Todo daba vueltas. Me dolía la cabeza y no podía ver casi nada, estaba sudando y el calor me agobiaba cada vez más. Algo húmedo y frío rozó mi cara haciéndome sentir mejor. Poco a poco empecé a diferenciar formas hasta poder ver claramente.
-¿Qué te has metido Em?
-Nada... -musité-
-Te han encontrado inconsciente detrás del instituto, y estás ardiendo.
-Te he dicho que nada Ethan.
Me incorporé en la cama de Ethan donde estaba tumbada, me encontraba en su habitación.
-¿Por qué estoy aquí?
-Querían llevarte al hospital, pero no me fiaba de lo que pudiera pasar si te encontraban algo raro, y tampoco podía llevarte a tu casa.
-Ahora sí puedes, llévame a casa Ethan.
-Em... descansa un poco.
-Descansaré en mi casa, en mi cama. -Dije acentuando el "mi"- Y sola, así descansaré.
-Venga ya Emily, es una gilipollez que sigas enfadada. Te dejé plantada, sí, lo sé, lo siento. Surgió algo importante y no pude ir.
-No menciones el tema. -Dije muy seria-
-Em...
-No sabes lo que pasó, no, ¡no lo sabes! no estoy enfadada porque no vinieras, estoy agobiada, muy agobiada por lo que pasó.
-Em, qué pasó.
-Yo... lo vi.
Me callé. Los recuerdos volvieron a mi cabeza, miraba a ningún sitio sentada en aquella cama, con Ethan sentado a mi lado en aquella habitación que ahora sentía tan lejana.
-Em, dime, qué pasó, qué viste.
Ethan parecía nervioso y me agarraba la muñeca con fuerza.
-Me estás haciendo daño. -Dije cansada-
Disminuyó la fuerza y me miró más calmado. Me cogí la muñeca y volví a mis recuerdos.
-Vi... a Leo... -musité-
-¿Cómo que viste a Leo?
-Vi como le mataban.
El espanto inundó su cara y su mirada apuntaba a ningún sitio.
-¿Qué estás diciendo? -Preguntó volviendo a mirarme-
-Te estaba esperando, no llegabas, entonces... hubo un ruido, gritos, llanto... me asusté pero subí el edificio, era en la primera planta y... simplemente observé. -Le miré con lágrimas en los ojos- Le acuchillaron Ethan, y no solo una vez, estaba sufriendo y seguían clavando... -Ethan me interrumpió-
-No pasa nada Em, no pasa nada. -me cogió una mano- Ahora solo tranquilízate y olvidalo.
-¿Que lo olvide? ¿Lo dices en serio? vi como mataban a mi mejor amigo ¡no puedo olvidarlo!
-Tienes que hacerlo, por tu seguridad. Si el asesino descubre que lo viste, irá a por ti, y ninguno queremos eso ¿verdad?
-No...
-Pues olvidalo, no hables con nadie del tema, y mucho menos con la policía. Eso sería asegurarte la muerte.
Le abracé, quería odiarle pero necesitaba ese abrazo, y después de todo... él no tenía la culpa de nada.
-¿Qué estabas haciendo para no poder venir?
-Pues... tuve un problema con mi padre... ya sabes.
-Entiendo. Llévame a casa por favor.
-¿Ahora? deberias esperar a estar mejor.
-Estoy bien, Ethan. Solo quiero irme a casa.
Mentira. No quería ir a casa. Quería perderme en las calles, andar y andar hasta que olvidara mi nombre. Estaba dolida, y era horrible. Tenía miedo, y lo odiaba. Por otro lado estaba preocupada, había perdido el libro ese día, pero no sabía en qué momento. Podía haberlo perdido en la cafetería, o de camino a casa; podía haberlo perdido corriendo hacia la ciudad, o en el peor de los casos, donde mataron a Leo. Si eso hubiera pasado había tres posibilidades: que lo encontrara el asesino y me buscara, que lo encontrara la policía y creyeran que soy la asesina por no decir nada, o que el libro siguiera ahí perdido esperando a que alguien lo encuentre. En el tercer caso, preferiría ser yo quien encontrara el libro, pero para eso... tendría que volver allí.