Nueva York, octubre 2017
Sam
Eva me tiende el folio a la vez que me incorporo sobre la silla.
- ¿Dónde firmo? -Paso las hojas de mala manera y tomo un bolígrafo de la lapicera.
- ¿Firmar? -Repite incrédula. -Sam, es un contrato de más de veinte millones, deberías leerlo. -Cruza los brazos arrugando su perfecto traje verde oliva.
- ¿Y para qué? Igual no entiendo una mierda. -Digo frustrada. -Hasta un niño de cinco años entendería esto mejor que yo ¿Por qué no se lo llevas a Christian?
Ella resopla y al hacerlo, su rubio flequillo se levanta de su frente. -Es editor, no entendería nada de arquitectura.
- ¿Y yo sí? -Alzo una ceja.
-Tal vez no, pero eres la socia mayoritaria. Creo que ya va siendo hora de que contrates un arquitecto que se encargue de estos negocios.
No necesito meditar sus palabras para saber que está en lo cierto. Alguien debe hacer el trabajo de Adam, aunque me llene de amargura pensar en que otra persona ocupe su lugar. Todavía no me hago a la idea de que ya no está, creo que jamás lo haré. Nadie podría hacer su trabajo como él, pero si no consigo a alguien pronto, me temo que el corporativo se venga abajo.
Segundos después, llaman a la puerta.
-Adelante. -Me pongo de pie y Mark entra algo cohibido.
-Sam, disculpa que te interrumpa, pero se hace tarde para tu cita... -Dejo de escucharlo y lo observo con una sonrisa reprimida. Desvío mi mirada hacia Eva y sé que por su cabeza ha pasado la misma idea que por la mía.
- ¿Me estás oyendo? -Pregunta Mark.
-Si, por supuesto. -Miento. -Es solo que... Mark, sé que ya dijiste que no quieres trabajar aquí...
-Sam, por favor. -Me interrumpe. -No quiero hablar de ese tema de nuevo.
-Necesitamos un arquitecto de confianza ¿Y quién mejor que tú? -Interviene Eva.
-Ni siquiera me he graduado...
-Pero seguro que eres excelente. -Me acerco a él y tomo su mano. -Por favor. Más de dos mil personas trabajan aquí, podrían perder su empleo. -Sé estoy aplicando chantaje, pero realmente no me importa, necesito que ocupe su lugar. -No contrataré a nadie teniéndote a ti.
Pone los ojos en blanco y resopla. - ¿Alguien podría decirte que no? -Su pregunta me hace saber que he ganado.
***
Observo a la doctora en silencio mientras escribe mis datos en su ordenador. Estoy nerviosa, muy nerviosa, debí acceder a que Beth me acompañara ¡No! Esto es algo que debes hacer sola, me repito una y otra vez. Debo ser fuerte y afrontar que esta es mi realidad, solo somos mi bebé y yo de ahora en adelante.
La puerta se abre y mi ceño se frunce al ver a Mark ¿Qué hace aquí?
- Disculpe la interrupción doctora, pero...¿Puedo estar presente?
La obstetra frunce los labios y asiente. -No suelo permitir la presencia de los padres antes del segundo trimestre, pero haré una excepción. -Me dirige una mirada preocupada. -La chica parece bastante nerviosa.
Abro mi boca dispuesta a sacarla de su error. Decirle que está equivocada, que Mark no es el padre de mi bebé, pero quizá no le permita quedarse y la verdad necesito que alguien esté conmigo en este momento. No soy tan fuerte, creí que lo era, pero no, sin Adam a mi lado, todo lo relacionado con el bebé me aterra me da miedo no ser lo suficientemente madura y competente para hacer cargo de las necesidades de un pequeño.
Él toma asiento a mi lado y sujeta mi mano. Ese gesto tan sencillo me llena de valor, tomo aire profundamente y lo dejo escapar con lentitud.
-Todo estará bien, preciosa. -Le dirijo una mirada de agradecimiento y en respuesta me guiña un ojo
- ¿Tienes los análisis de laboratorio? -Pregunta la doctora.
Asiento y le tiendo la carpeta. Mientras la hojea, muerdo mi labio inferior con fuerza. Que todo esté bien, por favor. No me lo perdonaría si mi retraso al venir, trajera consecuencias graves para mi embarazo.
-Todo en orden. -Sus palabras me hacen expulsar el aire que no sabía que estaba conteniendo. - ¿Antes del embarazo usabas algún método anticonceptivo?
Mark me mira esperando mi respuesta. -Si, píldoras anticonceptivas. -Respondo.
-Eso quiere decir que no fue planificado. Tal vez fallaron... ¿O te salteaste alguna? -Inquiere.
Trago saliva. -Nos separamos por un tiempo, continué las pastillas hasta culminar el ciclo. -Suspiro. -Pero cuando regresamos no me estaba cuidando en lo absoluto.
La obstetra sonríe de lado. -Eso sucede más de lo que crees.
Hace más preguntas a las que respondo sacudiendo la cabeza: "¿Has tenido algún aborto? ¿Estuviste embazada antes? ¿Consumes drogas? ¿Cigarrillo? ¿ITS?"
Cuando cesan las preguntas me acuesto sobre la camilla y mi cuerpo se estremece al sentir el frío gel sobre mi aún plano vientre. Pone el aparato sobre mi piel y lo mueve. Luego de un par de segundos señala el monitor.
-Ahí está. -No hace falta que señale o indique con su dedo donde está.
Observo con detenimiento la pequeña personita en la pantalla y mi corazón comienza a latir a un ritmo alarmante. Es tan pequeño. Me había preparado para ver a una cosita pequeña, parecida a un renacuajo, algo pequeñito y apenas formado. Pero lo que tengo ante mis ojos es tan diferente. Puedo distinguir su cabeza, sus bracitos, sus piernitas, es tan frágil, tan indefenso, tan pequeño, es mi bebé.
-Según las medidas estás de unas nueve o diez semanas Es increíble lo rápido que se ha desarrollado, pero ya puedo distinguir su sexo ¿Quieren saberlo?
Lo pienso durante un par de segundos y niego. No estoy preparada para hacer esto más real de lo que ya es. Necesito más tiempo.
-Aún no, solo dígame que todo está orden.
-Lo está, es grande y fuerte ¿Quieren oír su corazón?
Asiento y rápidamente me arrepiento. No quise saber el sexo porque pensé que eso lo haría más real, pero... No hay nada más real que escuchar un diminuto corazón latiendo fuerte y rápido, para confirmar una vez más que hay un pequeño ser humano creciendo dentro de ti y que su padre, quien estaba tan feliz al enterarse de su existencia, se ha ido.
Cuanto desearía que estuvieras aquí, daría todo para tenerte a mi lado de nuevo.
Tras salir del consultorio le agradezco a Mark por estar a mi lado, sin su presencia justo ahora estaría hecha un mar de lágrimas. Todo esto ha pasado tan deprisa que no consigo adaptarme fácilmente a mi nueva vida.
-Eras todo para él ¿Sabes? -Dice al abrirme la puerta del auto. -Era como mi hermano, estás demente si crees que te dejaría sola en un momento así. -Sonríe con tristeza. -Tú y ese pequeño ahora son mi familia. -Me lanzo a sus brazos sin poder contenerme.
***
Esa tarde, decido no regresar al corporativo y encerrarme en el pent-house. Pongo a llenar la bañera mientras me desvisto frente al espejo. Cierro mis ojos a la vez que cada prenda cae al suelo. Está no es la vida que pensé que tendría al venir a este país, no era esto lo que deseaba. Si alguien me hubiese dicho cuando me subí a ese avión que me enamoraría perdidamente, que me embarazaría y perdería al padre de mi bebé antes de que este naciese, todo eso en menos de seis meses, le hubiese dicho que dejara las drogas. Nunca quise hijos, no estaba en mis planes, sin embargo, jamás paso por mi mente la idea de interrumpir mi embarazo por más miedo que sintiese. Por otro lado... Adam, tenerlo junto a mí, fue lo mejor que me pudo haber pasado, pero perderlo...
Cruzo los brazos sobre mis pechos y masajeo mis hombros cansados. Quería ser editora, no heredar un imperio del que no tengo ni la más mínima idea de cómo llevar. Han pasado tres semanas desde que él ya no está, y me temo que jamás me acostumbraré a estar en su casa sin él. Las noches son las peores, anhelo sentir sus brazos rodear mi cintura, su cálido pecho bajo mi rostro; me encantaría poder enredar mis manos en cabello una vez más, inhalar su aroma directamente de su cuello. besar sus labios hasta quedarme sin aliento, acariciar sus hombros, su espalda, decirle cuanto lo amo.
Me descalzo los tacones, camino hacia el vestidor y admiro sus trajes de corte italiano. Me niego a deshacerme de sus cosas ¿Cómo podría hacerlo? Cada vez que observo sus prendas de vestir, mi corazón late desbocado añorando los momentos en los que o vi usar cada cosa, como ese hermoso traje de rayas que llevaba la primera vez que o vi; en lo atento que fue cuando me golpeé la nariz, en lo cálido de sus manos al posarse sobre ella en busca de algún daño interno. Las lágrimas comienzan a escapar de mis ojos, llevo as manos a mis labios intentando acallar un sollozo.
Con paciencia abro los cajones. En el primero me encuentro con un sinfín de gemelos, todos hermosos, elegantes; en el segundo lentes de sol de todos los estilos, me pruebo los que usó en L.A cuando visité a mi hermano, en ese viaje me estaba volviendo loca, pero... ¿Cuándo no lo hacía? Era Adam, siempre me volvía loca. Sonrío con tristeza. Los devuelvo al cajón. En el siguiente encuentro sus corbatas perfectamente dobladas, tomo una roja, cierro los ojos, la llevo a mi nariz e inhalo. Su delicioso aroma todavía se conserva en ella. Cuando me dispongo regresarla a su lugar noto un pequeño trozo de papel doblado por la mitad, lo abro y veo cuatro dígitos garabateados, 2436, es su caligrafía, reconozco los trazos. Decido no darle demasiada importancia y lo dejo dónde lo encontré.
De regreso al baño conecto el IPod de Adam a las bocinas y reproduzco One last night en modo repetición. Una última noche, daría cualquier cosa por tenerlo a mi lado una noche más, aunque sé que una noche junto a él, nunca sería suficiente.
Me deslizo dentro de la bañera y cierro mis ojos. Recuerdo el día en que lo conocí una y otra vez, me sentí tan maleable, expuesta, fascinada. Las palabras no salían de mis labios por más que lo intentase, me sudaban las manos y temblaba entres sus brazos. La atracción que sentía era tal que pensé que en cualquier momento me abalanzaría sobre él y lo violaría.
A su lado me sentía tan amada, deseada, protegida. Ahora me parece muy estúpido el haber creído que me engañaba. Él me amaba, jamás me engañaría, ahora lo sé ¿Cómo demonios pude ser tan tonta como para creer de buenas a primeras que me engañaría con Sharlene después de todo lo que esa bruja nos hizo? Adam era leal, esto tuvo que haber sido otro de sus planes para separarnos, porque él nunca la amó, porque Adam me amaba a mí y solo a mí.
-Perdóname, mi amor. -Sollozo.
Si esa noche no hubiese salido corriendo, tal vez estarías aquí, cielo. Esto es solo mi culpa.
***
El miércoles, entro a la editorial y siento todas las miradas posarse sobre mí. Incómoda, me acerco al cubículo de Beth.
- ¡Sam! -Salta de su asiento y me rodea con sus brazos. Agradecida por sentir que puedo apóyame en alguien, me aferro a ella y hundo mi rostro en su cuello. - ¿Estás bien?
Su pregunta me hace fruncir los labios. Deshago nuestro abrazo y niego.
-Nena, no puedes seguir así ¿Has pensado en ir a terapia?
-No, no creo que ir al terapeuta me regrese a Adam, Elizabeth. -Respondo con amargura y al ver su expresión de dolor me arrepiento rápidamente. -Lo siento, reflexionaré sobre ello, lo prometo.
Asiente y sonríe con tristeza.
-Pero, no es por eso que estoy aquí. -Tomo aire. -Necesito preguntarte algo y quiero que seas totalmente sincera.
Frunce el ceño. -Por supuesto. -Accede.
-En el despacho de... -Suspiro, aún no me hago a la idea. -Te espero en mi despacho.
Mi amiga asiente. Me dirijo al despacho de mi antiguo jefe, llamo a su puerta y tras escuchar su voz, entro. Sonrío ante lo que ven mis ojos. El escritorio está repleto de manuscritos al igual que los archiveros. Los ojos de leo se posan sobre los míos y me observan esperanzados.
-Dime, por favor que volverás a ser mi asistente. -Suplica.
-Nada me gustaría más, créeme. -Me acerco a su mesa y hojeo un manuscrito. Extraño mi trabajo, pero mi lugar ya no está aquí, mi lugar está en presidencia. Si Adam tenía fe en mí ¿Por qué no habría de tenerla yo? -Quizá ya es hora de que contrates a una nueva asistente. -Sugiero.
Leopold pone los ojos en blanco y cruza los brazos. -Ninguna será tan eficiente como tú.
-Pues necesitas ayuda urgente. -Señalo. -A menos que quieras morir en una avalancha de papeles. -Me burlo.
Parece meditar mis palabras mientras se pone de pie. Camino hacia él y tomo sus manos. -Prométeme que buscarás ayuda.
-Lo haré, pero solo si tu prometes hacer lo mismo.
Junto mis cejas. - ¿De qué hablas? Ya tengo a Eva...
-No me refiero a una asistente, Sam. -Pone su mano sobre mi mejilla y me acaricia con su pulgar. Cierro mis ojos. Sentir el tacto de alguien que no sea Adam me resulta doloroso. -Necesitas asistir a terapia.
Sus palabras me caen como un balde agua fría ¿Ahora todos parecen creer que necesito ayuda de un loquero? ¿Tan fantasmal les resulta mi presencia en el corporativo? ¿Tan deprimente me veo? Admito que así me siento, pero... ¿Acaso soy tan mala para ocultar mis sentimientos?
-Lo eres, eres más transparente que el agua.
Abro mis ojos espantada, tal parece que tampoco dejo de pensar en voz alta.
-No eres la misma chica que entró a mi despacho llena de sueños e ilusiones. Ese brillo intenso en tus ojos desapareció, pareces perdida. Sé que todo esto es difícil para ti, pero necesitas hacer algo más que ahogarte en trabajo para superarlo.
Asiento. Sé que no es sano mi comportamiento, ni para mí, ni para el bebé, pero me duele seguir adelante sin Adam. Creí que compartiría mi vida junto a él, y de la noche a la mañana debo aprender a vivir sin él.
***
El teléfono del escritorio suena y lo descuelgo. Eva me informa que Elizabeth ha llegado, le pido que la haga pasar y tomo asiento en el sillón mientras me lleno de valor internamente.
Segundos más tarde, mi amiga entra.
- ¿Y bien? -Toma asiento a mi lado
-Beth, en la cena de beneficencia... -Mis manos comienzan temblar y a sudar frío. -Cuando me fui...
-Sam, nena ¿Qué sucede? -Pone una mano sobre mi hombro.
Le entrego mi celular y ella observa la foto de Sharlene y Adam. -Así que era esto. -Frunce los labios.
- ¿Estabas ahí?
-Por supuesto, todos vimos lo que sucedió. -Traga saliva. -No creo que debas seguir martirizándote con todo esto...
-Dime, por favor, necesito saber qué pasó. -Insisto.
Suspira y toma mis manos. -Luego de que te marcharas, ella se acercó a él. Lo que es extraño porque antes de que te fueras no la vi. Adam se veía incómodo, supuse que se desharía de ella sin ningún problema, pero luego los vi bailando. -Hace una pausa. -No vi el momento justo de esto. -Señala la foto. -Pero si noté que discutían, todos los invitados se dieron cuenta. Los músicos dejaron de tocar, los gritos de Adam se escuchaban por todo el salón. Le exigía que se alejara de su vida, que se alejara de ti.
Cierro mis ojos y las lágrimas salen a borbotones de mis ojos. Ahora más que nunca, sé que fue mi culpa. No debí marcharme, no sin oír su versión de la historia.
***
-Sam, el detective Willians quiere hablar contigo. -Me informa Eva al teléfono.
- ¿Detective? -Inquiero ¿Por qué querría hablar conmigo un detective?
-Dice que está investigando el caso del señor Graham.
- ¿Caso? -Adam murió en un accidente ¿Por qué tendría alguien que investigar?
- ¿Lo hago pasar?
Dudo durante un par de segundos. -Si claro, veamos que quiere.
Un hombre de estatura promedio, cabello oscuro, de unos 50 años entra mi despacho y me tiende su mano.
- ¿La señorita Samantha Alfonso?
-Si ¿Usted es...? -Estrecho su mano.
-Jerry Willians, detective.
-Tome asiento, por favor ¿Quiere algo de beber? -Niega. -Bien, usted dirá ¿A que debo su visita?
-Voy a ser realmente directo con usted, señorita Alfonso. -Apoya su brazo sobre el escritorio. -Tengo entendido que Adam Graham y usted vivían juntos. -Asiento. -Bien, eso quiere decir que eran pareja ¿No? -Vuelvo a asentir. -De acuerdo, entonces... ¿Sería tan amable de decirme dónde estaba usted la noche en que su novio murió?
Su pregunta me deja bloqueada por un instante y solo puedo observarlo con el ceño fruncido ¿Qué clase de mierda es esta? ¿Se trata acaso de una broma?
- ¿Disculpe? -Balbuceo.
-Responda. -Insiste.
- ¿Por qué? Es decir, no me lo tome a mal, pero fue un accidente ¿No? ¿Por qué habría de importar donde me encontraba? -No comprendo nada de lo que sucede.
Sacude su cabeza. -Ahí es donde se equivoca.
- ¿En qué? -Pregunto realmente confundida. Nada absolutamente nada me prepararía para oír lo siguiente.
-Si importa, porque no fue un accidente. Fue un sabotaje. -Dice sin más.
Mi visión se nubla y ahogo un sollozo en la palma de mi mano. Esto no puede ser cierto ¿Por qué alguien querría hacerle daño? ¿Quién le hizo esto? Me pongo de pie con dificultad, me paro frente al ventanal mientras me sujeto con manos temblorosas a la barra de metal. Por favor no, que todo esto no haya sido más que una maldita pesadilla.
Siento como si un puño se cerrara sobre mi garganta impidiéndome respirar.
-Señorita ¿Se encuentra bien? -El detective se acerca y pone una mano sobre mi hombro.
Cierro mis ojos intentando respirar, pero me es casi imposible. Me estoy ahogando, mis pulmones se sienten en llamas.
- ¡Santo cielo! ¿Qué hago? -Exclama el hombre desesperado.
Lágrimas ardientes escapan de mis ojos al tiempo que un grito desgarrador se abre paso en mi garganta. Mi corazón late cada vez más rápido, mi cuerpo se entumece y de la nada se desvanece. El inspector me sujeta justo antes de caer al suelo.
***
- ¿Qué sucedió? Está embarazada ¿Qué mierda le dijo para que se pusiera mal? -Reconozco la voz de Beth, pero se oye lejana.
-Yo... No lo sabía, lo juro. -Responde una voz bastante nerviosa.
- ¿Está embarazada? -Es la voz de Leo.
- ¿Sam? ¿Me oyes, nena?
Mis parpados se sienten pesados, al igual que mis extremidades. Quiero hablar decir que estoy bien, pero me es imposible. Mi cuerpo no responde a mis ordenes, es como si no me perteneciera.
-Al hospital, señor Green, debe llevarla al hospital. -Ahora es Eva quien habla, puedo notar la preocupación en su voz.
-Oh Dios, el bebé, que el bebé esté bien. -Ruega Beth.
Intento mover mis brazos y solo consigo mover un poco mis dedos.
- ¡Se movió! -Chilla mi amiga consiguiendo que en mi cabeza estalle un fuerte dolor de cabeza. - ¿Sam? ¿Me oyes? Despierta, por favor.
Consigo pronunciar un "si" con voz muy ronca. Hago un esfuerzo por incorporarme.
-Estoy bien. -Le hago saber. Abro mis ojos con dificultad y noto a todos rodearme.
-Sam. -Beth se acerca a mí ayudándome a incorporarme. - ¿Qué sucedió?
Su pregunta me hace dirigir mi mirada hacia el inspector y frunzo los labios. - Estoy bien, necesito hablar con el inspector ¿Podrían dejarnos a solas?
Mi amiga abre sus ojos como platos. - ¡¿Qué dices?! Te pusiste mal por este tipo. No te dejaré sola con él.
-Estaré bien. -Le aseguro. -Creo que solo fue un ataque de pánico.
- ¿Está segura, señorita? Puedo regresar en cuanto se sienta bien.
Sacudo la cabeza. -No, estoy bien. -Me pongo de pie con algo de dificultad. -Eva ¿Podrías traer un poco de agua y una aspirina?
-Claro. -Asiente solícita y se retira.
-Bueno, si insistes, creo que deberíamos irnos. -Anuncia Christian
Cuando todos se han ido y me he tomado mi aspirina, señalo al inspector Willians el sillón frente a mí.
- ¿Está usted segura de que está en condiciones de seguir hablando sobre el tema? Podría esperar señorita, debería irse a su casa y guardar reposo.
-Estoy bien. -Insisto, aunque eso no sea del todo cierto. Siento mi cabeza a punto de estallar, además de una presión constante en mi pecho. Debo hacer esto por Adam.
- ¿Puedo grabar la conversación?
-Por supuesto. -Accedo.
El hombre suspira y asiente. -De acuerdo. -Saca una grabadora de su chaqueta mientras yo observo el aparato con el ceño fruncido ¿Existen aún esas cosas? ¿No es más práctico usar la grabadora del celular?
- ¿Dónde se encontraba usted el día y a la hora del suceso?
Tomo aire y frunzo los labios, esto será mucho más difícil de lo que había pensado con anterioridad. Revivir cada minuto de ese día. Me sentía tan feliz y luego... Luego todo se convirtió en un verdadero infierno.
-Esa noche... Asistimos a una cena de beneficencia en casa de su padre, James. Todo estaba perfectamente bien.
- ¿Quiénes se encontraban en esa cena?
-Su familia y amigos.
- ¿Quiénes? -Repite.
-Sus tíos Robert, Tomás y Marco; su hermano John, mi hermano Nicolás, la hija de Adam, Grace...
- ¿Hija? -Me interrumpe. - ¿No es la señorita Graham su hermana?
Oh Dios, aquí vamos otra vez. Me siento totalmente fuera de lugar al hablar de ese tema. Casi nadie sabe aún sobre esto.
-No creo que eso tenga relevancia con el caso, señor Williams.
-Se sorprendería usted de las cosas que pueden llegar a resolver un caso.
Muerdo mi labio inferior mientras rodeo mi cuerpo con mis brazos. -Eso es algo complicado. -Empiezo. -Adam tuvo una novia en su adolescencia, Grace Clark. Ella y su familia se mudaron al no aprobar su relación. Tiempo después, la chica falleció luego de un accidente de tránsito. Parece que estaba embarazada cuando se fue con su familia y le realizaron una intervención para salvar la vida de la bebé luego del accidente. El padre de Adam se hizo cargo de ella como hija propia.
El inspector alza las cejas a la vez que se inclina hacia adelante y apoya sus codos sobre sus rodillas. - ¿Por qué permitió que su padre se encargara de la niña?
-No lo sabía. No sabía que tenía una hija. -Trago saliva. -Oh Dios. Me temo que estoy lanzando todas las sospechas sobre James. Él pudo haberse equivocado al ocultar la verdad, pero no sería capaz de dañar a su propio hijo. Al contrario, le ocultó la verdad para protegerlo, a pesar de cometiera un error al hacerlo jamás fue su intención lastimar a Adam. Lo vi en sus ojos cuando Grace se enteró de la verdad. Es un buen hombre.
El inspector frunce los labios. -De acuerdo, parece usted sincera. Pero debe entender que, así como la interrogo a usted, también lo haré con él. -Me informa. -Ahora por favor continué hablando sobre la cena.
Menciono a cada una de las personas que recuerdo de esa noche, haciendo esfuerzos sobrehumanos para recordar los nombres.
- ¿Se ausentó usted en algún momento de la velada?
El rubor cubre mis mejillas repentinamente. Me cubro el rostro con las manos al aparecerse los recuerdos en mi mente.
-Necesito que sea totalmente sincera.
-Estuve con Adam en su antigua habitación. -Digo en voz baja.
Se aclara la garganta. -Claro, disculpe. -Dice al comprender. - ¿Hay alguien que usted considere tenga razones para lastimar al señor Graham? Algún conflicto que tuviera en el trabajo o en su vida personal.
Al escucharlo un nombre viene a mente y sacudo rápidamente sacudo mi cabeza. Ella no sería capaz de herirlo ¿O sí?
- ¿Ella? ¿A quién se refiere?
Yo y mi maldita manía de pensar en voz alta. Resoplo mientras masajeo mis sienes. -Su ex novia, Sharlene Ralston. Tuvimos un par de inconvenientes con ella.
- ¿Qué clase de inconvenientes?
-Cosas estúpidas, señor Willians.
Suspira con fuerza mientras cruza una pierna sobre la otra. -Señorita Alfonso, todo lo que me cuente podría ayudarnos a descubrir lo que sucedió.
-Bien. -Me incorporo en el sillón. -Cuando comencé a trabajar aquí ella le hizo una escena de celos por mí. -El inspector me observa esperando que dé más detalles. -En G House un club que pertenecía a Adam. Estaba molesta porque él había terminado con la relación que ambos tenían. Luego intento hacerme creer que el volvería con ella e incluso me convenció de que se habían acostado; Adam me demostró que no fue así y... El video.
- ¿Qué video?
Trago saliva. No quiero hablar sobre ello. No quiero que alguien sepa algo tan vergonzoso sobre mí, y mucho menos un desconocido. Pero probablemente esto pueda ayudar a la investigación. Me armo de valor y desvío la mirada mientras hablo. -Hace un par de meses mi ex novio, Reynaldo Hernández, se presentó en mi antiguo apartamento. Dijo que quería volver conmigo, por supuesto lo rechacé, pero el caso es que en ese momento Adam se presentó en el lugar y se molestó muchísimo al ver que yo abrazaba. Mencionó que iba a darme la oportunidad de explicarme, pero al verme con él todo le había quedado claro, me dejó ese día. -Suspiro. -No comprendí nada hasta semanas después... Sharlene le había enviado un video donde mi ex y yo... Ya sabe...
-Entiendo. -Me corta con el rostro repentinamente rojo.
-Pero yo no sabía de la existencia de tal video. Se grabó hace algunos años, pero no tenía la más mínima idea de ello, no lo habría permitido. No sé cómo se contactaron, pero sé que ella le pagó una fuerte suma de dinero para que hiciera todo esto.
- ¿Puso usted una denuncia?
-No. -Respondo rápidamente.
-Debió hacerlo, eso es violación a la privacidad. Todo lo que se hace en contra del respeto de un ser humano es una agresión, señorita ¿Sabe si el video está aún en el poder de la señorita Ralston?
-Espero que no. -Respondo sin mencionar el hecho de me metí con mis amigas a su casa para borrar todo rastro del video y destrozar su guardarropa. -Hay otra cosa, la noche de la cena, ella estaba ahí, yo no la vi. Me fui antes del evento porque me encontraba cansada, pero al llegar a casa me llegó un mensaje suyo. -Busco la foto en mi celular y lo pongo frente a él.
- ¿Puede alguien corroborar su historia?
-Christian Green, era uno de los mejores amigos de Adam. Por él me enteré de la existencia del video. Walter Jones, mi guardaespaldas, él me llevó a casa esa noche. Y Matías Giardinelli.
- ¿Y el señor Giardinelli es...?
-Un amigo, pasé la noche en su casa después de que me enviarán esa foto. Estaba molesta, se habían besado y me sentía totalmente traicionada. -Bajo el rostro avergonzada. -Pero hace tan solo hace unas horas supe que fue ella quien lo besó y él la rechazo delante de todos. -Frunzo los labios. Me siento tan estúpida al decirlo en voz alta. -Debí esperarlo, si no me hubiese ido esa noche, él no habría salido a buscarme y usted y yo no estaríamos hablando ahora. -Seco un par de lágrimas que corren por mis mejillas.
El inspector presiona el botón de la grabadora, rebusca en sus bolsillos y me tiende un pañuelo.
-Gracias. -Lo acepto.
-Estaremos en contacto, le informaré cualquier avance del caso. -Asiento. -Y permítame disculparme por hacerla pasar un mal momento.
-Descuide. -Le tiendo su pañuelo de vuelta.
Hace un gesto con la mano. -Consérvelo.
Me entrega su tarjeta personal y se retira mientras me quedo sentada en el sillón mirando hacía el vacío ¿Por qué alguien querría lastimarlo? ¿Por qué alguien querría hacerle daño? Me niego a creer que ya no está conmigo ¿Cómo puedo sobrellevar todo esto yo sola? Esas y un centenar de preguntas más pasan por mi mente. Ahora tengo más que caro e hecho de que haya dejado un testamento, él sabía que alguien pretendía hacerle daño, y no quería que el bebé quedara fuera de él.
-Adam, por favor, ayúdame. -Cruza esa maldita puerta y sácame de esta pesadilla. La puerta se abre repentinamente y alzo la mirada ilusionada.
- ¿Sam te encuentras bien? -Es Eva. Mis esperanzas caen al suelo estrepitosamente

ESTÁS LEYENDO
Una vez más
RomansaDespués de convertirse en heredera del corporativo Graham, Samantha intenta encauzar su vida, se convierte en una madre abnegada; pero el simple recuerdo de Adam, y los misterios que se ocultan tras su muerte le hacen imposible continuar, su amor po...