Marcos se dispuso sobre mí y con un pequeño impulso nos vimos sobre las olas. Estaba nerviosa, ver el mar así de revoltoso de noche me causaba mal estar. Marcos se dio cuenta y intentó tranquilizarme:
-¿Ey, no te preocupes, vale? Estoy aquí contigo y no te va a pasar nada.
Sus dulces palabras me tranquilizaron, pero mi ritmo cardíaco no hizo más que incrementar ¿Cómo podía ser así de borde y dulce a la vez? Definitivamente era bipolar.
Poco a poco fuimos alcanzando a los otros tres y llegó un momento en el que la orilla se veía muy lejana, eso sí, ya no habían olas. El mar estaba en calma, sereno...
Sentí como Marcos se incorporaba y no me gustó, tengo que admitirlo. Me quedé tiesa, en la misma posición durante unos segundos, cerrando los ojos y acariciando la cálida agua con la yema de mis dedos.
-Esto... ya te puedes sentar si quieres- Su voz me sobresaltó.
Que vergüenza, me había marchado a otro mundo paralelo.
-Ha, si, claro- me senté delante de él y lo ayudé a remar hasta reunirnos con los chicos.
Siempre he sido una chica muy romántica, y toda esa situación de estar surfeando en Hawái, a la luz de la Luna, era todo un sueño para mí, solo me faltaban mis cascos y si los hubiera tenido, sabría con certeza que canción escucharía y escucharía sin cesar... Freaks.
-Chicos, por fin estáis aquí- dijo el Hawaiano- Marcos, eres un mierdas, no sabes ni remar- se rio y todos los otros le siguieron.
-Eso ya lo veremos, Elenek, te reto a una carrera sobre las olas- ahora ya sabía su nombre y me confirmaba sus orígenes.
-Zoe, mejor pásate a la tabla de Mei mientras- indicó Marcos.
-No, mi tabla no es tan grande y quiero surfear un rato también.
Definitivamente Mei no era muy amigable la verdad. Solo me quedaba la tabla de Rob, era igual o más grande que la de su hermano así que me lo esperaba cuando me ofreció ir con él mientras.
-Vecina, vente conmigo, yo no tengo problemas- anunció Rob haciendo referencia a su amiga.
Antes de poder contestar lo hizo Marcos.
-No creo que eso sea necesario- se le veía molesto.
-Yo creo que sí hermano, además es decisión suya- mierda que incómodo se estaba poniendo todo así de repente. En realidad no sé si me apetecía ir con Robert en su tabla, se le veía un poco acaparador y directo a cambio de su hermano, que también podía ser-lo pero había algo en él que me inspiraba una agradable confianza cuando estaba en mi compañía.
No tenía ninguna opción así que pase a la tabla de Robert, lo hice tan torpemente que tropecé y si no fuera por los rápidos reflejos de Rob, hubiera caído al mar.
-¡Zoe, ten cuidado, si te caes te comerán los tiburones!- gritó.
-HAAAAAAAA- pegué un chillido e inconscientemente me agarré más fuerte a sus musculosos brazos.
-Zoe, no le hagas caso, no hay tiburones por aquí, está jugando contigo- afirmó Marcos cortante y con una mirada seria a su hermano.
Instintivamente le pegué una pequeña bofetada y me alejé de él lo máximo posible.
-Vamos vecina, no te enfades, es una simple broma- se rio.
No le contesté.
Marcos y Elenek se alejaron mar adentro para alcanzar algunas olas que se encontraban a unos 50 metros mar adentro.
-Ahora llegaremos con las olas, vosotros vigilad quién cruza la línea donde está vuestra tabla antes, ese será el ganador- explicó Mei antes de ir hacía donde se encontraban los otros.
-¿Que le pasa a está chica?- medio susurré.
-¿Qué quieres decir con que le pasa?
-No lo sé exactamente pero parece que oculta algo.
-Mei es así, desde pequeña ha carecido de felicidad, pero siempre ha estado allí para lo que necesitáramos.
-¿De verdad?
-Veras, nuestros padres viajaban y viajan muchísimo por trabajo, más a menudo de lo que nos hubiese gustado, sólo teníamos a viejas e insensibles niñeras a nuestro cuidado. Mei vivía muy cerca de nuestra casa y sus abuelos, que son con los que vivía, nos trataban como si sus nietos fuéramos, cuando necesitábamos algo y no me refiero a algo que se pueda comprar, ellos nos prestaban su ayuda, abrían sus corazones para nosotros, unos revoltosos niños que solo necesitaban el amor de sus padres y no los caros artículos que nos llevaban al volver. Mei jugaba con nosotros y nos traía comida china del restaurante de sus abuelos, hasta hoy en día lo hace.
-Vaya, no tenía ni idea- dije sorprendida.
Al parecer los hermanos Clifford no eran exactamente lo que pensaba que eran, y estaba segura de que descubriría cosas mucho más sorprendentes sobre ellos.
-Ya vienen- exclamó Rob, interrumpiendo mis pensamientos.
Efectivamente, allí venían, pero aún estaban lejos. Podía ver a Marcos llevando una ligera ventaja por encima de Elenek, que se encontraba un poco más atrás. En cuanto a Mei, ella estaba mucho más atrás observando la carrera, demostrando una gran y delicada destreza entre las voluminosas olas.
-Eso es hermanito- alcancé a escuchar a Rob.
Estaban a punto de llegar y Marcos llevaba la ventaja, él lo sabía, se notaba por su sonrisa y expresión entre felicidad y soberbia. Les quedaban unas metros para llegar pero un escalofrío de recorrió la columna vertebral, una ola monstruosa se acercaba cada vez más rápido detrás de ellos y no lo sabían.
Empezamos a gritar y a gritar pero Marcos seguía sonriendo, sin entender el tipo de gritos. La ola los engulló por completo, y lo primero que vimos fue sus tablas emerger del agua.
Siguiente capítulo, si que quieres saber que pasará⏩
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Espérame © #1 - (Con audiolibro)
De TodoZoe se muda a Hawái con su gato, Fígaro para cursar el último año escolar. Todo parece perfecto, una casita al lado de la playa y una compañera de piso encantadora. Pero todo da un cambio inesperado cuando conoce a sus vecinos, los hermanos Marcos y...