Esa semana sería el tan esperado juego de futbol que todos los amantes del deporte suspiraban por ver, dos de los mejores y más aclamados clubes europeos jugarían por el derecho de ser llamado el superior, por encima de todos los demás, así que la emoción era palpable en el ambiente. Gianni sabía que todos esperaban que él hiciera algo porque siempre lo hacía, él era un renombrado amante del futbol y todo el mundo lo sabía en la universidad. Había empezado a jugar con el equipo de la universidad unas semanas atrás y le había gustado tanto que iba a todas las prácticas buscando la experiencia, el entrenador del equipo había notado su disciplina junto a la emoción latente en su cuerpo cuando jugaba por lo que le había ofrecido un puesto en el equipo, una oferta que él no había podido rechazar.
Desde entonces estaba siempre entrenando, haciendo nuevos amigos, conociendo nuevas personas o pasando su tiempo con Jean. Las cosas entre ellos habían cambiado de forma sutil, era algo que había sucedido tan lentamente que ninguno lo había percibido hasta que el cambio estaba hecho aunque a ninguno de los dos parecía molestarle. Su relación se había transformado debido a sus continuos encuentros nocturnos, desde aquella noche en la que él había confesado que le había gustado tocar a su amigo y se habían desnudado para darse placer nada volvió a ser igual, casi todas las noches se encontraban en cualquiera de las dos habitaciones para tocarse y excitarse. Al comienzo él se había sentido algo incómodo, sobre todo por el hecho de que Jean siempre se quedaba dormido en su cama, pero cuando su cuerpo lleno de placer sucumbía a la dulce comodidad no había palabras en sus labios para poder negarse a aquello.
Claro que él continuaba pensando que ellos estaban haciendo algo incorrecto pero eso ya no lo detenía, de alguna forma había aceptado que las cosas incorrectas podían estar bien en algunas ocasiones y que no importaba si eso te hacía sentir bien. No sería algo que gritaría al viento ni mucho menos, sinceramente le aterraba un poco que todo el mundo pudiera enterarse de lo que sucedía entre ellos, como si pudieran leer sus mentes pero nadie nunca lo adivinaba, por lo tanto permanecía como lo que debía ser: un dulce encuentro entre amigos del que nunca hablarían con nadie.
Su mejor amigo estaba feliz, nunca lo había visto riendo tanto y jamás lo había sentido tan libre como cuando para molestarlo se acercaba a su cuerpo estando en la cocina o cualquier otro lado del departamento y comenzaba a tocarlo, eso solo conseguía una reacción posible, así que en el momento en que ambos gemían sintiendo la dureza del otro él los arrastraba al cuarto para desnudarse y por fin emplear su tacto de una forma tan placentera que hacía que sus ojos se voltearan en sus cuencas. Muchas veces tenía demasiado miedo para admitirlo, pero como había sucedido con el placer de su amigo el tiempo lo había hecho más sencillo, ya no era posible para él ocultar que el placer que encontraba en las habilidosas manos de Jean era algo que nunca había sentido con nadie antes y eso era capaz de asustarlo y excitarlo al mismo tiempo.
Esa semana sin embargo casi no se habían visto, habían estado demasiado ocupados con los exámenes finales por lo que ninguno de los dos había estado exorbitantemente libre. Ahora los exámenes habían culminado justo para poder disfrutar del juego tan esperado, además del tiempo libre que eso acarrearía, estaba algo desesperado por volver a tocar a su amigo y era justo esa sensación lo que lo hacía mantenerse alejado de Jean por el momento, no era bueno que él no pudiera alejarse de su mejor amigo por unos momentos sin desearlo hasta sentirse alterado, si lo que hacían estaba mal, aquella sensación estaba más allá de encontrarse equivocada, no era algo que pudiera aceptar.
Era por esas razones que aquel día luego de culminar las clases él se detuvo y llamó a Luis esperándolo fuera del aula, este se acercó con una sonrisa. Se veían continuamente, incluso más desde que él se había unido formalmente al equipo universitario por lo que se conocían mejor y Luis era uno de sus compañeros favoritos, era gracioso, amable y nada displicente. Con su sonrisa se acercó a él que lo esperaba cerca de la puerta.
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Más que un amigo
RomanceJean Brisbois es un hombre dulce que siempre ha sentido extrañamente unido a la persona que considera su mejor amigo. Se conocen desde niños y su relación jamás ha cambiado bajo ninguna circunstancia, no hay nada más allí que amistad, o al menos eso...