6 - El encuentro

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Hola 🧡No, no se lo están soñando: efectivamente subí 2 capítulos esta vez. Claramente me emocioné escribiendo, así que espero que los disfruten porque sé que actualizo esta historia con menos frecuencia.


Giré un par de veces frente al espejo admirando el hermoso vestido de tul color azul cielo, sintiéndome como Cenicienta.Y en realidad lo era. Al abrir la puerta una chica que mi edad se acercó decididamente a mí y me pidió que me girara. Lo hice y en un abrir y cerrar de ojos me colocó un collar con un pequeño dije en forma de "M". Estaba a punto de voltear mis ojos por lo ridículo que me parecía todo cuando Max se apareció. Llevaba un traje similar al de la otra vez, pero esta vez su camisa era del mismo color de mi vestido.

-Te ves...hermosa.

Me señalé a mí misma visiblemente confundida. La chica que acababa de ayudar con el collar se quedó mirándome.

Max sonrió incómodo, y entonces recordé la razón por la cual lo había dicho. Se supone que debíamos fingir en todo momento.

-Gracias, guapo. - solté esperando que la chica no sospechara.

Puajjj pensé para mis adentros.

***

Cuando el asistente de Max mencionó que Kelly y su prometido estaban invitados a una subasta en beneficio a una noble causa , seguramente pasó por alto que los ítems a subastar eran en realidad juguetes sexuales.

Intenté no soltar una carcajada al ver la cara horrorizada de Max al leer el cartel de la entrada. Desafortunadamente ya era demasiado tarde, y las cámaras nos habían captado. Pasé mi mano por su brazo en un intento de parecer cariñosa y lo arrastré hacia adentro del gran salón.

-Voy a asesinar a Horacio.- dijo entre dientes.

Voy a besar a Horacio, pensé. Al menos estaba haciendo mi miserable trabajo un poco más llevadero.

Adentro del salón, la gente empezaba a amontonarse alrededor de las urnas de cristal que exhibían algunos juguetes de todos los tamaños y colores. Me acerqué más a uno de los objetos pretendiendo estar verdaderamente interesada, y Max desvió la vista de inmediato.

-¿Por qué los ricos son tan extraños? - le pregunté al oído.

Me miró incómodo y se encogió de hombros.

-¿Y si me compras uno de estos? - dije separándome de él y alzando un poco la voz para que una pareja mayor que estaba cerca nuestro alcanzara a oírme.

-Dios, no. - dijo Max volteándose para ofrecerle una disculpa con su cabeza a la pareja antes de llevarme lejos de ahí.

-¿Desde cuándo eres tan puritano, Max Emilian? - Lo interrogué cuando llegamos a una esquina un poco más apartada.

Un camarero se detuvo para ofrecernos unos martinis y tomé una copa sin pensarlo. Me bebí el contenido casi demasiado rápido y mordí seductivamente el pincho para comerme las aceitunas.

Max tragó grueso.

-No hagas eso.

-¿Hacer qué? ¿Sabes lo agotador que es fingir? ¿No? A lo mejor es porque ya estas acostumbrado a todo esto - dije señalando el salón en general - déjame divertirme.

Un par de hombres de unos setenta años y cabello blanco se acercaron a él y le dieron palmadas en el hombro. Me hice a un lado y me limité a saludar dedicándoles una pequeña sonrisa hipócrita.

-Felicidades hombre, la última vez corriste como un campeón.

-Sigue así - agregó el otro - Y saluda a tu padre de mi parte.

Noté como Max se tensó al escuchar el último comentario ¿Tenía problemas con su padre?

Los hombres siguieron su camino entre los invitados y se perdieron de vista rápidamente. Le di gracias al cielo por ello, ya era suficiente tener que soportar a Max como para pretender que me interesaba lo que unos vejestorios millonarios pudieran decir.

-¡Kelly, cariño! ¡Felicidades! - una voz chillona sobresalió entre las demás y estuve a punto de voltearme para poder juzgar a su dueña, pero Max me tomó con más fuerza de la necesaria del brazo y me volteó hacia el otro lado.

-Mierda...Kelly en serio está aquí - gruñó.

-¿No era lo que querías? ¿Qué esperas? Vamos ahora mismo. - dije en un intento de voltearme de nuevo para buscar una manera de acercarnos "casualmente".

Me sostuvo con fuerza.

-No, ni hablar. No estoy listo - Estaba intentando hacerse el fuerte pero pude distinguir el terror en su voz. Me pregunté qué había pasado entre ellos como para que se pusiera así.

-Suéltame, no seas ridículo - me quejé.

-Esto no fue una buena idea, salgamos de aquí - insistió.

-No voy a salir de aquí - me negué - A diferencia de ti yo vine a hacer mi trabajo. Si salimos por esa puerta tú vas a desperdiciar una oportunidad y yo estaré más cerca de tener que pagarte 500.000 euros que de ganármelos. Así que ni Dios va a moverme de aquí, Verstappen.

-De acuerdo, pero alejémonos un poco por ahora.No quiero que cometas una estupidez cerca de ella - dijo soltándome y adiviné que iba a aprovechar para huir de ahí.

Ya me había dejado abandonada una vez y no iba a permitírselo ahora.

Sin pensarlo dos veces tomé unas esposas con un montón de diamantes incrustados que habían quedado sin urna después de que alguien tirara su bebida sobre el cristal, y las aseguré alrededor de nuestras muñecas.

-¿A dónde crees que vas, Max Emilian? 

En dirección opuesta (Max Verstappen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora