A simple vista, el ladrón pudo ver como ese chico desprevenido, sacó su dispositivo Tablet de alta gama, con una interfaz opacada típica de quien no quiere que las personas a su alrededor vean lo que hace.
El chico empezó a deslizar su dedo por la pantalla, sin siquiera voltear a su alrededor.
"Un idiota nuevo en la ciudad", Pensó Kevin, quien era experto en arrebatar cosas de las manos de transeúntes, yendo a toda velocidad en su bicicleta. Muchas habían sido las ancianas que, llorando, les decían a los policías como les había arrebatado las bolsas del mandado.
Pero los policías no hacían mucho realmente, como suele suceder.
Pedaleó velozmente rozando la vereda, listo para pasar en paralelo a la estación de autobús para arrebatarle la 'Tablet' al chico distraído, justo antes de que el autobús llegara y así poder ocultarse detrás e irse de ahí en menos de cinco segundos. Esa era su estrategia en general.
El autobús está por llegar.
Un par de personas más, ajenas al chico con el dispositivo y al ladrón que lo iba a convertir en víctima de robo, haciendo la innecesaria señal de parada al bus, que de cualquier forma se tiene que detener ahí.
Kevin le arrebató el aparato sin ningún esfuerzo, con la precisión de un beisbolista atrapando una pelota muy veloz.
Lo sintió bastante pesado y notó que el chico no parecía haberse percatado, pero se concentró en esquivar el autobús para ponerse del otro lado y perderse de vista. Se lo puso bajo la axila izquierda, tomándolo con su mano derecha para ocultarlo lo mejor posible y controlando el manubrio ágilmente sólo con su mano izquierda.
Las otras dos personas que esperaban el transporte, se sorprendieron de la tranquilidad de la víctima al momento del robo, quien sólo había sonreído ligera y discretamente mientras metía su mano al bolsillo, presionando un botón en otro pequeño dispositivo.
Menos de tres segundos después, se escuchó una explosión.
Cuando Kevin asimiló lo que pasaba, estaba tirado en el suelo, con su mano derecha destrozada y su brazo izquierdo a un sólo tirón de desprenderse.
—¿¡Que Pedo!?— Chilló.
El dispositivo había explotado.
Y es que el chico a quien se lo había arrebatado, a quien de hecho vio que avanzaba hacía él junto con otro grupo de adolescentes, era Johnny Kokonny, fundador del grupo a quien después prácticamente les pondría el nombre Doña Amparo.
De hecho, la señora Amparo, observó por la ventana como ese grupo de chicos se acercaban al odioso ladrón ensangrentado que anteriormente le había arrebatado sus únicos alimentos que tenía para toda la semana, a ella y a muchas otras personas más.
Johnny Kokonny no pudo evitar una carcajada que intentó ahogar, al ver que había resultado mucho mejor de lo que esperaba.
—La idea era que... JAJAJA, quería volarle sólo la mano...
—¡Se lo puso en la axila!—Exclamó Sarah, una de las chicas del grupo que había rodeado al ladrón.
El grupo de 7 chicos empezaron a reír, aún más cuando Boris (quien había fabricado el explosivo en forma de tablet) empezó a orinar en las heridas del ladrón, quien soltó un grito histérico, incrédulo por haber sido cruelmente herido y humillado por un grupo de adolescentes.
Incluso Doña Amparo soltó una pequeña carcajada.
—¿Que pasó, abuelita, son delincuentes?— Le preguntó su pequeño nieto, quien también veía por la ventana la extraña escena.
—Nah, no son delincuentes, mijo, sólo son "Gente Traviesa"— Respondió sonriente, acariciándole tiernamente el cabello.
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Cuentos cortos y raros para personas con gustos extraños.
HororADVERTENCIA Los siguientes cuentos contienen situaciones que podrían resultar desagradables para muchos lectores, por lo que si usted es una persona sensible o impresionable, será mejor que no los lea.