4- Perseguida

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MAX VERSTAPPEN MANTIENE SU TERCER LUGAR A SIETE FECHAS PARA LA FINAL DEL CAMPEONATO

El hombre sentado frente a mí en el metro sostenía el periódico a la altura suficiente y fue inevitable no encontrarme con la mirada de Max, aunque esta vez era solo una fotografía suya.

Hasta hacía tres días su nombre y su cara no significaban nada pero ahora no había dejado de perseguirme.

Suspiré y me hundí aún más en el asiento pensando en el trozo de papel con su número que había guardado en mi cartera. Aún sabiendo que jamás lo llamaría no me había animado a tirarlo a la basura. Quién sabe, a lo mejor podía venderle su número a una revista y ganar dinero como para dejar de trabajar en la cafetería.

Aún soñando despierta con el dinero que podría obtener, me levanté para bajarme en la estación de siempre. Subí las escaleras sin ganas apretujándome contra el mar de personas que intentaban llegar a su casa a esa hora, y recordé la sensación eléctrica de su mano en la mía aquella noche en el club.

Al llegara la salida seguí caminando en dirección recta hacia casa como lo hacía todos los días. Después de unos metros, sentí como alguien empezaba a caminar tras de mí. Metí mis manos en los bolsillos de la chaqueta negra que había obtenido gracias a mi desafortunada aventura y apuré el paso, esperando que el desconocido de atrás se detuviera frente a los edificios de apartamentos al lado de la calle. En lugar de desviarse empezó casi a correr para alcanzarme.

El pánico se apoderó de mí. Pensé en desviarme o llamar a Gia para alertarla, pero estaba tan asustada que solo podía seguir avanzando hacia adelante. Quise gritar pero dudé que tuviera voz para hacerlo. Mi corazón corría a una velocidad que Max jamás alcanzaría en su auto, y me maldije por estar pensando en él justo cuando un tipo estaba por raptarme. Hice un último esfuerzo por dejarlo atrás, pero me tropecé en el peor momento. Una mano me tomó con fuerza de la chaqueta, evitando que estampara mi cara contra el suelo. Mi garganta se secó por completo, no tenía escapatoria.

-Te dije que no iba a dejar que nadie te secuestre.- gruñó una voz masculina que reconocería en cualquier lugar.

¿Qué diablos?

Me volteé todavía espantada y desorientada. Tardé un segundo en asimilar que sí era Max, pues era difícil distinguirlo usando una sudadera negra con capucha y una gorra bajo esta.

-Imbécil - dije con voz temblorosa.

-En realidad me llamo Max Emilian - contestó como si no hubiese estado a punto de provocarme un infarto.

-¿Qué demonios haces aquí? - le reclamé unos instantes después, cuando por fin pude tomar aire.

-No me llamaste.

¿O sea que acababa de asustarme solo porque no lo había llamado después de su humillación? Increíble.

Me voltee y empecé a caminar en la misma dirección de antes.

-No hacía falta. Ya te puedes largar.

Volvió a sujetarme de la chaqueta impidiéndome avanzar.

-Escúchame bien, Jaylin. - dijo con severidad antes de soltarme.

Me volteé confundida ¿Cómo diablos sabía mi nombre completo? Hacía años que nadie me llamaba así, al menos no en esta ciudad.

-Te tengo una propuesta - continuó cuando no respondí - dime cuánto quieres.

-¿Quién diablos crees que soy? - pregunté furiosa. Este tipo sabía sacar lo peor de mí.

Voy a darte la oportunidad de ganar dinero porque tu vida personal está a punto de irse por el desagüe.

-¿De qué rayos estás hablando?

-Alguien tomó una fotografía de nosotros cuando... - se detuvo para pensar sus siguientes palabras - cuando estaba un poco ebrio. Y ahora van a publicarla.

Parpadeé varias veces sin entender bien la situación. Nadie sabía quién era yo ¿Qué mas daba? Estaba segura de que este tipo iba de club en club besando a cualquier tipa que se le pusiera en frente.

-Entonces ofréceles el dinero a ellos para que no la publiquen.

-No.

-¿No? - me reí exasperada.

-Hace una semana recibí la invitación a la boda de mi ex novia.

Lo miré sin decir nada.

-Solo lo está haciendo para ponerme celoso. Tengo dos meses para evitar que se case con ese imbécil.

-Ya ¿Y?

Realmente no entendía a dónde iba todo esto, poco me importaban sus dramas amorosos. Maldije la hora en la que me crucé con él en el club.

- Y tú vas a fingir ser mi novia durante ese tiempo.

En dirección opuesta (Max Verstappen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora