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— No llevas ni tres días en esta escuela y ya estás buscando una pareja.— sus palabras son tal y como las de mi padre cada vez que me regaña por hacer algo malo.

— Y-yo...

— Tú no tienes que decirme nada, mucho menos pedirme una cita.

Presione mi mochila y maldije por lo bajo.

— Yo solo quería compensarte y tratar de disculparme con una buena merienda.

— No necesito de tus bromas y te recomiendo que dejes hacerlas, porque la verdad es que me das lástima... pensé que eras diferente.

— Johnny no me ha mandando a hacerte alguna broma.— Tomé de su muñeca antes de que huyera, él volteó y me miró con claro enojo, sin embargo solamente parecía un perrito tierno enojado.— No sé qué te habrá hecho Johnny antes de que yo llegara, pero créeme al decirte que si yo quiero salir contigo es para crear una buena amistad, para disculparme y para que dejes de pensar que soy un idiota que solo quiere reírse de ti.

Su dura mirada no cambió en ningún momento.

— Solo déjame demostrar que soy diferente.— solté su muñeca y él pareció derrumbar su muro defensivo.

— Lo siento, pe...

— Shotaro, vámonos

Y la voz gruesa y rasposa del que yo creía era su padre se hizo escuchar entre ambos.

Shotaro volteó y miró a su padre. Yo también lo hice. Su padre era muy parecido a él, con la diferencia que él sí tenía una estatura respetable y una gran barriga que en vez de causarme gracia, solo me entregaba temor.

— Me tengo que ir.— susurró.

Miré a Shotaro correr lejos mío hasta entrar al auto de su padre. Este último se me quedó mirando unos minutos hasta que al parecer decidió adentrarse a su auto, muy moderno y precioso por cierto.

Un suspiro abandonó mis labios y caminé a casa con lentitud. Yo no quería ser la viva imagen de un abusador, mucho menos ser el abusador que Shotaro pensaba que era. Claro que no. Yo quería ser su amigo, más que eso, quería integrarlo al grupo de Johnny y evitar que fuera víctima de esa discriminación que no tenía ni un poco de sentido, ya que la estatura no era algo de lo cual podrías avergonzarte o al menos eso dijo Renjun, novio de mi mejor amigo, antes de mudarme a la capital.

— ¡Sube al auto, imbécil! — y el grito de mi hermana logró sacarme de aquellos pensamientos.

Somi yacía en el nuevo auto que papá le había dado de regalo por haberse graduado con honores de la universidad. Ella sonreía, mostrando sus brackets al hacerlo.

— No soy ningún imbécil.— le contestes entre dientes.

Ella comenzó a reír y avanzó a la par que yo lo hacía.

— ¡Oh, vamos, Sungchan! Sube al auto.— la veo de reojo y ella hace un puchero, casi rogando que la haga caso.

Sonrio, no puedo enojarme con mi hermana, y subí a su auto de inmediato, arrepintiéndome al instante, pues por la prisa me golpeé la cabeza con la parte superior del auto e incluso estaba demasiado inclinado dentro de esa Nissan.

Somi comienza a reír nuevamente por la manera tan chistosa, según ella, en la que estoy.

Maldigo por lo bajo, cosa que no hago comúnmente, y me tengo que acomodar en ese auto pequeño, tal y como mi hermana. Ella contaba con veintiséis años y aún media 1.72m, cierto que era más alta que Shotaro, pero eso no quitaba que fuera una molestosa, siempre lo fue conmigo y con mi constante crecimiento durante toda mi infancia y adolescencia.

— ¿Qué tal estos tres primeros días en tu nueva escuela? ¿Ya te hacen bullying? — comenzó a reír y no dejo de hacerlo hasta que nos detuvimos en un semáforo en rojo.

La miré mal y traté nuevamente de acomodar el asiento o algo parecido para no tener que estar tan incómodo.

— No te enojes, Sungchan, solo es broma.

— Ujum... — musité con clara concentración en el asiento.

— ¡Hey! ¡Deja el asiento de mi auto!...y mejor dime quién era ese niño al cual estabas acosando. No me digas que ya eres todo un pedófilo solo porque las chicas de tu escuela te temen por el tamaño que te cargas.— nuevamente rio, pero ya no me preocupe por decirle algo, ya estaba acostumbrado y ni siquiera me afectaba en lo más mínimo.

Nunca pude estar tan agradecido de llegar a casa y salir de ese horrendo auto.

Mamá nos recibió en la entrada y nos avisó que la cena ya estaría lista.

Yo solo asentí e iba a subir las escaleras de dos en dos, cuando mamá volvió a hablar.

— El director de la escuela me llamo esta tarde, presentó una queja y dijo que era mejor que la próxima vez no estés molestando a tu compañero por su estatura.

Me quedé sin palabras.

— Sungchan, hijo, pensé que tú no eras como esos brabucones, jamás creí que le hicieras eso a uno de tus compañeros, tomando en cuenta que tú eres demasiado alto para tu edad.

No me dolió escuchar aquello, casi siempre lo escuchaba, pero solo en ese momento me dí cuenta que Johnny estaba en lo cierto.

— Dijo que no quiere verte nuevamente cerca de aquel agredido, porque sino a la próxima tendrías una suspensión y si continúas, puede llegar a expulsarte y lograr que ninguna universidad te reciba. Hijo, no seas un brabucon por favor, tú no eres así, Sungchan. Ni siquiera llevamos una semana en esta ciudad y tú ya...

— Mamá, cálmate.

Mamá comenzó a llorar y Somi negó con la cabeza, mirándome mal claramente.

Maldije por lo bajo y corrí escaleras arriba, no sin antes decirle que no lo volvería a hacer.

 ،   ★     𓋰    Pequeño      𔘓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora