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La luz del sol del amanecer se colaba por la grieta entre las cortinas blancas de seda, un rayo de sol alumbraba la estantería de vinilos clásicos de los años 80 a un lado de la habitación. El tocadiscos reposa a un lado de ellos, sobre una mesita de madera vieja en la que solo entraba éste y un par de púas de guitarra.

El despertador sonó hace unos cuantos minutos. Minutos, en los que lo que menos tenía ganas de hacer era levantarse, por lo que tomo la, no tan sabía decisión de quedarse en su cama unos minutos más, o tan solo hasta que su madre llegue por esa puerta gritando que ya es tarde y que porqué seguía en la cama durmiendo cuando tendría que estar abajo en la cocina desayunando.

Pero aún tiene unos largos dos minutos más para poder dormir antes de que eso pase y no pretende desaprovecharlos, menos pensando en su madre enojada.

Para eso están todos los días.

-Harry Eduard Styles, ¿Podrías decirme porqué en ver de estar ya aseado y cambiado, sigues ahí desparramado como una bolsa de papas?

Escuchó la voz de su madre y gruñó, molesto.

-Todavía me quedan dos minutos de felicidad, no me la arrebates si quieres que te siga hablando por el resto de la semana Anne Twist.-medio bromeó.

Pero considerando la hora, el que se acababa de despertar en contra de su voluntad y el que su voz saliera cinco veces más ronca y seca que lo que era normalmente, tal vez no pareció tanto una broma sino una amenaza.

Una amenaza a la que su madre no le dió importancia, claramente. Por qué era su madre y a ella le importa ni cinco si prefiere morir tirado en su cama solo o entre cientos de inútiles adolescentes.

Porque eso es lo que hacen las madres, ¿Cierto? Obligar a sus hijos a ir al instituto aunque llueva, hagan quince grados bajo cero, haya un diluvio, tsunami, huracán, tornado y todos los desastres naturales posibles.

Por lo que no le quedó otra alternativa que abrir muy lentamente y muy a su pesar sus ojos y la luz no le dió tiempo ni de terminar de hacerlo, que ya lo estaba dejando ciego.

Como odia las mañanas.

Bueno, la verdad es que no lo hace. Pero por alguna razón que desconoce no es la mejor mañana, no es el mejor día, ni lo va a ser.

Y si, hoy es un muy mal día para ser positivo y optimista, por lo que ¡Que viva el pesimismo!

Harry

Ya cuando mis ojos se acostumbraron a la luz mañanera y ya no sentía como si me estuvieran acuchillando los ojos por dentro,-no estoy exagerando-pude ver como mamá tomaba varias prendas de ropa que se encontraban en el suelo o el escritorio, o cualquier lugar en donde no tendrían que estar, como una remera que por alguna razón que desconozco esta arriba de la lampara de luz y no tengo idea de porque.

No me importa de todas maneras así que me encojo de hombros, rascándome el ojo derecho con el dorso de mi mano como haría un gatito.

Pero yo no lo soy claramente.

Cuando mi mama ya sale de mi habitación,-no sin antes dirigirme una mirada en la que me incentivaba a prepararme-con un suspiro casi agotador me incorpore de mi hermosa, cómoda y abrazable camita, para solo caminar como pude hasta la puerta de mi cuarto, salir y seguir camino por el pasillo hasta la puerta del baño que; estaba cerrada.

Mierda, llegue tarde.

Toco la puerta unas cuantas veces hasta que escucho el grito de mi hermana desde adentro.

-¡Para ya, idiota!

Yo seguí golpeándola por supuesto.

Ella gruño, harta.

I hate you because i love you-[Larry Stylinson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora