Parte 01

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9.00 AM Aeropuerto Internacional Suvarnabhumi.

Aquella mañana, los aviones resonaban fuerte en la terminal. En el pequeño café de espera, un joven de cabellera castaña bebía un moka-late mientras que su mano izquierda la mantenía oculta en el bolsillo de su abrigo. Escuchar los aviones sobrevolar sobre su clara cabellera le ponían muy irritado y nervioso. "Cuanto detesto ese sonido" y volvió a beber otro sorbo antes de derramar un poco sobre su pantalón al oír a otro estruendoso avión despegar. ¡Mierda! el cálido aroma a café ahora la envolvía en un ardor momentáneo, se levantó con torpeza dejando caer el vasito de cartón al suelo.

⎯ Lo lamentó ⎯ se disculpó con una de las empleadas por ensuciar el suelo. Ella negó y le sonrió.

⎯ Sigues siendo igual de torpe, Riley ⎯ escucho una voz suave detrás suyo.

Inmediatamente giro su cuerpo ante el sonido de esa voz. Vio un cuerpo delgado, alto y con el cabello más largo que la última vez que lo había visto. Sin duda habían pasado los años para esa persona, para él también.

⎯ No puedes culparme, odio los aeropuertos ⎯ dijo al acercarse a él.

⎯ ¿No me vas a dar la bienvenida? ⎯ se quejó el otro con tono infantil, abultando los labios como en el pasado ⎯ Creí que me habías extrañado.

⎯ Te fuiste por siete años ⎯ le recordó con tono amargo ⎯ Te fuiste sin despedirte, sin una nota o una carta del porque te ibas. Había creído que no volverías nunca, entonces tus padres tuvieron la amablidad de informarme que regresarias el día de hoy. No espere que te de la bienvenida con bombos y platillos, sigo igual de enojado que aquella vez.

Claro, era algo que Gulf esperaba sin duda. De alguna manera había creído que todo había quedado en el pasado, que con el paso del tiempo, las heridas que había dejado al irse, habían sanado. Pero ahora se daba cuenta que no era así. Fue tonto de su parte creer que sería recibido con los brazos abiertos y sin esperar explicaciones.

⎯ Lo único que puedo decir es que lo siento mucho.

Su mirada reflejaba arrepentimiento. Había un dolor y una desolación que no podía ignorar, más cuando era tan legible. Tuve que morderse la lengua para no decirle unas cuantas cosas que tenía atorada en la garganta en estos años.

⎯ Eso ya no importa, aún espero una explicación de tu parte, pero para mi desgracia te conozco y sé que nunca dirás nada al respecto ⎯ dijo su amigo colocando una mano sobre su hombros. No sabía si temblaba por el frío o porque simplemente estaba conteniendo de no soltar el llanto.

⎯ Te extrañe ⎯ rápidamente fue estrechado entre sus delgados brazos. El aroma dulzón de su colonia entraba por sus fosas nasales. Recordaba perfectamente que a Riley le gustaba esos tipos de perfumes ⎯ Tengo muchas cosas que decirte y si aceptas oírme sin preguntas ni cuestiones, te estaré eternamente agradecido. Volví para quedarme.

Riley asintió apretando la tala de su abrigo con fuerza. Aunque quería hacerse el duro, lo había extrañado de igual manera. Gulf seguía siendo igual de cálido cada vez que lo abrazaba. Justo allí, los dos así de cerca, tuvo el pensamiento de que el tiempo se había detenido y que los siete años que habían pasado, no era una barrera para recuperar la amistad que había creído pérdida.

⎯ Tu cabello es más largo, siempre decías que te gustaba corto pero ahora casi lo tienes por el hombro ⎯ comentó Riley mientras se dirigían hacia donde estaba estacionado su auto.

⎯ He cambiado algunos hábitos ⎯ dijo Gulf siguiendo sus pasos.

Poco a poco las personas que había bajado del avion y los demás pasajeros de otros vuelos, iban abandonado el aeropuerto. Los rayos del sol mañanero daban de lleno en su rostro, había olvidado como eran los inviernos en Tailandia. En Inglaterra solia llover mucho y el cielo era cubierto por capas de neblinas. Cerro los ojos y sonrió feliz de estar de vuelta.

Punto y aparteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora