El cumpleaños de Amelia

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Amelia despertó en el sofá, sin recordar en que momento se había quedado dormida ahí.

Cuando ella se puso de pie y Jorge la abrazó por detrás, susurrándole "Feliz cumpleaños, amor" a la oreja, recordó que efectivamente cumplía 25 años.

Sonrió y le agradeció con un tierno beso en los labios.

-Iré a comprar las cosas que nos hicieron falta, ¿quieres esperar por si llegan los invitados antes que yo?- preguntó Jorge, apenas despegando su rostro del de ella.

-Será mejor que así sea, además así me adelanto a preparar la pasta.

-Espero no tardar, si se te ocurre algo que necesites, me llamas o me mandas mensaje ¿si?

-Si.

Se despidieron con un breve beso, él tomó las llaves de encima del periódico y se dirigió hacia la puerta, el tintineo de las llaves de su coche marcando el paso.

Ella fue tras él para ver con ternura su coche mientras avanzaba al partir, como siempre hacia.

Después de despedirse con otro beso mandado al aire, mientras el abordaba su coche, Amelia se sintió ajena al paisaje ante sus ojos, al darse cuenta de como su casa parecía estar en medio de la nada, de un desierto vacío y bastante deprimente.

Pensó en lo extraño que resultaba no recordar exactamente cuando habían llegado ahí. Quizás hacia mucho, pero aún no se acostumbraba.

Se sintió abrumada por la inmensidad del sombrío y estéril paisaje, que parecía absorber a su marido en una larga carretera que bien uno se podría imaginar que era la lengua del desierto.

Cerró la puerta, aliviada por dejar de escuchar el viento que sólo lograba resaltar la soledad que se sentía.

Decidió distraerse cocinando. Algo de música con buen ritmo siempre ayudaba a relajar el ambiente.

Bailando y tarareando, comenzó a fregar los trastes, para entonces empezar a cocinar.

Pero, cuando abrió el refrigerador, la golpeó un hedor insoportable seguido de un montón de moscas volando hacia ella.

No pudo evitar gritar y estuvo a punto de caer hacia atrás.

Por alguna razón el refrigerador estaba apagado, y todo lo de adentro se había echado a perder.

"Pero... ¿tanto?"

Ciertamente parecía que habían pasado días... ¿Hace cuanto no lo habían abierto ella o su esposo? No parecía tener sentido, pero al ver que estaba desconectado sintió un ligero alivio.

Sin embargo, eso era un imprevisto que tendrían que corregir rápidamente.

Empezó a rociar con insecticida a las moscas, a la vez que empujaba con su cadera la puerta del refrigerador para cerrarlo, y marcaba el número de Jorge en su celular.

Las moscas cayeron poco a poco en varias partes de la cocina.

Amelia esperó a que contestara, tapándose la boca y la nariz con su mano, dirigiéndose a la sala para alejarse del mal olor.

-¿Hola?

-Jorge, el frigorífico estaba desconectado, se echó a perder todo lo de adentro, lo que iba a usar para la pasta...- Su voz cortada la hizo sentir a punto de llorar de frustración.

-No pasa nada, hermosa, pediremos comida a domicilio ¿Si? Son cosas que pasan.

Ella lo notó raro, pues normalmente no era así de condescendiente, y además su voz sonaba muy lejana.

-Es sólo que no entiendo... ¿Cuanto tiempo... cuanto tiempo llevamos aquí? ¿por que no nos dimos cuenta de... de...?

Soltó un sollozo, confundida, sin saber exactamente por que.

-Amelia, tranquila amor, no pasa nada.

Ella soltó el llanto, no pudo evitarlo.

-Bebé, está bien, no llores, todos estamos vivos ¿Si? Vamos a pedir pizza ¿Está bien?

-Si...-

Jorge colgó la llamada, haciéndola sentir abandonada y extrañada por lo que creyó haberlo escuchado decir.

Tenía que avisar a sus familiares que ya no habría pasta, pero si pizza.

Entró al grupo de chat familiar, donde estaban sus hermanos y su madre.

Grupo Family

Amelia: Discúlpenme, no comeremos la pasta que les prometí, el refri se descompuso y se echó a perder todo :( Pero encargaremos pizza jajaj

(En la pantalla se podía ver que estaban escribiendo algo, pero luego se detenían, como sin saber que responder, hasta que...)

Mammi: Quien eres??

Amelia: ?? Soy yo, ya en seriooo no te enojes yo se que querías pasta u.u

Jessica: No es gracioso, por favor déjanos en paz, seas quien seas.

Frank: Eres tú, imbecil??? eres tú el que mató a mi hermana?? donde estás?? dime!!!

Le flaquearon las piernas, las manos le temblaron tanto que soltó el celular y se hizo añicos en el suelo.

Al perder el equilibrio se agarró de la manija del frigorífico, pero ahora la del congelador.

Y la abrió.

Y el hedor era aún más insoportable.

Su propio hedor.

El de su cabeza, dentro de una bolsa de plástico transparente.

Amelia soltó un desgarrador grito que ninguna persona viva pudo escuchar.

Cuentos cortos y raros para personas con gustos extraños.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora