𝟎𝟏

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Laís's Perspective

¿Qué pasa con tu vida cuando tu único recuerdas es tu nombre? ¿Cuándo no tienes recuerdos que inhalar al asfixiarte? ¿Cuándo sientes que has perdido todo, pero luego piensas que quizás nunca tuviste nada?

Vivía con la constante sensación de que mi existencia estaba vacía, controlada y lo suficientemente manipulada como para que no tuviera intenciones de cambiarla.

Se sentía como si los últimos seis años solo fueran la introducción a la verdadera historia que apenas empezaba hoy.

«Señora... Ellos llegaron».

Mi curiosidad me llevó a atravesar las escaleras con rapidez e irrumpir una conversación de la que en definitiva yo no era parte.

—¿Quién llegó? ¿Tenemos visita? —pregunté antes de que puedan negarlo.

Abigail se acercó con esos mismos ojos amorosos que habían tomado parte de mi aprecio en este absurdamente largo, pero a la vez corto tiempo.

—Lamento que no puedas recibir a estas visitas, cariño.

Entendí que debía irme y fue lo que hice. Aunque en otra ocasión obedecería sin tener intenciones de ser rebelde, está vez no me fue posible.

Fue como si algo... o alguien me llamará a quedarme. Y así lo hice.

Esperé detrás de las escaleras hasta que varias pisadas se escucharon entre la música que ahora salía del violín de Abigail, y justo cuando saltaría a ver quién es, mi pesadilla apareció.

—¿A quién estamos espiando? —a mi lado, papá parecía curioso.

Pero solo estaba siendo sarcástico—. No estoy espiando.

—Laís —él empezó a hablar y de forma automática a caminar, yo lo seguí—... ¿Sabes que hay cosas que a veces, no nos interesan en lo más mínimo? Puede ser porque no nos aportan nada o porque son peligrosas.

Nos detuvimos en la puerta de mi habitación—. ¿Y?

—Y en está ocasión, ambas opciones son correctas.

Papá me dio un ligero empujón y cerró mi puerta con llave. Tarde un poco en entender que había pasado pero cuando lo hice, me aseguré de que todos en la casa pudieran escuchar mi voz gritando que me soltaran o que de lo contrario, saltaría por la ventana.

Pasaron unos minutos y lo único que logré fue tener dolor de garganta.

Hubiera sido fácil rendirme en ese momento, pero el hecho de estar encerrada me hacía creer que algo importante esperaba afuera. ¿Qué tal si eran mis recuerdos buscándome? Y si, además de mi nombre, ¿El único otro recuerdo que guardo estaba aquí? ¿El hombre del tren finalmente me encontró?

Todo sucedió tan rápido que no tuve tiempo de arrepentirme. Envolví unos libros con tela y los tiré por la ventana, el ruido hizo que los guardias de papá abrieran la puerta y fue ese el momento que aproveché para correr.

El camino a la sala fue infinito, pero pude llegar y lo primero que hice fue burlarme:

—Tu seguridad, papá, es una mierda.

Él parecía asustado de verme ahí, incluso diría que horrorizado pero había más que ver en esa sala.

Mi vista recorrió a las 8 personas ahí. Había tres hombres de espaldas a los cuales conocía desde hace seis años, o al menos era eso lo que creía, pues "conocer" se lo atribuía a que los había observado durante seis años por mi ventana, siempre iban a ese viejo parque que tiene un ascensor y se quedaban ahí por horas, como si esperaran a alguien que nunca llegaba.

Por el contrario, solo podía verles el rostro a tres de ellas. Papá, Abigail y una mujer de cabello negro, cabello negro... cabello negro...

Algo en ella me pareció extraño en ese momento, como si ese cabello no le perteneciera, como si de forma involuntaria la imaginará con un cabello diferente. Como si... la hubiera enmarcado en mi mente luciendo de otra manera.

Ella me miró fijamente, sus brazos cayeron a sus costados y la expresión en sus ojos cambió con rapidez.

—¿Qué... truco enfermizo es este? —se acercó a papá con enojo— ¡¿Por qué puedo verla?!

Las demás personas de espaldas hablaron al unísono—. ¿Ver a quién?

Y de forma automática, todos giraron sus miradas hacia las escaleras. Más exactamente hacia mi.

Una sensación de vacío se aferró en mi estómago al ver las expresiones en sus ojos. No sabía si estaban sorprendidos, tristes o incluso enojados. Solo sabía que yo estaba asombrada de verlos, como si su llegada se hubiera adelantado a pesar de que no los estaba esperando, como si su silencio estuviera hablando conmigo.

Pero no era así. No conocía en absoluto a ninguna de esas personas, pero entonces... ¿Por qué ellos me miraban de esa forma? ¿Por qué me miraban como si hubiera un afecto nostálgico entre nosotros.

—¡Laís! —gritó papá.

—Laís... —susurraron ellos.

Bajé las escaleras bajo sus miradas. Estaba asustada, tanto que saltar por la ventana ya no me parecía una opción tan negativa en este momento. —¿Cómo saben mi nombre? —pregunté al llegar abajo.

—Basta. Fuera de mi casa. —papá se puso de pie.

Abigail lo imitó—. Querido...

Ni siquiera había terminado de parpadear cuando el más grande de todos los tipos se acercó a papá y lo tomó de la chaqueta. El anciano se veía pequeño entre sus manos, pero excesivamente diminuto entre su ira.

—¡Luther! —los otros trataron de detenerlo pero fue inútil.

Yo solo estaba inmóvil, ¿Qué les hizo Reginald Hargreeves a estás personas para que lo odiaran tanto? ¿Quiénes eran ellos o... que eran? Porque su odio era tan notorio para mí como el hecho de que esa fuerza no era normal, ni tampoco ese destello rojo, ni esos ojos blancos... ni las palabras que resonaron a continuación:

—¡¿Qué le hiciste a nuestra hermana?!

Sus miradas me apuntaron. Un escalofrío me recorrió de pies a cabeza.

¿Papá era capaz de hacerle daño a alguien? Y si era así. ¿Qué le hizo a la hermana de estás personas?


Para que se hagan una idea de cual será el desarrollo de esta historia, esto pasó en el capitulo 3 y saben donde estaba Ben en el c3? 

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𝐋𝐚 𝐔𝐥𝐭𝐢𝐦𝐚 𝐕𝐢𝐝𝐚 | ʙᴇɴ ʜᴀʀɢʀᴇᴀᴠᴇꜱ #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora