La última estrella (2/?)

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Era su tercer viaje en el amplio mar, le gustaba bastante la brisa marina en su rostro y el movimiento que provocaba las olas.

El viaje era no muy lejos, debía establecer lazos diplomáticos con otro reino para el intercambio comercial entre ambos, su función era simple y solo así podría ganar su puesto en el trono.

Su madre era la reina, pero el rey era un padrastro para ella. El hombre no la quería ni un poco, más bien la veía como un obstáculo para que su hijo tomara el trono correspondiente.

Originalmente su padre fue el rey, pero murió el batalla, por lo que su madre volvió a casarse y tuvo un hijo más. Su madre hacía todo lo posible para que no perdiera sus privilegios y tomara el lugar que le correspondía; pero el actual rey era un metiche y obstáculo para ella, ya que se las ingeniaba para que la servidumbre no la atendiera debidamente.

Una forma de humillar a su padrastro fue hacer prometer que quien lograra un pacto comercial sumamente beneficioso con el reino, tendría más posibilidades de acceder al trono, al decir eso frente a toda la corte, el rey accedió por la presión y mandó a su hijo a hacer otro pacto diplomático con otro reino, pero por tierra.

Maya aceptó que su hermano fuera tan debilucho como para ir por tierra, mientras que ella se arriesgaría en ir por mar.

Aquello hizo a la corte poner más presión sobre el rey.

Al final de todo, su hermano fue enviado también por mar y el que hiciera el pacto más beneficioso, sería el siguiente en el trono.

Por la zona donde iba, no era muy arriesgado, debido a que las aguas eran mansas,...o eso pensaba.

— ¿Vamos en buen rumbo? —.

— Claro que sí, alteza —afirmó la capitán— puede estar tranquila y descansar si gusta, es un viaje largo —.

Maya sonrió levemente y asintió, se sentía emocionada de poder obtener lo que le correspondía por derecho y linaje.

Fue a descansar por un rato ya que los demás tenían el control.

...

El lugar era rocoso, por lo que se podía apreciar no muy lejos el enorme barco con un emblema de algún reino.

— Debemos irnos —dijo una joven oculta tras unas rocas.

— No, espera —una joven de cabellos rubios cenizo siguió mirando al barco, específicamente a la joven sonriente que miraba al horizonte— los humanos son fascinantes —.

— Coincido, son fascinantemente violentos, además que ensucian el mar, muchas criaturas mueren por culpa de ellos —.

— No todos son así, Erick no lo era —sonrió.

— De nuevo con eso, solo era un cuento para bagres, ya supéralo, Ariel se hizo espuma si te reconforta —opinó la contraria.

— Supongo que sí —dio un vistazo último a aquella joven de cabellos castaños— los humanos no son muy diferentes —.

Se fueron a otra parte ya que habían pescadores cerca. Al estar en tierra firme, ambas se sacudieron.

— Hey, mira —señaló la rubia— últimamente llegan muchas de estas botellas —tomó una botella cerrada.

— Te lo dije, Claudine, contaminan sin parar, ¿Qué sigue? Objetos que nunca se destruyen? ...mmm... existe el plástico, así que lo creo muy posible —afirmó la contraria.

— No, este tiene algo dentro, ¿Tienes algo para abrirlo? —intentó sacar el corcho que tapaba la boquilla de la botella de vidrio.

La otra joven agarró la botella y lo lanzó contra una roca— listo, está abierto —.

CasualidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora