Me Alegro de Verlo

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A pesar de que Xie Lian amaba mucho a su padre, en aquel momento su único deseo fue matarse ahi mismo.

¿Cazador?

La simple palabra le causaba náuseas, en el momento en el que escuchó esas palabras pudo sentir la bilis subir a su garganta y como su boca empezaba a salivar por las ganas de vomitar. ¿Por qué su padre hacía esto? Si quería que de ahora en adelante se portará bien, él lo haría, incluso si le quitaba el puesto de príncipe ( lo cual no era posible) él aceptaría con gusto, cualquier cosa, menos ser un cazador.

Su boca se ensalivó y tragó fuertemente rasgando su garganta, Xie Lian nunca había suplicado nada, incluso cuando su padre le decía que pidiera perdón cuando decía cualquier cosa el nunca lo haría, al final su padre era orgulloso y algo de su orgullo estaba en él, pero en aquel momento, aún cuando Mu Qing y Feng Xin habían llegado a la sala y su madre se encontraba detrás del rey, se arrodilló y su frente tocó el piso.

-Porfavor -

La voz de Xie Lian salió ronca, como si reprimiera un dolor fuerte.

-No quiero-

Feng Xin y Mu Qing sintieron un gran escalofrío.

Xie Lian permaneció postrado, el ruido en la gran habitación real había desaparecido por completo, e incluso parecía escucharse el corazón acelerado de Xie Lian que estaba aterrado.

Sin embargo su padre no cambió de expresión, su rostro era frío e indiferente, como una estatua o incluso como un monstruo que ignoraba los gritos de dolor de sus presas.

El hombre a su lado se levantó y extendió una mano en dirección a Xie Lian, durante un tiempo el príncipe no se movió, pero cuando escuchó un gasparreo por parte de su padre no tuvo más remedio que levantar la cabeza y agarrar esa mano.

El hombre sonrió y tomó una espada, pasó aquella espada por los hombros de Xie Lian, parte de la tradición para tomar un discípulo, el ritual consistía en 2 reverencias, tomar una copa de vino y ofrecerla al maestro.

Por último Xie Lian agachó la mirada y lentamente se arrodilló besando la espada del cazador.

No quería hacerlo, quería huir de ahí.

Sin embargo no tenía elección.

Cuando levantó la mirada ya no había nadie en la habitación.

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Después de un tiempo Xie Lian realmente se acostumbró a la rutina.

Al principio le había costado demasiado pero después de unos años realmente se acostumbró.

El entrenamiento con su maestro Jun Wu realmente era pesado, se levantaba más temprano de lo usual, practicaba arquería, batalla cuerpo a cuerpo; entre otras cosas, incluso una vez pensó que iba a morir después de un enfrentamiento contra su maestro y terminar completamente herido.

Su padre ni siquiera se interesó en él cuando no pudo pararse de la cama y cuando Xie Lian apenas pudo caminar lo mandó a entrenar de nuevo.

Aunque su relación con su maestro no era mala, -de hecho Jun Wu lo trataba como si fuera un padre- Xie Lian le contaba de sus aficiones y sus ideas y aunque sabía que su maestro no estaba de acuerdo en todo lo que le decía siempre sonreía y parecía apoyarlo.

-Xian Le, sabes que los dragones no son buenos, deberías hacerle caso a tu padre y así evitarias más problemas.

Xie Lian se peinó su sudoroso cabello hacia atrás, mientras jadeaba exhausto sentado a un lado de su maestro, cogió el cuenco de agua que estaba a su lado y tomó aquel líquido desesperado mientras se hidrataba.

El Príncipe CazadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora