Capítulo 15

45 5 40
                                    

PRISIONERO DEL IMPERIO

Daniel Vasiliev

—¡Nadia! —me exalto al despertar.

Estoy atrapado en lo que parece ser una celda de contención de gruesos muros metálicos. Me han quitado la armadura de combate y vestido con un traje blanco que se pega a mi piel. Una barrera de energía sólida me impide escapar del lugar.

Un mensaje permanece estático en la sección inferior del Tacpad: [SISTEMA DESCONECTADO]. Cualquier intento por manipular la interfaz es inútil; ha sido bloqueada y lo único que puede hacerse es soportar el letrero que invade mi visión.

Al levantarme, encuentro un Datapad al borde de la barra metálica donde estoy sentado. Ante la imposibilidad de escapar, le echo un vistazo.

Directiva militar del Alto Mando.

Asunto: informe de guerra.

» Bastión ha caído. Los esfuerzos del Grupo de Batalla «Titán» contuvieron el avance de la flota Technoid por poco más de dos horas. La 40° División de Fusileros y el IX Cuerpo de Tanques se perdieron en la defensa de Nueva Centuria. Alta Alejandría y Nueva Fénix cayeron en las siguientes cuarenta y ocho horas, a pesar de los esfuerzos del 9° Ejército Estelar.

» Fuerzas rezagadas continúan luchando en las principales urbes. El 5° Grupo de Ejércitos Estelares prepara una contraofensiva para rescatar a las tropas supervivientes y, de ser posible, recuperar el planeta. En caso contrario, cumpliendo con la Ley Marcial 283, la retirada se dará hacia la colonia de Petra.

Bajas estimadas: 82% de las fuerzas combatientes.

Fin del comunicado.

—Imposible —hablo conmigo mismo—. Bastión no pudo haber caído tan rápido.

—Debes disculparme por eso —una voz, extrañamente similar a la mía, interrumpe mi lectura. Tras la pared de energía, un sujeto de mí misma apariencia permanece de pie—. Créeme que no quise destruir el planeta tan rápido, pero tenía prisa. Además, Bastión ha sido una molestia desde siempre.

—Eliot —su nombre es lo primero que sale de mi boca.

—En vivo y a todo color —asiente.

Camino al borde de la celda para contemplar a mi otro «yo». Es evidente que somos clones: tenemos los mismos rasgos faciales, la misma postura y mirada. Claro, él luce un poco más viejo... y con barba. Pero sigue pareciendo que me veo a un espejo..., un espejo de mi futuro..., un futuro que nunca permitiré que suceda. Es escalofriante.

Debo admitir que Eliot es mucho menos intimidante de lo que imagine en un principio. Imaginaba a un psicópata, a un demente, pero parece un sujeto común y corriente. Quizás esa percepción se deba a que es como hablar conmigo mismo. Prácticamente soy yo.

—¿Cómo se encuentra Nadia? —me pregunta.

«Nadia», lo primero que Eliot ha hecho es preguntarme por Nadia. El último recuerdo que tengo de ella antes de despertar aquí es dejarla tirada en el suelo, con un gran boquete en el estómago.

—Uno de tus technoid casi la mata —le reclamo.

—¿Sobrevivió?

—No lo sé.

Mis palabras alteran el semblante de mi otro «yo»; calcifican su rostro.

—¡Mierda! —maldice, golpeando el muro.

Crónicas de Orión - ODYSSEYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora