Prólogo.

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Dos sombras se superpusieron y cayeron sobre la cama. Cada vez que el hombre de arriba se movía, el de abajo luchaba.

La vieja cama crujió y emitió un chillido. Un miembro tan grueso como un brazo se insertó dentro del cuerpo del hombre. Un calor que lo derretía en medio de un pegajoso olor a sudor.

El hombre de abajo dejó escapar un débil suspiro y un pequeño gemido fluyó. Asmodeus, notando la emoción de Eugene, susurró:

“¿Se siente bien?, llora más fuerte que la cama y entonces, te dejaré ir".

Eugenes sabía que era una mentira. A pesar de la tentación de Asmodeus, se mordió tercamente los labios. Asmodeus dejó escapar una risa por encima de la cabeza de Eugene, como si hubiera adivinado su reacción.

Siempre que empujaba las caderas con fuerza, el pálido cuerpo de Eugene se agitaba.

A pesar de haberlo hecho durante toda la noche, la sensibilidad seguía siendo buena. Una sonrisa se dibujó en el rostro de Asmodeus.

Había tomado este cuerpo varias veces, pero no se sentía ni un poco cansado. Más bien, cuanto más lo hacía, más lo codiciaba y más enamorado se sentía. Igual que una droga.

Acaso, ¿no era él el demonio del placer? Siempre que lograba que una fuerte resistencia sucumbiera a la lujuria, se llenaba de una inmensa felicidad.

En cualquier demonio existía el deseo de doblegar a aquellos que se resisten la tentación.

“¿Qué tal esto? ¿Aún puedes seguir sin emitir ningún sonido?"

Asmodeus eligió solo los puntos que le gustaban a Eugene y se burló de su cintura. Siguiendo sus movimientos, el cuerpo de Eugene fue empujado hacia la cabecera de la cama. Sus rodillas fueron levantadas hasta casi tocar su barbilla y sus genitales se agitaron fuertemente.

Eugene exhaló un suave suspiro con la cintura doblada al límite. El sonido de la carne chocando contra la carne hizo eco a través de la destartalada habitación ocupada solo con unos pocos muebles.

"Detente…"

"¿Detenerme? Por supuesto. Dime más, dices palabras muy bonitas".

“Cállate...”

Mientras sus pezones eran apretados con las manos, duras palabras surgieron a través de los gemidos.

Asmodeus frunció el ceño. Eugene decía que no le gustaba a pesar de estarse sintiendo tan bien.

Para ser honesto, mentir le parecía repugnante. Pero así era Eugene.

Asmodeus sacudió lentamente sus caderas y le acarició el pecho. Arrastró la lengua hacia afuera como una serpiente y jugueteó con los pequeños pezones. La expresión de Eugene se distorsionó ante la irresistible sensación.

“Eres muy lindo”.

Al ver que Eugene volvía obstinadamente la cabeza, Asmodeus le dio fuerza a sus empujes. Eugene, sintiendo dolor, trató de safarse.

La parte superior del cuerpo del demonio, que estaba cubierta de duros músculos, envolvía a Eugene como un abrigo. Asmodeus sujetó al hombre que estaba tratando de escapar y agarró su pene hinchado entre los muslos.

Eugene dejó escapar un gemido parecido a un grito. Sus genitales, que habían sido tocados y apretados toda la noche, se tornaron de un rojo ardiente y parecían realmente dolorosos.

“Dolor o excitación.  Eres incapaz de notar la diferencia ahora”.

“Ahhh”.

El cuerpo de Eugene tembló como si le hicieran cosquillas en los testículos. Poco después, estalló un gemido.

Asmodeus frotó la punta del pene de Eugene con la yema de sus dedos.
Un líquido transparente como el agua salió del orificio en el glande.

Cuando un cuerpo se estimulaba mucho, naturalmente presentaba excitación.

La pared interior de Eugene se envolvió firmemente alrededor del pene demoníaco, y la parte superior de su cuerpo tembló cuando Asmodeus lo embistió.

“¿Es tan bueno? ¿Hasta el punto en que no puedes decir que no te gusta?”

Asmodeus abrió las piernas de Eugene, quien ya se encontraba completamente exhausto, y penetró entre sus nalgas. Eugene derramó lágrimas.

Not InnocentDonde viven las historias. Descúbrelo ahora