3. Solos ahora

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Los padres siempre conforman una parte importante de las bases en la crianza de una persona, son tu confianza, tu autoestima y en el caso de Gianni eran aquellos que derrumbaban sus ilusiones vanas. La familia Selvaggio era estricta en su mejor descripción, religiosos y conservadores, una familia grande. Gianni tenía tres hermanas y dos hermanos pero todos eran mucho mayores, al parecer sus padres habían tenido con desliz con él ya que sus hermanos pertenecían al tercer escalón o eran incluso mayores para ese momento, es decir, eran treintones o mayores, mientras él apenas acababa de cumplir sus diecinueve años.

Crecer con padres como los suyos había sido todo un reto, sus creencias conservadoras siempre los habían llevado a ser demasiado estrictos con sus normas, sus hermanos que ya eran mayores siempre tenían un ojo en la vida de su hermano pequeño y no había forma en que él pudiera hacer travesuras comunes de niños chiquillos porque sus padres ya eran demasiado mayores para las emociones fuertes. Lo único que lo había salvado de la locura al crecer era tener un amigo como Jean, su mejor amigo. Estar en la casa de Jean, con sus padres tan distintos y liberales había sido como un sorbo de agua helada luego de una caminata bajo el sol.

Recordaba las primeras veces que los había visto, lo sorprendido que había estado por la forma tan franca que hablaban de temas que sus padres jamás se atreverían a mencionar frente a él o a cualquier otra persona para el caso, pero los padres de su amigo hablaban claramente sin refrenarse, sin filtros ni debilidades y frente a su mente joven ansiosa de información aquello le había encantado. Esa era una de las muchas formas en las que ser amigo de Jean lo había salvado, luego estaba el hecho de que ninguno la había pasado muy bien en las relaciones intermitentes a lo largo de los años y su última ruptura lo probaba.

Marina Piggioli, era el nombre de la mujer de la que se había enamorado, a ella le había fascinado su pelo rojizo, su cuerpo musculoso y bronceado y sus ojos color miel junto a sus palabras suaves y graciosa personalidad. Había estado pasando un verano en la casa de su abuela y sin planificarlo esa belleza había llegado a la casa para deslumbrarlo, se habían hecho novios rápidamente y como lo había disfrutado.

Era la primera vez que se sentía en una relación real, había disfrutado, discutido y compartido muchas nuevas experiencias juntos, habían perdido la virginidad juntos, Gianni jamás había llegado a ese grado de confianza con nadie más que con Jean y era ese mismo recuerdo el que había comenzado todo. Una de las noches en las que se habían quedado a solas con Marina, habían estado besándose, hasta que en el medio de sus pensamientos la imagen de los labios de un Jean más joven se había cruzado en su mente para permanecer allí, él no había sabido cómo reaccionar, su corazón se aceleró asustado intentando desembarazarse de aquella imagen tan inoportuna pero no había podido lograrlo.

De pronto la noche que había esperado ansioso para poder pasar tiempo a solas con su novia se veía interrumpido por sus pensamientos inamovibles con su mejor amigo y lo peor de todo era que las imágenes no eran inocentes, eran sus besos, sus labios, la respiración de su cuerpo, el calor, todo lo que podía recordar de aquella noche en la que no había podido alejarse de Jean. Sin embargo, las hormonas en su cuerpo adulto ahora reaccionaban de forma distinta, porque debido a esos recuerdos su cuerpo se había excitado, había reaccionado de una forma que no había podido hacer de niño y él sin querer pensar en eso había hecho responsable a sus hormonas para no pensar en nada más.

Claro que, una cosa era pensarlo y otra hacerlo. Así habían comenzado las discusiones con su novia y él no había podido explicarle las razones por las cuales había entrado en pánico luego de los primeros besos, no podía decirle a nadie porque aunque los padres de Jean les habían dicho que era normal tantos años atrás, sus padres le habían dado una mejor educación. Él sabía que los sentimientos entre hombres, el deseo entre personas del mismo sexo estaba mal, era una aberración. Ese placer se reservaba para las mujeres y únicamente para la compañía femenina pero eso solo lo dejaba con más dudas, lleno de angustia.

Más que un amigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora