Aquí comienza todo.

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No soy creyente, aunque estoy segura que debí serlo alguna vez. 

Apenas recuerdo cuando comenzó.
De apoco fui perdiéndome dentro de un mar angustiante, agonizaba dentro de mí, tratando de encontrar el camino de vuelta a la realidad.
Sintiéndome ajena, día tras día mis labios pronunciaban palabras que no me pertenecían, se escapaban de mis labior por esa fuerza superior que no tenía razón ni razonamiento.
Debido a este ente nauseabundo. 

Aquella entidad acababa de cometer un crimen inhumano, condenándome a mí y no a él, en un brote de rabia, odio y debilidad, utilizando mi cuerpo a su antojo.


Veo la escena desde lejos, se siente demasiado abrumadora, siento como nacen dentro de este ser sentimientos inmundos e incomprensibles. Se siente orgulloso.

La brisa nocturna me hiela la sangre y cala en mis huesos, pero no logra tocar mi pequeño corazón, que aún se mantiene caliente.
Aún me pertenece, evité que me fuese arrebatado por la oscuridad, aunque a veces imagino la libertad que me trería la muerte. 

La lucha entre mi yo oculta y la que observa el caos desatado es evidente.
Puedo verlo todo.

Cmo si estuviese dentro dentro de una bola de cristal.

<<Eres ingenua>>

Escucho.

No es la brisa la que me ha calado en la piel y los huesos, estoy segura de que son las llamas salvajes de una familia que ya no está en este mundo. 

Desde esta cárcel, sucumbida ante el terror que me causa el ente que ha tomado poseción de mi cuerpo, puedo ver que he quedado completamente sola. Sin padres, sin hermanos y sin abuelos; sólo estoy yo.

El ente se zambulle en un río turbio, luego de correr por un sendero tierroso.
Solía mojarme los pies en la corriente y reír junto a Amelia aquí.



A

melia fue una perrita vieja y muy sabia, que se las arregló para sobrevivir ante la mano de los hombres.

La encontré en una zanga una tarde de verano, abandonada y escuálida, apenas emitía un sollozo. Caminaba por el sendero de la muerte silenciosamente y vi que no deseaba vivir un día más, había firmado su destino.

Sin embargo, cuando me acerqué entre las malezas secas ella no me rechazó, me dejó irrumpir en su lecho, me permitió estar a su lado y le ayudé a levantarse para vivir y yo creo que jamás experimenté una satisfacción como esa.

Entonces, la amé. 

<<Ellos la mataron>>

Dice.

<< Los de arriba mataron a ese maldito animal desgraciado >>

Un ente de luz me sigue las huellas desde hace un rato, siento la calidez que emana su ser mientras de apoco desciende y se suma al compas de la corriente.
Se dio a conocer al sentir el hedor del crimen que cometió mi cuerpo, está indagando en mi alma y mi mente.
Puedo sentir que me nota, nota que yo estoy aquí dentro.

Sé que quieren condenarme desde hace años pero nunca se han mostrado ante mí como ahora.
Y no diferenciarán entre cuerpo y alma.

ValquiriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora