Parte 1

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La luna estaba presente al igual que las estrellas y la emoción en el ambiente, el éxtasis... que sentía en ese instante era tan grande que si tomaba otra de esas copas se follaría a cualquiera que pasara por su delante, en su mente no había recuerdo alguno de cómo había llegado a ese lugar pero, no se arrepentía de eso, aunque le gustaría tener la dirección de ese bar para poder volver otro día —Dame otro trago —pidió apoyándose en la barra, tenía puesto un traje que mostraba más de lo que debería —Oye... mis ojos están aquí —señaló su rostro al ver como el encargado miraba su pecho semi descubierto.

—Disculpe —se volteó con un sonrojo y empezó a preparar lo que el latino le había pedido.

—¡Perú! —se escuchó un grito a la espalda del mencionado que volteó con una mirada aburrida, topándose con su marido —¿Qué carajos haces aquí?

—Que te importa idiota ¿Acaso tu putita no estaba disponible hoy? —preguntó con una sonrisa burlona —No creo que me vengas a buscar por que sí.

—Eres mi esposo.

—Cuando te conviene soy tu esposo, lloré como una perra dos días y... tú estabas que cogías con esa ramera —se acercó tambaleante al otro con sus ojos llorosos —Y ahora vienes a buscarme como si nada hubiera pasado.

—... Lo siento ¿Sí?

—¡JA! ¡Por Dios! ¡En serio piensas que con un "Lo siento" te perdonaré!

—Vámonos, estás ebrio —sujetó el brazo del pecoso y este lo apartó de un empujón.

—No me toques malnacido, prefiero quedarme aquí que ir contigo... ¡Déjame en paz! —gritó al ser cargado por el otro —Cojudo de mierda, te cortaré los huevos ¡Bájame!

—Pon todo a mi cuenta —le dijo al de la barra y salió del establecimiento con su esposo pataleando e insultándolo de mil maneras posibles. Al llegar al hogar que compartía con él subió las escaleras para llegar a la habitación de los dos, lo dejó en la cama con delicadeza para echarse a su lado.

—Al fin me soltaste, imbécil —trató de levantarse mas el otro lo había abrazado con ambos brazos, impidiendo que pudiera salir de esa cama.

—Te amo —susurró, provocando que el peruano soltase un bufido —No es gracioso, cariño.

—Uy sí, como no —pronunció con burla y molestia.

—En serio te amo tanto, yo nunca me acosté con ella no es tan bonita como tú, tú eres tan hermoso y sexy... —pronunció cerrando sus ojos, el contrario se le quedó mirando unos segundos para poder hablar pero no lo hizo «Me gustaría creerte, Arabia» pensó reteniendo sus ganas de llorar, solo le quedó apretar sus dientes y puños por la frustración que sentía en ese momento —Descansa, cariño —dijo el de tez verde con sus ojos cerrados, sintiendo los leves temblores que daba su pequeño marido, las tensas extremidades del latino empezaron a relajarse, aun así no quería más que irse de ese lugar.

—Buenas noches.


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¡𝑬𝒓𝒆𝒔 𝑴𝑰𝑶! [🇸🇦 𝒙 🇵🇪]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora