Carlo y Toni quieren dar el mejor regalo navideño que sus padres alguna vez hayan recibido, por lo que deciden hacer una documentación de la historia de amor de estos. Indagan sus vidas de niños a adultos, de delincuentes a agentes, de buenas y de m...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
★ → ← ☆★ → ← ☆★ → ← ☆
—¿Ya viste? Antes mamma era más grande que papá.
Carlo observó la fotografía que Toni le apuntaba con el dedo. En ella se veía a sus padres de niños; tal y como decía su hermano, en la imagen podía apreciarse unos ínfimos centímetros de diferencia entre ellos.
—Wow, ¿cómo es que se quedó tan enano? —preguntó en dirección a Conway.
—Los capullos tenían unos 5 y 6 años en ese entonces —relató el mayor, que fumaba un cigarrillo de cara a la ventana—, la gente crece y ya.
—Todavía tengo chance de pasarte Carlo. Ojo cuidado que te voy a dejar.
—Ya quisieras —rebatió Carlo, observando más fotos del álbum que ojeaban.
Analizó que, capturas o evidencias de esa edad eran prácticamente nulas a excepción de la que Toni había encontrado. La menos reciente era esa y, de forma muy súbita, se saltaba a la adolescencia. El chico le preguntó a su nono si él contaba con alguna foto, pero este le explicó que conoció a sus padres cuando estos tenían dieciséis. Ahora había un bloque al final del túnel, ¿cómo se suponía que iban a documentar algo de lo que no había pruebas o de lo que no sabían nada? Era frustrante. Carlo sentía que estaba haciendo una de esas investigaciones de civilizaciones antiguas que la profesora de historia le obligaba a realizar.
Cambiar de regalo era sencillo, buscar algo más podía ser menos molesto. Lo pensó, y al final, decidió que no, que él podía, porque si algo lo caracterizaba, era su tozudez. Entonces, ¿cuál era el primer paso?
—¿Y quién si conoció a nuestros padres cuando eran niños?
—Aiden —comentó el Intendente, con una satisfacción por dentro. Ya veía unas cuantas horas libres de por medio—. ¿Quieren ir a hacerle una visita al mariconetti?
Los niños, sin pensársela dos veces, fueron directo a arroparse con abrigos y bufandas para emprender el corto viaje que se hacía de su vivienda a la del hombre ya mencionado..
El tío Aiden, según sabían, era un detective. Escucharon que trabajaba en un lugar llamado DEA, pero ellos poca idea tenían de qué era eso, aunque su profesión se la imaginaban algo así como las caricaturas del detective Conan, o como si fuera un Sherlock Holmes de las películas que pasaban en la televisión. Sea como fuere, Toni se supo complacido. Para él, eso quería decir que podía ayudarles a su recabe de datos importantes para el regalo navideño. ¡Era crucial!
Bien sabía él que para la mamma, ese regalo era lo mejor del año y eso lo hacía el doble de gratificante.
Ni bien cerca de la vereda que pertenecía a Pierce, Carlo y Toni se desgancharon de los cinturones de seguridad; prácticamente corrieron cuando Conway quitó el seguro (con esos capullos no se sabía, y lo que menos quería era un niño accidentado), surcaron las graditas de la entrada logrando no caerse por la humedad de la madera y tocaron el timbre varias veces. Dentro de la casa, Aiden estaba ocupado en cuestiones más bien hogareñas, sacudiendo el polvo de algunas zonas y reposando a ratos. Sus turnos eran nocturnos, por lo que en el día tenía que reponer energías y, a parte, tratar de ser organizado.