Susan y Caspian "Segunda oportunidad de intentar algo juntos".

El problema entre Narnia y los telmarinos.

Después de que los dos hijos de Adán y las dos hijas de Eva vencieran a la bruja blanca y ocuparan los cuatro tronos de Cair Paravel como reyes y reinas de Narnia por Aslan, donde se convirtieron en adultos, los narnianos tuvieron un largo tiempo de paz y armonía donde las dríades y los árboles danzaban felices, pues sus gobernantes eran justos y se preocupaban de cada habitante que se encontrara en esa isla. 

Un día, durante una cacería, la reina Susan, la reina Lucy, el rey Edmund y el gran rey Peter perseguían a un ciervo hasta que Philip, el caballo del rey Edmund, agotado por su avanzada edad, se detuvo. Los otros tres monarcas se reunieron con su hermano y para la sorpresa de los cuatro, frente a ellos estaba el farol que marcaba el inicio del extenso territorio de Narnia, el mismo por el que llegaron en lo que parecían largos años. 

Cruzaron el farol y acabaron en el ropero que dio inicio a esa aventura, pero al hacerlo, Lucy y Edmund volvieron a ser niños y Susan y Peter en adolescentes. Habían vuelto a su mundo y pronto regresarían a su hogar en Londres, ya que, la segunda guerra mundial estaba por terminar. 

Sin embargo, en Narnia, la paz terminaba con la desaparición de los cuatro reyes y reinas. Los narnianos nunca olvidaron esa gloriosa época en que su mundo tuvo paz por un largo tiempo, llamándola "la época de antaño" y conservando como recuerdo de ese tiempo el cuerno de la reina Susan. Una leyenda decía que la persona que lo soplara, recibiría la ayuda de los cuatro reyes y reinas de antaño. 

Años después, Caspian IX y algunos telmarinos llegaron desde su mundo a Narnia e invadieron esos territorios, cazando a los narnianos y obligan dolos a esconderse o volverse animales salvajes. Caspian IX fue llamado  "El conquistador"por los habitantes de Telmar y pronto más humanos llegaron a ese lugar para habitarlo mientras árboles se sumían en un profundo sueño, los centauros y otras criaturas vivían escondidos y los demás adoptaban su forma animal: no hablar.