En Un Abrir Y Cerrar De Ojos.

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Sentía en su cabeza un dolor punzante que la obligó a abrir sus ojos nuevamente ante la cruda realidad. Completamente desconcertada, sin ningún recuerdo vivo de su caída. No entendía por qué no había polvo, ni paredes agrietadas con el techo cubierto en telarañas, ni cucarachas por el suelo, ni por qué su cuerpo se hallaba descansando en un sofa, que era tan suave como dormir en una nube.

Se levanta tan lentamente, como si su espalda estuviera atada a aquellos cojines de algodón extrasuave, pidiendo a gritos quedarse allí por lo menos un par de años.

Logrando percibir alguien en su presencia, pero su sentido de la vista se hallaba aturdido, sólo viendo a grandes rasgos era incapaz de distinguir el rostro de una persona. Las pistas las dieron su olfato que inalaba inevitablemente el humo exparcido por un puro encendido, ligado con un aroma de loción intenso conocido y su oído escuchaba toques salteados de la suela de un zapato estrellándose con el suelo de madera.

-Tranquila, quedaste inconsciente por el golpe en la cabeza, un doctor te examinó y sólo con reposo estarás bien.

-¿Julián eres tu? ¿Qué es este lugar? -Sus cuerdas bucales pronunciaron en un tono débil, haciendo muecas con su rostro por el dolor que invadía su cabeza.

- Calma, estás en mi casa, tienes un mayordomo a tu servicio para lo que necesites. -Dijo arrastrando delicadamente cada letra que salía de su boca, de forma que sonase muy dulce.

-¿Pero Julián? ¿Como? Si tu casa apenas....

-Shhh, shh. El médico te inyectó un analgésico para el dolor, puede que el adormecimiento te dure un par de horas. Descansa y luego hablamos. -Se acercó para recostarla nuevamente en el sofá, le dió un beso en su mejilla y cerró sus ojos con la delicadeza de ambas manos. Dejándole impregnado el olor a tabaco y perfume en su piel. Quedó rendida al instante como bebé en cuna, por la comodidad del sofá.

Teresa abre sus ojos volviendo a su supuesta realidad. Está ves sin dolor alguno del moretón en su cabeza, pero sintiendo nuevamente su espalda adolorida por los muelles que cada noche la apuñalaban sin piedad. Mira a su alrededor y vuelve a encontrarse con la inmundicia de su hogar. Se levantó, fulminó varias cucarachas de un zapatazo y su enrredado pelo vistió de algunas telarañas colgantes. Camina al lavabo cuando oye el chirrisquido de metales oxidados rozandose entre sí, proveniendo de la habitación que acababa de abandonar.

¡¡¡¡Gira su cabeza rápidamente hacia atrás!!!! Cuando ve claramente una carta de la que brotaba un líquido carmesí diciendo...

-¡¡Teresa querida!! ¡¡Ten Mucho cuidado!!

Abre el sobre y había una foto que terminó llevándola al descontrol, se sienta en el sofá para asimilar el shock cuando...

¡¡¡¡Sus ojos!!!! Se abrieron una ves más. Volvía la borrosidad en su visión, pero era menos de la que recordaba y su espalda se hallaba totalmente cómoda. Huele a humo de un habano y el perfume de un hombre impregnado en su ropa. ¡¡¡En su lateral había alguien!!!

-¿¿Julián!! ¡¡¡Que me has echo!!! Porque tengo tu perfume en mi ropa y que me inyectó ese maldito doctor. -Dijo en un llanto intenso, con gritos desconsolados que daban lástima; como si la profunda herida que su corazón pequeñamente logró cicatrizar fuése lastimada una vez más.

-¡¡¡Que dices Teresa!!! ¡¡¡¡Yo sería incapaz de aprovecharme de tí!!!! El golpe en la cabeza te debió asentar mal.

-Teresa sintió de nuevo un punzante dolor en el costado de su cabeza colocando la mano para presionarlo. No entendía nada. Hace unos instantes estaba en su mugriento hogar y ahora volvía a estar rodeada de lujos, pulcritud y aromas dulces refrescantes, incluyendo el olor del habano que le daba un toque de rico asendado a la mansión.

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⏰ Última actualización: Nov 29, 2021 ⏰

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Mi Humilde Desfortuna.[EN PROCESO] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora