CAPÍTULO SIETE

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Esa noche no pude dormir, tenía los nervios de punta, no sabía qué le había pasado a Ohm, si estaba bien, si lo habían regañado y ya jamás volvería, o peor aún, si lo habían capturado o lastimado. Y, por si fuera poco, ahora mi hermano sabía de su existencia y qué tuve contacto con él. 

Amanecí con unas ojeras enormes y los ojos rojos, me duché para llenarme de energía. Baje antes que todos para desayunar a solas en la cocina. Necesitaba encontrar un pretexto para poder salir de casa, era día de descanso y generalmente me la paso en mi habitación o voy a comprar la despensa cuando hace falta, por desgracia Alex la hizo hace un par de días.

Estaba encerrado en mi cuarto viendo por la ventana, girando la perla entre mis dedos. Eran las dos de la tarde cuando oí a mi padre gritar. 

-¡Sal de ese cuarto, rata de madriguera! 

Lo ignoré, pero sabía que volvería a gritar. Seguramente me mandaría a lavar los trastes o alguna cosa así. 

-¡¿Estás sordo?! –escuché que algo cayó cerca de mi puerta. Había arrojado un cojín desde abajo. –¡Vienes o voy por ti, tú decide! 

Salí desganado y bajé las escaleras. Padre estaba sentado en el sofá, con los pies arriba de la mesita que había al centro de la sala. 

-¿Qué? –pregunté molesto.

-Vete a la tienda a comprar un six de cervezas y una bolsa de papas grandes sabor camarón –Volteé a ver a Alex que estaba sentado a un lado de él "porque no vas tú" pensé. 

-Ni creas que iré yo –dijo rodando sus ojos. –A mí me traes un kilo de pepinos y uno de zanahoria, me olvidé de comprarlos. 

-Eso no lo venden en la tienda. 

-¿No me digas? No estaba enterado de eso –dijo sarcásticamente. –Ya sé que no, idiota. Vas a ir al mercado también. 

Lancé un resoplido. Estire la mano esperando a que me dieran dinero para pagar sus cosas. Se voltearon a ver y rieron. 

-Con tu dinero –dijo papá.

No tenía caso que me quejara. Subí por mi dinero y salí de casa. Era la oportunidad que estaba esperando para darme una vuelta por el embarcadero, así que corrí hasta llegar a él, por ser día de descanso estaba casi vacío salvo por unas personas que estaban nadando en el mar. Recorrí lentamente todo lo que mi vista alcanzaba a ver, caminé por la playa, pero no estaba a quien buscaba. Saqué la perla de mi bolsillo y la observé pensativamente. Después de unos segundos, decidí que sería una estupidez volverla a sumergir habiendo personas cerca. 

Fui a comprar lo que me encargaron y regresé a casa. 

El día terminó sin ninguna novedad. Sentía que había pasado una eternidad sin ver al tritón... sólo habían pasado dos días.

De nuevo no podía dormir. No dejaba de pensar en él. Recordé cada una de sus facciones: sus ojos que se cerraban completamente al sonreír de oreja a oreja, sus labios delgados y visualmente suaves, el ceño fruncido cuando estaba concentrado, su sonrisa coqueta e intimidante, el brillo en sus ojos al hablar, sus manos grandes, su abdomen marcado, esos colores exóticos que adornaban su cola, su cabello y sus escamas. Me sorprendí al oírme suspirar... ¿por qué lo recordaba con tanto detalle? ¿por qué necesitaba verlo con urgencia? ¿Acaso me gustaba? No podía negar que era muy atractivo y condenadamente sexy. 

"No recuerdo haber sentido atracción por alguien alguna vez en mi vida. Ni siquiera sé si me gustan las mujeres o los hombres... ¿Hombre? No tiene genitales, ¿o sí? Aún, así es del género masculino, ¿o no? De ser así ¿soy una persona gay?, pero él ni siquiera es una persona" Ese tipo de pensamientos inundaron mi mente por muchas horas.

Mire el reloj, marcaba las 3:40 am me sentía muy inquieto. Deseaba saber si OHM estaba bien. Decidí ir al embarcadero nuevamente y buscarlo. Así que salí de mi cuarto, sigilosamente como siempre, ambos estaban en sus habitaciones y salí de casa. 

Llegué al puente de madera, observe detenidamente por todos lados, a lo lejos vi las rocas dónde mencionó que se quedaba, pero no lo vi a él. 

-¡Ohm! ¿Estás por aquí? –grité -¡¡¡OHMMMM!!! –grité aún más fuerte, pero no hubo respuesta ni movimiento alguno. 

Caminé hacia la playa donde lo vi por última vez. Di una vuelta por el rededor, grité un par de veces más su nombre y nada. Finalmente me senté a la distancia exacta donde las olas no me tocaban, las lágrimas amenazaban con salir nuevamente.

Permanecí unos 30 minutos sollozando, me levanté y me acerqué a una palmera que estaba a mi costado, tomé un trozo de vidrio que estaba tirado y empecé a formar una palabra en la arena. 

VUELVE 

Las olas no llegaban a esa altura, pero posiblemente la marea subiría y el mar se llevaría mi mensaje... "Espero que llegue hasta donde estés".

AMORES ACÁ LES DEJO EL CAPÍTULO SIETE. besos








EL TRITÓN (OHMFLUKE) - AdaptaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora