Jean no se había sentido tan pletórico desde que, cuando estaba pequeño había convencido a sus padres de comprarle el disfraz de Batman que tanto había querido para carnaval y la razón de que comparara ese recuerdo con esta nueva situación era porque desde pequeño había tenido el mismo anhelo. Sentir a Gianni como lo hacía ahora, no podía negarlo más como lo había hecho casi toda su vida, debía admitir que estaba un poco más que enamorado de su mejor amigo. Y admitirlo solo lo hacía sentir bien, desde que eran pequeños él había sentido lo mismo, la diferencia era que no había sabido reconocer los sentimientos, al ser tan inexperto en todos los ámbitos de su vida era obvio que no pudiera comprender a cabalidad las cosas que podía sentir. Pero, luego de todos los sucesos que había experimentado con Gianni los últimos días ya no le quedaba otra opción más que admitirlo.
No había sabido lo triste que se había sentido hasta esa noche en la que por fin habían cedido a sus deseos y se habían tocado, se había besado, se habían deseado como nunca antes. La alegría lo había llenado casi como una explosión de fuegos artificiales en su cuerpo, llegaba a cada terminación nerviosa haciéndole saber que lo que estaban haciendo era correcto y estaba bien. Él nunca hubiera podido imaginar que su mejor amigo aceptaría hacer todas las cosas que habían llegado a vivir, los besos, las caricias y las conductas tan íntimas que vivían en su departamento. Siempre se había imaginado que de suceder algo así Gianni entraría en pánico y dejaría de hablarle habiendo arruinado su amistad para siempre, era esa una de las razones por las que Jean jamás había querido insinuar nada.
Sin embargo, las conductas de Gianni correspondiendo a sus caricias, además de las que incluían su extraña conducta frente a Román, le hacían sospechar que su amigo sentía algo por él, solo que aún no era lo suficientemente valiente para confesarlo. Él había batallado mil veces en su mente obligándose a no ilusionarse, sabía que la educación que había recibido su amigo era un millón de veces diferente a la que le habían dado sus padres y que eso podía influir muchísimo en su conducta, por lo que había obligado a su mente a separar cada caricia evitando verla como un compromiso o una reacción más profunda que algo físico, pero con el pasar del tiempo ese batalla había estado perdida. No había podido resistirse.
Aceptar las caricias de Gianni había sido la decisión más fácil y la más placentera, su cuerpo respondía a él como nunca lo había hecho a nadie, a ninguna mujer e incluso al único hombre con el que se había atrevido a acercarse al llegar a la universidad. Siempre había sido sencillo fingir frente a Gianni, porque a veces la negación de su amigo era tan grande que las cosas más obvias, como que la relación que él había tenido con Marina no iba a funcionar, dejaba de verlas siguiendo las fantasías que se pintaban en su mente. Su mejor amigo siempre había sido así, por lo que no lo culpaba de nada pero a veces era demasiado difícil verlo perseguir ilusiones vanas que jamás llegarían a hacerse realidad, como había sido el caso de su relación arreglada con Marina. Él sabía que todo aquel circo había estado orquestado por su familia al preocuparle nunca verlo con mujeres y sí, pasando mucho tiempo con Jean.
Muchos años atrás, sus padres le habían explicado que existían personas que seguían un código de conducta muy estricto y que se reproducían como enseñanzas de generación en generación, muchas de esas conductas se ligaban a la dificultad de aceptación con un patrón distinto, es decir, estas personas odiaban lo nuevo porque lo veían como aberrante e incorrecto. Esa era definitivamente la definición de los padres de Gianni y él se había sentido triste muchas veces pensando en lo difícil que debía resultar tener padres así, la necesidad de complacerlos a costa de tu felicidad, la carencia de apoyo incondicional. Era por esa razón que él siempre había intentado apoyar la decisión de su amigo al querer estar con Marina hasta que como imaginó, la relación acabó en un desastre épico que lastimó a su mejor amigo.
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Más que un amigo
RomanceJean Brisbois es un hombre dulce que siempre ha sentido extrañamente unido a la persona que considera su mejor amigo. Se conocen desde niños y su relación jamás ha cambiado bajo ninguna circunstancia, no hay nada más allí que amistad, o al menos eso...