguien, para comer, ese era como cualquier, otro, vivíamos cerca las tres, en una zona privada, por lo que no cualquiera podía entrar, así que pedimos permiso para ir a jugar.

Eso paso una tarde hace diez años, cuando teníamos tan solo cinco años.

—Mami queremos ir al parque ¿podemos ir? —pregunte inocentemente al ser solo una niña.

—Claro que si pequeñas, pero con cuidado eh, no vuelvan tarde, no se acerquen a extraños —dijo mi dulce madre.

Astrid, Alexa y yo caminamos al parque entusiasmadas, íbamos tomadas de la mano, al llegar al parque a dos cuadras de mi casa, decidimos jugar a las escondidas, me puse de frente con un árbol tape mis ojos con las manos, estaba preparada para contar, escuchaba a mis amigas caminar, y de pronto solo escuchaba murmureos.

—Astrid no hay que alejarnos tanto —dijo Alexa.

—Si, si, no te preocupes Alexa, todo estará bien —dijo Astrid, siempre habíamos sido las tres.

—Uno... dos... tres... cuatro... cinco... —comencé a contar en vos alta, para que me oyeran.

En el lugar había unos que otros niños con sus padres, cuando casi llegaba al número veinte, gire mi cuerpo para comenzar a buscar a mis amigas, un hombre vestido de negro se puso frente a mí me asuste por su prominente estatura era imponente y en ese momento me daba miedo, me tomo del brazo con fuerza y comencé a lloriquear.

—Haber pequeña, se buena, no grites, ni intentes nada, porque no te servirá —dijo con una voz amarga y ruda.

Cuando quise moverme otro hombre le ayudo a sujetarme, impidiéndome que hiciera algo, comencé a gritar, no para que me ayudaran si no para que Alexa y Astrid huyeran a mi casa, donde estaba la reunión.

—¡¡Ayuda!!

Hubo gente que intento acercarse a ayudar, pero con solo de ver a los dos hombres que me arrastraban hacia una camioneta negra, terminaban por irse asustados agarrando a sus hijos, no tardo tanto en quedar completamente vacío el parque, estaba agitada, y lloriqueaba, tenía miedo, pero no intentaba liberarme.

Sabía que eso podría ocasionarme problemas y no buscaba para nada eso, nuestros padres siempre buscaban protegernos dado que teníamos dones raros, mi madre solía bromearme con que era hija de Foncé, y eso mismo le decían a Alexa y Astrid, voltee de reojo y las vi correr agarradas de la mano, pensé que estarían a salvo ese día, pero vi como llegaba otra camioneta y salían tres tipos, dos agarraron a Astrid y el ultimo tomo a Alexa y se apresuraron a nosotros.

—Fue más fácil de lo que pensábamos, no son tan especiales y fuertes como dijeron los jefes —oí decir a uno de ellos.

—Cállate, suéltanos ¿Qué quieres? Suéltalas a ellas, llévame a mí, ¡¡¡pero déjalas!! —grite de rabia.

—¿Quién te crees para darnos ordenes mocosa estúpida? Esperemos a que llegue el jefe y nos vamos —dijo el piloto.

Alexa había comenzado a llorar más y Astrid solo le tomaba la mano, Astrid y yo solíamos cuidar de Ale, ella era frágil y muy sensible, y cuando la molestaban ella no hacía nada, así que nosotras solíamos protegerla, ella dependía de nosotras infinitamente, a las tres nos tiraron en el piso, y nos rodearon, aparentemente tenían que esperar a que alguien más llegara.

Tu No Me ConocesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora