Epílogo

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Pulso acelerado, manos temblorosas y con un nerviosismo que iba a matarlo si seguía allí sentado, junto con un miedo inesperado. Un par de ojos lo miraban atentos y muy divertido ya que le resultaba entretenido ver a Mew en ese estado, a punto de desmayarse.

La mujer mayor que estaba delante suyo, entrelazo sus delicados dedos por sobre la mesa y le sonrió como si fuera una madre que comprendía su actuar.

⎯ Mew, relájate ⎯ al escuchar aquella voz, Mew alzó la mirada de inmediato ⎯ Comprendo tu miedo y algunas cosas que debes de estar sintiendo ⎯ ella suspiro con pesar ⎯ Supongo que en parte tengo la culpa, mis errores del pasado como madre fueron suficiente para colocarnos en esta incómoda posición ⎯ estiró sus manos y capturó las de Mew que aún seguían temblando ⎯ Ya le pedí perdón a mi hijo, pero quiero hacerlo contigo.

⎯ ¿A mi? ⎯ no comprendía del todo.

⎯ Claro, tanto como mi hijo y tu sufrieron las consecuencias de las decisiones egoísta que tuvimos con mi esposo. Todos estos años siempre tuve ese arrepentimiento que no me dejaba dormir y cuando Gulf volvio esa culpa aumentó por mil. Soy conciente de lo mucho que lo lastimamos y no me alcanzara la vida para pedirles perdón, espero que puedas perdonarme por haberte alejado de él todos estos años.

Mew guardo silencio por unos largos segundos en lo que pensaba en cada palabra dicha por esa mujer que parecía a punto de llorar. Si bien, nunca sintió tal odio o rencor por ellos, ya que nunca supo la verdad hasta que Gulf habia vuelto de Inglaterra. Entonces pensó que quizás las cosas tuvieron que darse así, quizás este era el tiempo en el que debían de estar juntos.

No sólo ellos salieron lastimados, otros también sufrieron a causa de sus decisiones. En aquel momento le fue invitable no pensar en Thent, en lo mucho que lo había herido, pretendiendo amarlo y hacerle creer que juntos podrían ser relamente feliz, cuando Mew sabía que su felicidad no estaba a su lado, sino con esa persona que estaba a kilómetros de distancia.

⎯ No se preocupe señora, no tengo nada que perdonarle ⎯ dijo Mew dejando ver una sonrisa, una sincera, de esas que renacieron hace días ⎯ Soy feliz ahora y sé que Gulf también, lo esperare el tiempo que sea necesario, porque tenemos toda la vida por delante para recuperar el tiempo perdido.

La mujer seco sus lágrimas las cuales no supo en que momento habian fluido de ella. La enorme carga que llevó por años, habia sido liberada de su pecho.

⎯ Que dicha escuchar eso, merecen ser feliz después de tanto sufrimiento.

Y Mew así lo creía.

Las flores que adornaban ese jardín era el más bello que Mew haya visto. Habia llegado aquí está tarde, donde jamás pensó que volvería: a la casa de Gulf. No la récordaba como tal, habian cambiando muchas cosas en todos esos años, pero sin duda esas rosas, esas flores eran las mismas que solía admirar en el pasado.

Ese sentimiento inesperado como el miedo, volvió a él en aquel instante que sus ojos se desviaron ante ese hombre alto, fornido y tan elegante como siempre, con esa mirada que dejaba ver su autoridad y ese respeto que le exigía. Le fue inevitable no apartar la mirada, no soportaba ser juzgado y mirado como si fuera un fenómeno, como si fuera culpable de las cosas que habian pasado. Por un momento pensó que se acercaría hasta ellos, pero lo vio subir las escaleras y el alivio llegó nuevamente a él.

⎯ No tengas miedo ⎯ le ánimo la mujer adivinando sus emociones y de alguna manera Mew se sentía tranquilo sabiendo que tenía su apoyo ⎯ Mi esposo es un cabeza dura, pero sé que pronto dará el brazo a torcer, no está en contra de esta relación, quizás en el pasado si lo estaba pero al ver el odio que Gulf descargo en él, está arrepentimiento pero su orgullo no le deja avanzar. Extraña mucho a su hijo, solo espero que no sea tarde para su arrepentimiento.

Punto y aparteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora