La Elegida De Slytherin ©

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Edimburgo, Escocia.
15 de diciembre de 1993

La nieve caía, cubriendo por completo las calles de Edimburgo y dando una hermosa vista, miré el pequeño reloj de cuero que se encontraba alrededor de mi muñeca derecha, este marcaba las 17 horas en punto, tome la manija de mi maleta y acomode la mochila sobre mis hombros, camine rumbo a la salida del aeropuerto; una vez que estuve afuera no pude evitar sentir escalofríos ante la helada brisa de diciembre que acaricio parte de mi piel expuesta, continúe caminando por las calles de Edimburgo hasta que me detuve frente a un callejón y me asegure de que nadie me viera y entre en dicho lugar, una vez más me asegure de que ningún muggle me viera e hice una aparición. Aparecí frente a un gran portón negro que se abrió casi de inmediato en mi presencia, esta vez no me aparecí ya que me encontraba agotada por el viaje y la aparición, así que camine por un pequeño sendero hasta la entrada principal de la mansión. En la puerta principal se encontraba esperando por mi una elfina que sirve a mi familia, Arethel.

—Ama Verity, que bueno que ya ha llegado — se acercó y me abrazó.

—Arethel, me alegra verte de nuevo— correspondí al abrazo de inmediato.

—Vamos adentro, aquí hace mucho frío y la ama se puede enfermar — ella tomó mi maleta y extendió su mano hacía mi, yo asentí y tome su mano.

Nos aparecimos en mi habitación y no pude evitar sentir una punzada en la cabeza, en definitiva tendría un leve dolor de cabeza. Arethel se despidió y dijo que me vería en la cena, yo agradecí y ella desapareció. Desempaque mis cosas y las acomodé, di un vistazo a mi habitación percatandome que esta seguía igual que la última vez que vine a casa, que fue justamente hace un año en vacaciones de navidad, pues durante las vacaciones de verano estuve con una amiga en Canadá y no ví a mi familia. Me acerque al enorme ventanal y me embelese con el brillante sol que estaba a punto de ocultarse, sonreí, no había nada más hermoso que las impresionantes vistas que brindaba el cielo; camine hacía mi enorme cama y me recosté sobre esta un momento, una diminuta sonrisa se dibujo sobre mis labios al percibir el agradable aroma a lavanda que desprendía el enorme edredón que cubría la cama y se colaba en mis fosas nasales, definitivamente estaba en casa. Cerré mis ojos un momento, el dolor de cabeza estaba aumentando y también me sentía bastante cansada por el vuelo de Washington a Londres y el cambio de horario repentino, salí de la capital de Estados Unidos alrededor de las 4 am y debía llegar a las 3 pm aquí, pero hubo un retraso por una tormenta de nieve en mi escala en Australia, de haber sabido eso hubiera preferido un traslador.

Me removí inquieta en la cama cuando escuché risitas, dicho sonido hizo que abriera mis ojos lentamente, froté mis ojos para alejar todo rastro de pereza y poder acostumbrarme a la iluminada habitación, primero miré hacía el enorme ventanal de mi habitación, dándome cuenta así que ya había anochecido, pues afuera ya estaba totalmente oscuro y a lo lejos se podía observar la brillante luna iluminando unas montañas a lo lejos, no sé en qué momento me quedé totalmente dormida. Me incorpore sobre la cama y me senté al borde de esta misma, lleve mi vista en dirrección a dónde anteriormente escuché las risitas que me hicieron despertar. En el marco de la puerta se encontraban dos de mis hermanos, Jules quién es mayor que yo y mi mellizo Alek, mayor que yo también, pero sólo por unos minutos de diferencia; ambos mirándome con un toque de diversión en sus ojos y con una sonrisa de boca cerrada. Rápidamente me levanté y corrí en dirección a ellos, envolviendo en un cálido abrazo a mi mellizo, a quien no veía desde el Halloween del año pasado y vaya que creció varios centímetros, ahora me sacaba dos cabezas de altura.

—También te extrañe mucho enana — me devolvió el abrazo y dejo un casto beso en mi cabeza.

—No estoy enana, tú eres el subnormal que creció a lo tonto y mi altura es normal —bufé al escuchar el sobrenombre por el cual me llamo-. Pero yo también te extrañe, idiota.