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Me encontraba sentado en frente del gran ventanal que estaba ubicado en la sala de mi departamento. La vista me encantaba, las gotas de lluvia golpeaban el vidrio humedeciendolas, podía ver a personas correr por las calles, los autos ir a un ritmo moderado para no causar accidentes, otras cuantas caminar a paso lento y sin paraguas, solamente disfrutando de la lluvia caer sobre sus cuerpos, tal vez importandoles poco si luego agarraban un resfriado.

Por mi parte, sostenía entre mis manos una taza de chocolate caliente, mi vista fija hacia el cielo y luego volviéndolas a bajar para contemplar la ciudad.

[17:27]

Miro la hora en el reloj que colgaba en la pared a mi derecha. Faltaba poco para las seis y que el cielo empezará a oscurecerse, la hora había cambiado hace pocos días, en vez de ser las cinco y veinte siete, deberían ser las seis y veinte siete. Por eso desde ahora anochecía un poco más temprano.

Suelto un suave suspiro y tomo un sorbo de mi chocolate. Mis manos se sentían tibias por sostener la taza desde hace rato, llevo una mano hacia el vidrio y siento el cambio de temperatura inmediatamente, sintiendo también un escalofrío recorrer mi espalda. Relamo mis labios, y tomo impulso para ponerme de pie y caminar hacia un mueble de color café donde tenía máximo 105 libros de todo tipo de géneros. No era novedad que me encantaba leer, y más en estos días de lluvia, con el silencio de mi departamento, mi cuerpo solo envuelto en una grande sudadera de color beige, y por supuesto, con la compañía que me otorgaba mi perrito Yeontan que se mantenía acostado en el sofá y cubierto de un suave acolchado de algodón.

Dejo mi taza ya vacía sobre la mesita de centro de la forma más silenciosa posible para no despertarlo y luego empiezo a caminar hacia el pasillo para entrar a mi habitación. En mi cama yacía como tres maletas, dos de ellas con toda mi ropa y zapatos, y la otra con unos cuantos libros y cosas de uso personal.

Mañana temprano iría a trabajar en el hospital psiquiátrico con mi tio, que es psicólogo y jefe en ese lugar y me ayudó para poder ingresar y ayudar a las personas con problemas mentales. Literalmente estaba demasiado emocionado, ya que justamente estaba estudiando psiquiatría.

Teniendo diecinueve años, próximamente veinte, ya era el mejor estudiante en la universidad Central de Seúl. Mis notas eran perfectas, ya que desde muy pequeño ya me había interesado esa área sobre problemas mentales. Y como también ya había sido residente en otro hospital psiquiátrico por cuatro años, desde que tuve los quince años, no dudaron en darme el visto bueno para ingresar en el mejor hospital psiquiátrico de todo corea. Ese en donde obviamente trabajaba mi tío.

A mis padres desde que les dije que me queria especializar en esa área, bueno...no pareció gustarles para nada. Pero al final si terminaron aceptandolo y apoyándome en todo. Ellos ahora viven en Busan, un poco _demasiado alejados_ pero visitándonos cada que podíamos.

__Creo que ya todo está listo __murmuro con los brazos cruzados, y miro toda la habitación. Esta continuaba tal y como estaba antes, solo con el cambio de que le faltaba unas cuantas cosas__ ¡Oh!

Mi vista se fija en un peluche de gato que se encontraba tirado en el piso, al costado de mi cama. No dudo en dirigirme hacia esta y tomarlo en mis manos, estaba un poco sucio por los polvos, pero con un buen lavado estaría como nuevo.

__Sin duda no te dejaría aquí.

Sonrío y me doy vuelta para volver a salir de la habitación. Tenía que preparar las cosas de Yeontan para mañana, estaba muy feliz de que en el hospital hayan aceptado la única condición que había puesto para poder trabajar ahí. No dejaría por nada en el mundo a mi pequeño y consentido hijo. Jamás.

Jeon Jungkook hounting obsession [Gguktae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora