Huía por los pasillos intentando que Ethan, quien me perseguía, me perdiera de vista entre la aglomeración de alumnos en el cambio de clase. No lo conseguí y de pronto me vi aprisionada contra la pared en un pasillo vacío.
-Em, por favor, escúchame.-
-¿Te parece que este sea el mejor momento para hablar de eso?-
-Me parece que no es momento para estar peleados.-
-¡Uno de mis mejores amigos está muerto! Lo siento pero no me apetece perdonarte en este momento.-
-Pero es solo una tontería.-
-Estoy dolida, sorprendida, asustada y frustrada. ¡No quiero perdonarte ahora! Estoy bien estando enfadada.
-¿Asustada por qué?-
-Déjame, ¿quieres?- Dije liberándome de su aprisionamiento y perdiéndome entre los pasillos hasta acabar en el baño de las chicas, donde el olor a tabaco incluso conseguía tapar el olor a pis.
Ya había terminado el cambio de clase y todos deberían estar en sus respectivas aulas. Pero se podía apreciar cómo de uno de los cubículos del baño salía el humo que inundaba toda la habitación. Lo ignoré y abrí un grifo para refrescarme la cara. Ahora que sabía que la de Leo fue la muerte que presencié, tenía que hablar con la policia.
Debía hacerlo, pero no quería.
El cubículo se abrió y una chica de último curso salió y sin mirarme siquiera se enjuagó la cara y las manos, se echó colonia y se metió un chicle en la boca. Luego salió como si nada. Al salir la chica vi como Ethan esperaba en la puerta.
-Veo que no te enteras.-
-Em, ahora tenemos que estar unidos.-
-No quiero.- Dije saliendo del baño. Ethan me cogió del brazo. -Suéltame, tengo que ir a clase.-
Me soltó sin decir nada más y me dirigí hacia la salida del edificio.
Fui a la parte trasera del edificio y encendí un cigarrillo.
Resultaba muy irónico que Leo hubiera muerto, precisamente Leo.
Nuestro grupo no era de los mejores ejemplos, en ninguno de los sentidos.
Nadia era la guapa, de hecho, era una de las más guapas del instituto. Había salido con muchos chicos, incluso con alguna chica, más de los que cualquiera de nosotros pueda recordar, ni siquiera ella. Muchos la consideran una zorra, y quizá lo sea, no estoy muy puesta en términos sociales, pero ella es feliz.
Yo, Emily, con problemas para relacionarme desde pequeña, me hice amiga de Nadia en la primaria y se podría decir que he sido popular pero siempre he estado a su sombra, tampoco he querido nunca ser la estrella, vivo bien en mis sombras. Crecí con problemas familiares, desde siempre, hasta donde mi memoria es capaz de llegar. Me crié con un padre maltratador, ese era mi dia a dia, quizá fuera la causa de mi problema con la gente, lo que sí que fue, es la causa de que acabara metida en drogas. Y así conocí a Ethan.
Ethan, que es el típico chico malo, es guapo y fuerte, también es un poco siniestro, y tiene como un toque de oscuridad, parecido al mío, es la razón por la que me atrajo desde el primer momento, su oscuridad. Él tampoco se crió en un buen ambiente, su padre era drogadicto y la convivencia no era agradable. Antes de conocerme, no era muy sociable tampoco, y yo le metí en el grupo poco antes de enamorarme de él.
Leo, buen hijo, buen estudiante, buen amigo. Era la persona con la que todos querían estar, ayudaba a cualquiera que se lo pidiera, y era el favorito de casi todos los profesores. Era un chico ejemplar, todos se preguntaban por qué estaba con nosotros, con un grupo de deshechos sociales.
Miré hacia mi mano y vi como el cigarrillo se había consumido.
Desde luego, era el que menos merecía morir.