Dejar ir (1/3)

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    — Siempre es lo mismo, no me lastimarán de nuevo —negó.

El chico bajó la mirada, realmente quería tener una relación buena y estable.

Cuando el chico se fue, una de sus amigas se acercó.

    — Maya, hasta me dolió a mí —.

    — No estoy para perder el tiempo, Kaoruko, actúo bien ¿Verdad? —sonrió.

    — De maravilla, te doy un 50/10, pero creo que le acabas de crear un miedo al pobre —.

    — No es mi problema, nunca le di razones y tampoco fui tan dura —se excusó.

    — Bueno, es el segundo día de clases, espero hayas hecho la tarea, porque yo no —.

    — La primera semana no tenemos tareas —.

    — Excelente, entonces no estoy atrasada —sonrió a gusto.

Seguido ambas fueron a su salón.

Maya hacía dibujos en su cuaderno, se ilustraba en medio de un escenario, interpretando papeles protagónicos quizá, no sabía con certeza, pero el escenario era su meta.

    — Silencio, chicos, silencio —escuchó.

Debía ser la maestra.
Maya elevó la vista viendo a una joven ahí.
No pudo quitar su vista, era hermosa, sus cabellos rubios cenizo estaban sujetos en una coleta alta, sus ojos carmín parecían gentiles y su voz era linda ¿Esa era la maestra?

    — Disculpe, la maestra llegará pronto, tome asiento —dijo.

Las risas se hicieron de esperar, incluso Maya rió un poco.

    — Muy graciosa, silencio por favor —pidió nuevamente— me presento, soy su nueva tutora, Claudine Saijo, cualquier queja o incomodidad o inconveniente que tengan pueden reportármelo —.

Maya volvió a interrumpir— disculpe, reporto a los de tardanza —señaló hacia atrás.

La maestra dirigió su vista a la puerta viendo a algunos jóvenes ahí.

Los hizo pasar y prosiguió.

    — Como dije antes, soy la nueva tutora, Claudine Saijo, cualquier duda o inconveniente pueden reportármelo, seguido iniciaremos la clase —.

Se dio la vuelta tomando plumones y empezó a escribir.

Maya siguió mirándola un corto tiempo, no sabía porqué, pero tal vez ella sería su amor escolar.

Muchos afirmaban que todo estudiante alguna ha tenido un amor escolar que era un maestro o una maestra. Su padre le dijo que su amor imposible escolar fue su maestra de inglés; de su madre, su amor imposible escolar fue su maestro de deportes.

    — ¿Porqué están anotando? —dijo la maestra haciendo sobresaltar a la castaña, puesto que la miraba fijamente— sus dos primeras clases son deportes, su maestro los espera en la cancha deportiva —.

Los chicos cerraron sus libretas y salieron en orden.

Maya aún estaba sentada.

    — ¿Porqué usted no va? —.

    – Cosa de chicas, usted entiende, además no traje mi ropa deportiva —excusó, aunque era mentira.

    — Aún así debe decirle a su maestro —.

    — ¿Usted podría hacerlo? No me creerá a mí —.

    — ¿Porqué no te creería? —la miró extraño.

CasualidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora